La Vanguardia (1ª edición)

La literatura y el fervor bélico

El Coloquio Europeo de Traductore­s aborda el tema candente de la cancelació­n cultural tras la ausencia del representa­nte ucraniano

- X. Ayén CAT PALDAT ER GrAn CAnAriA

Lamento que el mundo de la literatura no pueda sustraerse a los fervores bélicos”, apuntó Basilio Baltasar, director de la fundación Formentor, que, además de conceder el premio, organiza este año el Coloquio Europeo de Traductore­s, donde se reúnen una treintena de traductore­s (y algún editor) de todo el continente, una autentica cumbre internacio­nal del sector, en la que ayer participó también la directora general del Libro, María José Gálvez. Las jornadas se vieron, en efecto, algo salpicadas por la tensión generada por la guerra de Ucrania: en la mesa dedicada a este país y Rusia, Baltasar comunicó al público que el traductor ucraniano Yuri Lech cancelaba su asistencia arguyendo que el certamen invitaba a traductore­s rusos y premiaba a una escritora de esta nalaron cionalidad, Liudmila Ulítskaya.

Algunos asistentes manifestar­on su extrañeza porque Ulítskaya mantiene una posición muy crítica ante Vladímir Putin, que la ha obligado a exiliarse en Berlín. Por su parte, Yulia Dobrovólsk­aya, agente de Ulítskaya, afirmó que “la guerra causa una brecha enorme, yo entiendo al participan­te que declina venir y solo espero que nuestros hijos y nietos encuentren la forma de entenderse”. Recordó, ante la propuesta reciente de cerrar la casa-museo de Bulgakov, que, durante la guerra de Afganistán, también se cancediver­sas manifestac­iones culturales rusas, no solo literarias sino teatrales y musicales.

Marta Rebón puso el énfasis en que “en la literatura rusa hay un espíritu disidente muy importante, contra el poder, no todos son nacionalis­tas ni mucho menos. Las primeras víctimas de la autocracia son los propios rusos, y muchos autores se ven forzados al exilio interior. El gran pensamient­o demócrata ruso es la literatura”.

Dobrovólsk­aya dijo que “hay autores que no hablan porque tienen miedo”, y quiso dejar claro que “ningún editor español ha dejado de trabajar con autores rusos, los siguen publicando o no en función únicamente de su criterio editorial”. Jorge Ferrer citó nombres destacados como los de la tártara Guzel Yájina o María Stepánova, autoras publicadas por Acantilado. “No todos los que escriben en ruso son rusos –añadió Rebón–, las identidade­s no son puras”.c

Ningún editor español deja de publicar autores rusos, y se citaron los casos de Guzel Yájina y María Stepánova

Jornadas.

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