El Gobierno Truss lo apuesta todo a bajar impuestos para que haya crecimiento
La nueva primera ministra británica, Liz Truss, se promocionó como la sucesora natural de Boris Johnson. Pero mientras su predecesor elevó la carga fiscal hasta la más alta en setenta años, ella anunció ayer los recortes de impuestos más importantes en medio siglo, en un intento desesperado por estimular la economía aun a riesgo de que la inflación suba todavía más (ya es del 10%).
Unos bandazos tan drásticos son indicio de la delicada situación de las finanzas del país. En los últimos doce años de gobiernos conservadores, el Reino
Unido ha experimentado con la austeridad (Cameron y May) y con las inversiones en infraestructuras y las ayudas sociales de la pandemia financiadas por los contribuyentes (Johnson). Pero nada de eso ha funcionado, hasta el punto de que el poder adquisitivo medio de un polaco o un esloveno está a punto de superar al de un británico, y la economía, de entrar en recesión. Truss ha dado un giro de ciento ochenta grados. Mientras España apuesta por fiscalizar más los grandes patrimonios, Londres va en la dirección contraria, llevando a sus máximas consecuencias, cuarenta años después, las teorías de Reagan y Thatcher.
El canciller del Exchequer, Kwasi Kwarteng, anunció ayer la eliminación de la franja fiscal más alta (45%), de manera que a partir de ahora nadie pagará más de un 40% de impuestos; la reducción del tipo básico del 20% al 19%; la cancelación de las subidas decretadas por Johnson al impuesto de sociedades y las tasas de la Seguridad Social; una reducción significativa del stamp duty, una carga del Estado a la compra de viviendas, y la anulación del tope a los bonus que pueden percibir los banqueros de la City .
El objetivo del paquete, vendido con el eufemismo de un “acontecimiento fiscal” en vez de un presupuesto para evitar el escrutinio parlamentario y la necesidad de hacer públicos los pronósticos económicos, tiene por meta el crecimiento, creci