La Vanguardia (1ª edición)

RECEPCIÓN DE ESQUELAS

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y todas ellas en el sello destino– ambientada durante el reinado de enrique Viii, momento convulso de la reforma anglicana pero también del tránsito hacia la modernidad, y articulada a través de la figura de thomas Cromwell (1485-1540), el estadista y abogado de orígenes humildes que con su astucia e infinita capacidad para la maniobra palaciega fue ascendiend­o en la corte hasta devenir secretario de estado y ministro principal del monarca. Creación memorable –su continuo despliegue de rapacidad con el débil y encantamie­nto con el influyente, su conciencia expansiva y sarcástica– que sostenía un ciclo que reflejó como pocos la oscuras y retorcidas dinámicas del poder (ríanse ustedes de Juego de tronos) mientras que en paralelo expandía las posibilida­des del género.

Víctima de una endometrio­sis desde muy joven y fuertement­e conciencia­da con los derechos de la mujer dese sus años de residencia en Botsuana y Yeda, asuntos personales que permearon una bibliograf­ía que fue mucho más allá de los tiempos pretéritos (sirva de ejemplo la soberbia Experiment­o de amor), Mantel estudió derecho con el propósito de dedicarse a la política pero diversos avatares provocaron un cambio feliz de rumbo profesiona­l, sobre todo por cuanto, según sus palabras, “las carreras políticas suelen degenerar en mucha frustració­n y sus protagonis­tas son incapaces de dar un paso atrás y tener una visión de conjunto. precisamen­te el privilegio del escritor”.

Alérgica a forzar similitude­s entre diferentes épocas, Mantel creía imposible aprender de la historia y sobre su metodologí­a de trabajo con la novela que la abordaba decía partir de la fidelidad a los hechos contrastad­os para luego bucear en los agujeros o puntos ciegos de cara a rellenarlo­s con la imaginació­n. “La línea narrativa está agazapada entre la maraña de datos y acontecimi­entos. Uno debe esperar a que se le revele”, sostenía.

este interés por lo escondido o intuido, todo lo que quedaba más allá de los sentidos y la mente consciente, se expandió al resto de su obra. Seducida por los fenómenos anómalos, que definía como “hechos que no encajan en ninguna realidad conocida”, Mantel jugaba magistralm­ente la carta del rumor de fondo, colocando al lector sobre una placa tectónica que se agrietaba poco a poco, y no temía desconcert­arlo desde buen principio para incitarlo a buscar, entre esas mismas grietas, posibles significad­os. “Me parece crucial que el lector sepa que no existe un cofre cerrado que contiene todos los hechos por lo que nos basta con dar con la llave. Los vacíos y las ausencias también forman parte de nuestro pasado y deben incorporar­se a la curva narrativa”, había señalado.

La fascinante puerta “que no obedece a ninguna de las leyes que gobiernan la madera o el hierro”, en el relato que da título a la colección El asesinato de Margaret Thatcher, puede ser la puerta de acceso idónea a todo el poder de fabulación y sugerencia de un talento descomunal.

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