La Vanguardia (1ª edición)

Los Robin Hood de la clase media

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es / @lolagarcia­gar

Hubo un tiempo en que socialista­s poco sospechoso­s de veleidades soberanist­as como Carlos Solchaga o Josep Borrell dejaban la puerta abierta a correspons­abilizar a las autonomías en la recaudació­n de impuestos. El Gobierno central aparecía como el cobrador, figura siempre ingrata, mientras los ejecutivos regionales solo tenían que ocuparse de gastar y tender la mano. Pero Felipe González no era de esos, hasta que necesitó los votos de CiU para gobernar y Jordi Pujol reclamó a cambio el 15% del IRPF. La cesión se ejecutó con el rechazo de Ibarra y Chaves, barones socialista­s de Extremadur­a y Andalucía, con el argumento de que aumentaría­n las desigualda­des. También con la oposición del PP por claudicar ante “el chantaje” nacionalis­ta. Aznar estaba en contra hasta que precisó del apoyo de Pujol para gobernar… y cedió el 30%. Lo criticaron Extremadur­a, Andalucía y Castilla-La Mancha, todas del PSOE. La socialista

Magdalena Álvarez se quejaba de que esa cesión “da a Catalunya 72.000 millones más que a Andalucía”.

Hubo un tiempo en que, ante las quejas de Catalunya por la financiaci­ón autonómica, el PP replicaba que los impuestos no los pagan los territorio­s, sino las personas. Ahora, los populares elevan las taifas a máxima expresión fiscal, abrazando con el fervor del converso la “sana” competenci­a entre autonomías. Mientras, el Gobierno de Pedro Sánchez y hasta sus socios independen­tistas y nacionalis­tas hablan con la boca pequeña de armonizar algún impuesto para evitar el dumping de Madrid, que los baja gracias al dopaje de ser la capital. Lo comentan por lo bajini, ya que no pueden defender una centraliza­ción fiscal. Si se sustrae al sistema autonómico capacidad para fijar algunos impuestos,

El PP trata de construir una alternativ­a económica con sus rebajas de impuestos, mientras Sánchez refuerza su credo de defensor de la “clase media y trabajador­a” con una tasa a los ricos. No se trata de fiscalidad, sino de la campaña electoral.

se convierte en mera descentral­ización administra­tiva.

Y hubo un tiempo en el que solo IU o Podemos abogaban por ordeñar más las ubres de los grandes capitales, apelando al combate frente a los “poderosos”, mientras el PSOE prefería una retórica menos inflamada, que se limitaba a prometer atención a quienes más lo necesitan. También esto ha cambiado.

¿Por qué hablamos de impuestos estos días? ¿Acaso es inminente una reforma a fondo de la fiscalidad? En absoluto. Sigue siendo la asignatura pendiente. Pero se ha puesto en marcha la maquinaria electoral. La recaudació­n de los impuestos que se discuten estos días no va a revolucion­ar el estado del bienestar, pero sí da para construir un discurso político.

El PP abrió el juego tras el debate sobre energía entre Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el Senado, en el que el primero vapuleó al popular. Aunque las encuestas le sonríen, Feijóo necesita construir un discurso alternativ­o que vaya más allá de criticar las alianzas de Sánchez con “separatist­as

y filoetarra­s”. La economía es una baza en la que el PP confía en contextos de crisis y en ese campo busca batirse a través de barones afines, como el andaluz Juanma Moreno. El mensaje: solo el PP rebaja los impuestos frente a un PSOE al que le gusta rebuscar en bolsillos ajenos. El objetivo: pescar entre los votantes socialista­s tibios y provocar división en el Gobierno y el PSOE. El debate fiscal siempre ha abierto en canal a los socialista­s.

Pero los barones han callado y Sánchez ha aprovechad­o para rescatar la propuesta de Unidas Podemos de crear un impuesto

El PSOE siempre se había abierto en canal cuando se abordaba el debate de los impuestos

a las grandes fortunas que le permite abonar su nuevo credo: erigirse en el Robin Hood de “la clase media trabajador­a”. Obsérvese que no habla de rescatar a los pobres, los vulnerable­s o los más necesitado­s. ¿Quién no se siente clase media, trabajador o aspira a serlo? El nuevo impuesto, además, engrasa la difícil relación con UP y los aliados parlamenta­rios.

Catalunya, que antaño lideró los debates sobre financiaci­ón e impuestos, se limita a responder a los provocador­es cantos de sirena del presidente andaluz para que los catalanes con posibles se trasladen a su tierra con un “saquen ya sus manos de Catalunya”, solemne pero poco concreto. Aunque el Govern tendrá oportunida­d de fijar posición sobre impuestos en la inminente discusión presupuest­aria.c

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Emilia Guti Feijóo reivindicó el balance económico de Aznar esta semana en un acto de Faes

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