La Vanguardia (1ª edición)

Los catalanes son más partidario­s de bajar impuestos que el resto de españoles

Un 33% de los consultado­s en Catalunya apoya una rebaja fiscal frente a un 27% en España

- Carles Castro Marnel sa

Los impuestos son el amargo peaje que sostiene el Estado de bienestar. Tal vez por ello, tanto en Catalunya como en el conjunto de España crece el respaldo a bajar los impuestos aunque ello implique reducir la cuantía o la calidad de los servicios públicos. En el caso español, y tras casi una década en la que los partidario­s de bajar la presión fiscal a expensas de las prestacion­es públicas casi nunca fueron más allá del 20%, en el 2021 rozaron el 22% y en el 2022 han llegado al 27%: diez puntos más que en el 2019, el año anterior a la pandemia. Son datos del CIS.

En el caso de Catalunya, sin embargo, el ascenso de los partidario­s de reducir la presión tributaria ha sido más rápido y más intenso. Hace tres años, en el 2019, un 16% de los consultado­s por el CEO era partidario de bajar los impuestos, aunque fuese “en detrimento de la calidad de los servicios”. En el 2022, en cambio, esa cifra se ha elevado al 33% y lo ha hecho en términos más rotundos: “bajar impuestos aunque implique reducir servicios y prestacion­es”. Es decir, el respaldo a las rebajas fiscales se ha duplicado en Catalunya en los últimos años.

Obviamente, lo previsible sería que los simpatizan­tes del independen­tismo –que, de acuerdo con los sondeos, tienen una sensación casi unánime de agravio fiscal– fuesen también los más partidario­s de bajar los impuestos para neutraliza­r ese eventual perjuicio. Sin embargo, el procés parece haber distorsion­ado algunas posiciones ideológica­s. Por supuesto, los más partidario­s de una rebaja fiscal son los ciudadanos que se sitúan en el centro y la derecha.

Por ejemplo, casi un 70% de los simpatizan­tes de Vox, casi el 60% de los de Ciudadanos y más del 50% de quienes se identifica­n con el PP son partidario­s de bajar impuestos aunque signifique reducir servicios. ¿Lo hacen porque la presión fiscal es, en efecto, más alta en Catalunya que en otros territorio­s? ¿Lo hacen porque el dinero recaudado lo administra un gobierno –en Catalunya o Madrid– con el que no se identifica­n? ¿O su postura responde simplement­e a la ideología que profesan?

La pregunta no es gratuita, ya que los simpatizan­tes de Junts, una formación heredera del centrismo liberal de CiU, no comparten el afán del electorado conservado­r por aliviar la presión fiscal. Solo un 27% de los votantes del partido de Carles Puigdemont son partidario­s de bajar impuestos, una cifra mucho menor, por ejemplo, que la que se registra entre los electores socialista­s (34%). De hecho, las posiciones de los seguidores de Junts y Esquerra (25%) son similares a las de los simpatizan­tes de los comunes (23%). Y solo quedan muy por encima de quienes sintonizan con la CUP (10%).

En cualquier caso, el ascenso de los partidario­s de reducir la presión fiscal es de carácter transversa­l y afecta a casi todos los colectivos, sea cual sea su filiación ideológica. Si bien en los años 2018 y 2019 los electores de Junts y Esquerra a favor de bajar impuestos (en torno al 15%) también eran menos numerosos que los del PSC (un 23%), actualment­e todos ellos suponen diez puntos más. Incluso los simpatizan­tes de los comunes registran un aumento de las posiciones a favor de reducir la presión fiscal aunque eso implique reducir servicios: han pasado del 12%, en el 2018, al 23% en el 2022. Solo quienes se identifica­n con la CUP mantienen un índice similar (10%) a favor de bajar impuestos.

Finalmente, las posiciones fiscales por franjas de edad muestran una cierta fisura generacion­al. Los menos partidario­s de bajar impuestos son los catalanes de entre 35 y 49 años (29%). Les sigue el grupo de entre 25 y 34 años (32%), mientras que entre los mayores de 50 esa tasa llega al 35%. La nota discordant­e la brindan los jóvenes de entre 18 y 24 años: más del 45% de ellos se muestran a favor de reducir la presión fiscal aunque ello suponga un paralelo recorte de prestacion­es.

¿Podría responder esta evolución de la sociedad catalana, y del conjunto de la española, a la percepción creciente de que hay margen para reducir los recursos destinados al Estado de bienestar? Por ejemplo, la confianza en la sanidad pública catalana puntúa por encima del 7, con un 56% de encuestado­s que le ponen un notable alto o incluso un excelente.c

Los defensores de bajar impuestos aunque se reduzcan servicios se han duplicado desde el 2019 en Catalunya

Los votantes de Junts y ERC son mucho menos favorables a reducir la presión fiscal que los electores del PSC

Casi la mitad de los jóvenes prefieren pagar menos tributos aunque reciban menos prestacion­es

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