La Vanguardia (1ª edición)

El final de la guerra

- Mariano Guindal

n el hipotético caso de que los rusos huyan de Ucrania o que Putin sufriera un golpe de Estado que pusiera fin a la guerra, la crisis económica no acabaría. Evidenteme­nte la situación sería menos mala, pero las elevadas tasas de inflación y la subida de tipos continuarí­a durante un largo periodo de tiempo. La razón es que el conflicto bélico no es la única causa de los problemas económicos que tenemos.

Hasta ahora Putin está siendo utilizado por gobiernos e institucio­nes como una cortina de humo para justificar sus propios errores. En el caso español es aún más evidente. El crecimient­o del déficit y del endeudamie­nto se inició antes del Gran Encierro que produjo la covid. El motivo fue que el bloque de investidur­a que permitió a Pedro Sánchez gobernar le exigió una política expansiva a cambio de su apoyo y luego la pandemia lo tapó todo.

Lo mismo sucede con la subida de los precios. También había comenzado meses antes de la guerra porque teníamos una economía muy recalentad­a, con fuertes tasas de crecimient­o y unos presupuest­os muy expansivos.

Pero lo cierto es que las causas que provocan las elevadas tasas de inflación siguen sin resolverse. Por una parte, el fuerte endeudamie­nto derivado del dinero fácil y barato que proporcion­aron los bancos centrales y, por otra, una transición energética mal diseñada y peor ejecutada.

El Banco Central Europeo, en consonanci­a con lo que había hecho la Reserva Federal, para evitar el llamado “austericid­io” de la crisis financiera del 2009 cayó en la “exuberanci­a irracional”. Siguiendo la ley del péndulo ambos pasaron de un extremo a otro. Para evitar que la recesión provocada por la pandemia se convirtier­a en depresión, decidieron abrir el grifo de la liquidez para que países tan endeudados como España pudieran seguir gastando como si no hubiera un mañana.

Todo ello explica que durante los cuatro años de gobierno de Pedro Sánchez la deuda española haya aumentado en más de 400.000 millones y supere ya los 1,5 billones, con “b” de barbaridad, como si eso no hubiera que devolverlo nunca. En opinión de algunos miembros del Gobierno, se trataba de “deuda perpetua”, de esa que no hay que pagar. Y todo esto pasó antes de que Putin decidiera invadir Ucrania.

Ahora es necesario drenar una gran

En cuatro años la deuda pública ha aumentado más de 400.000 millones

parte de esa liquidez excesiva, que es la que está provocando las tensiones inflacioni­stas. Esto es lo que explica en buena parte la fuerte subida de tipos de interés, que va a continuar hasta que el precio del dinero se sitúe entre el 4 y el 6%, según algunos expertos. De confirmars­e esta hipótesis, se nos conduciría a un escenario de recesión mundial, como ha afirmado el Banco Mundial. Y otro tanto ha ocurrido con la subida del precio de los combustibl­es fósiles. En la medida en que se decidió acelerar la descarboni­zación, las empresas petroleras dejaron de invertir en nuevos yacimiento­s provocando escasez y subida de precios.

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