Jolgorio en la plaza, politiqueo en el Saló de Cent
Los diferentes grupos municipales vaticinan que el 2023 traerá un cambio de ciclo
“Oh, my gooooooooood!”, gritaba ayer una mujer apretujada entre la muchedumbre de la plaza de Sant Jaume mientras seguía con la mirada a un enxaneta que se disponía a coronar una torre humana. La turista disfrutaba y sufría a la vez mientras trataba de entender en qué consistía esa tradición que congregaba a tantísima gente. El griterío, la fiesta y el buen rollo del exterior contrastaban con el politiqueo y los reproches que se oyeron en el interior, en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, a falta de menos de un año para las elecciones municipales. Cualquier acontecimiento es bueno para reafirmar posiciones, pronosticar un cambio de ciclo municipal y criticar la elección de los actos que figuran en el programa de los festejos. La Mercè tampoco está a salvo de los avatares partidistas.
Pero empecemos por el principio de la jornada, la misa en honor de la patrona presidida por el cardenal Joan Josep Omella, en la basílica de la Mercè, y con la presencia de 18 ediles, entre ellos el primer y el quinto tenientes de alcaldía, Jaume Collboni y Albert Batlle. La alcaldesa, Ada Colau, y el resto de los concejales de BComú se sumaron a la comitiva al finalizar la ceremonia, en la plaza de la Mercè, también abarrotada de público, muchos niños y castellers. Un padre precavido controlaba a su retoño, pero por si acaso se extraviaba había escrito en el brazo del pequeño su nombre y dos números de teléfono. El año de la liberación de la covid, de los saraos sin mascarillas ni distancias de seguridad, la gente ha tomado la calle con frenesí y sin miramientos.
Detrás de cinco urbanos y una urbana y con los acordes de la banda municipal, Colau, entre Collboni y el teniente de alcaldía de Cultura, Jordi Martí, encabezaba el Seguici de Cultura Popular, que enfiló la calle Ample en su recorrido por el Gòtic hasta desembocar en el Ayuntamiento. El cortejo se paraba de vez en cuando, a veces, y casualmente, en el enclave menos apropiado. El encargado de una tienda de souvenirs, Rajan, señalaba con una sonrisa picarona a los políticos detenidos justo en la entrada del Hash Marihuana&Hemp Museum. En la tienda de Rajan, tienen un lugar destacado para las camisetas con lemas provocativos, alguna con un dibujo que invita al consumo de estupefacientes.
Un chico de rasgos orientales se coló entre los periodistas que seguían a la comitiva para grabar un autovídeo con los políticos a sus espaldas. El joven sorbía de una lata de una conocida bebida energética y cumplió eficazmente con su cometido hasta que un fornido urbano lo invitó, cortésmente, a salir.
La plaza de Sant Jaume estaba a rebosar para celebrar el día de la patrona. Poco antes de que se iniciara la Diada Castellera con las colles de la ciudad, en el Saló de Cent empezaron a desfilar los portavoces de los distintos grupos municipales. La mayoría se esforzó en dejar claro que el 2023 deparará cambios favorables a sus respectivas formaciones. Eva Parera, de Valents, fue la única a la que no gustó el aplaudido pregón de Carla Simón. Luz Guilarte, de Ciudadanos, demostró que anda sobrada de moral: “Seremos decisivos en las próximas elecciones”, proclamó en tono mitinero. En su última Mercè como concejal, Josep Bou deploró el trato recibido por parte del PP y afirmó que “a día de hoy no tienen candidato”.
Tanto el republicano Ernest Maragall como Neus Munté (Junts) aseveraron que el año que viene “habrá nuevo gobierno en Barcelona”, que la era Colau tiene los días contados.
“Esta Mercè es la última de un ciclo político”, añadió Munté. Tampoco el socialista Jaume Collboni, líder de la formación