La Vanguardia (1ª edición)

Lanto: Londres, Copenhague o el Clot

El pequeño restaurant­e de Ricardo García Sunet y Rike Nakahori ofrece tres fórmulas de menú para mediodía, noche y fin de semana que son todo un éxito entre el vecindario

- Cristina Jolonch

Mientras con una mano sujeta en equilibrio los platos que acaba de retirar de una de las mesas de Lanto (València, 646), Ricardo García Sunet cuenta que el nombre del restaurant­e significa en japonés el centro de la tormenta. “Ahí, donde hay agua, está la vida”. Por eso, y porque en gaélico quiere decir “regalo de los dioses”, también se llama así su pequeño, de tres añitos.

En el 2021 este cocinero barcelonés y su esposa, la japonesa Rika Nakahori, que atiende la sala, eligieron esa esquina del Clot que les atrajo por ser muy transitada y porque una gran ventana corredera permitiría abrir el comedor a la calle, como si fuera un patio. Visitaron locales en el centro pero los traspasos y los alquileres eran desorbitad­os. Además, pensándolo bien, aquel rincón que antes había ocupado un bar conocido por sus porciones de tortilla de patatas iba más con ellos. “Preferimos un barrio normal donde recibir a los vecinos y poder adaptar el trabajo a nuestra vida familiar”.

Atienden siete mesitas y ofrecen precios ajustados por un interesant­e menú de mediodía, compuesto por tres pequeños entrantes, un segundo y postre, que no llega a los 20 euros y cambia a diario. Este lunes, arrancaban con los platillos de bonito y calabaza, coliflor con tomate asado al carbón y morcilla de Burgos con cebolla; como segundo, elegimos la caballa asada con espinacas, impecable. El postre: bizcocho de cerveza e higos con canela y crema de chocolate blanco con caramelo. Son platos que Ricardo decide en función de la compra que encarga por la noche y que gestiona con la determinac­ión de aprovechar el producto, ecológico siempre que se puede, y de la renovación diaria de un repertorio corto que recitan para ahorrar papel y tiempo.

El menú de noche ronda los 30 euros y se rige por una norma inquebrant­able: “Hay que llegar a las 21 horas porque preparamos y servimos los entrantes de todas las mesas a la vez y vamos avanzando en el servicio”. El fin de semana es el turno del arroz, que preparan para cada mesa y que suelen acompañar de una escalivada hecha al carbón. La fórmula la aplican en el Clot como podrían hacerlo en Copenhague, de donde venían cuando se instalaron en Barcelona en marzo del año pasado. Allí él había trabajado para el restaurant­e Alchemist de Rasmus

Munk. Antes vivieron en Londres, pero el Brexit les empujó a hacer las maletas. Y aún antes en París, donde se conocieron.

La pareja se mantiene lejos del ruido mediático y algo apurada ante un interés que les desborda porque les faltan manos y espacio

Menú. Boquerones marinados, shitakes confitados en tomillo, picaña con zanahorias al carbón y bizcocho de cerveza, higos y chocolate. para tanto éxito. Ellos solo querían atender a los clientes, para lo que cuentan con la ayuda de Mika y David. La culpa fue de Mikel Iturrriaga, el Comidista, a quien una lectora recomendó el lugar que, cosas que pasan, ha acabado en el centro de la tormenta.n

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AiCKeI /PnzáIez / ShPPting Ricardo García Sunet sujeta los platos del menú, cada día distinto, en la cocina del pequeño restaurant­e

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