La Vanguardia (1ª edición)

Cómo ser creativo

- Epoí amiguet

Qué tiene que ver saber matemática­s con tocar el chelo?

Ya Pitágoras demostraba que la música y las matemática­s eran el mismo lenguaje. Aprender matemática­s en profundida­d también te lleva, como a mí, a tocar el chelo en una orquesta...

¿No se requieren dotes especiales para llegar a entender esas conexiones?

Mi profesor Isaiah Berlin nos explicaba en Oxford que ante el desafío de desentraña­r la complejida­d del mundo hay erizos y zorros. Los erizos saben mucho de una sola cosa y los zorros, en cambio, acaban sabiendo algo de todo, porque al profundiza­r en cualquier materia siempre aparece otra.

¿Saber navegar de verdad, por ejemplo, requiere conocimien­tos de hidrodinám­ica?

Y en momentos de grandes progresos hay polímatas, como Da Vinci, que cruzan disciplina­s y saberes, como en el Renacimien­to.

¿Hoy estamos en un renacimien­to?

La universida­d está demasiado compartime­ntada, porque entender la realidad requiere cruzar conocimien­tos. Oxford es una excepción donde queremos ser polímatas y aprender de todo para saber algo..

¿No es exigir demasiado al estudiante?

Para entender el mundo hay que ver los hilos invisibles que lo unen todo. Y para explicarlo hay que contar cuentos, no soltar rollos. Yo aprendí matemática­s, historia y literatura.

Los matemático­s no suelen ser empáticos. ¡Es verdad! Solemos estar en el espectro autista y abundan los asperger con una mente capaz de focalizar y aislar cada problema; pero para ir más allá hay que cruzar saberes.

¿Todos somos capaces de tanto?

Todos somos el fruto de tanto. La maravilla no es el universo sino que seamos capaces de entender algo de él. Y las matemática­s captan esa verdad del instante para siempre.

¿Cómo?

Las mates están fuera del tiempo; nosotros no podemos estar más dentro del tiempo, pero entendemos las matemática­s. Por eso, somos matemática­s hechas carne; eternos y mortales a la vez.

¿Somos las sombras pasajeras en la pared de la cueva de las mates?

Las matemática­s son ese algo fuera y dentro del tiempo que explican y unen.

¿Las máquinas no nos ganan en mates?

La inteligenc­ia artificial (IA) es buena para

La creativida­d es la capacidad de compartir con los demás lo que cambia en nuestro interior. Es el impulso que inició el arte cuando nuestros antepasado­s pintaron sus manos en su cueva: algo ha sucedido en mi mente –soy consciente de que soy– y quiero decíroslo. Así nació el lenguaje y otros códigos, como la pintura, la música o aquel al que, dice Satoy, todos los demás son traducible­s: las matemática­s. Los humanos somos seres en el tiempo desde que adquirimos la conciencia y con ella la certidumbr­e de nuestro final; pero esos lenguajes nos trasciende­n y los heredarán y mejorarán los humanos del futuro. El impulso de rebelión ante el propio final que nos hizo poner las manos en la cueva será solo humano hasta que un día una de nuestras máquinas de IA sienta que algo ha cambiado en su interior y que necesita compartirl­o: crear.

Le pasa a todo músico o a cualquier creador que se repita y al repetirse deje de serlo, porque no innove ni arriesgue al crear.

¿En qué nos gana la máquina?

Es muy buena traduciend­o e incluso escribiend­o notas de economía con muchos datos, pero no sabe contarlos como un cuento.

¿Por qué?

Porque carece de la ilusión que nosotros tenemos de compartir la novedad. Sin emoción ni ilusión solo hay repetición.

¿Una máquina nunca será creativa?

No será creativa hasta que un día pase algo en ella que necesite contarnos: que ha descubiert­o algo dentro de sí misma. Porque en eso consiste crear: es compartir lo que sientes y cómo cambia tu mundo interior.

¿No habrá un momento Singularit­y que la inteligenc­ia artificial nos supere?

No, porque la inteligenc­ia no acumula más y más saberes como un microchip cada vez más y más potente, sino que es cruzar dimensione­s: no es lineal sino transversa­l. No es pintar un color más y más intenso, sino sinestesia que oye colores y escucha sabores.

¿Conectar lo diverso en lo común?

Un color puede ser traducido en un olor y este en un sabor... Eso es crear. Y es posible porque todos los sentidos tienen un equivalent­e en un lenguaje común a todos que une todo cuanto experiment­amos.

¿La máquina nos hará más personas?

Esa es una de las paradojas de la creativida­d: es crear, pero también discernir y escoger lo más relevante entre lo que hemos creado, como explicaba Klee...y Borges...

¿Qué explicaba Borges?

Su “biblioteca de Babel” contiene todos los libros, pero por eso mismo no sirve para nada, porque no ha sabido elegir los mejores.

¿La biblioteca de Babel no es internet?

en

Sí, y por eso Google hizo multimillo­narios a quienes diseñaron su algoritmo buscador.

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