El Govern solo sube un 3% la cuota por la plaza pública (son 1,90 euros al día), y las cuentas no salen
el tiempo”, afirma ese director.
“Con el actual coste de la vida no sé cómo vamos a poder mantener –todo es ahora mucho más caro– un servicio digno a los usuarios. Esta oferta queda a años luz de la subida de precios por la inflación”, asiente Andrés Rueda, presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales (AEDGSS).
La patronal del tercer sector social de Catalunya confía, por su parte, en que este incremento de la cuota en un 3% sea el “punto de partida” para mejorar las cosas. Aunque comparte que esa cifra “no cubre las necesidades de mejora de las condiciones laborales de los trabajadores ni de la sostenibilidad de la actividad”.
Desde la Conselleria de Drets Socials se precisa, además, que ese 3% de subida (un gasto de 44 millones) se propone para mejorar los sueldos de los profesionales que trabajan en las residencias. Esta es, sin duda, una reclamación histórica pendiente de respuesta. Pero ¿qué pasa con los menús (la cesta de la compra es más cara) o los gastos en calefacción, con el precio de los carburantes y electricidad disparados?
“Habrá que hacer malabarismos”, augura Andrés Rueda. “Está claro que con este ridículo incremento en la asignación económica por plaza y con los precios de la alimentación por las nubes, el problema con los menús de los usuarios –de eso se quejaba días atrás Mariano, usuario de un geriátrico de Madrid– se va a agravar”, sentencia María José Carcelén, de la Coordinadora de Familiars de Residències 5+1.
Cinta Pascual, presidenta de la Associació Catalana de Recursos Assistencials (ACRA), valora “positivamente” este acuerdo, pero no esconde que ese dinero extra no compensa “los efectos del encarecimiento de los precios provocados por la inflación”.
Con la nueva tarifa, el precio mensual de una plaza pública en una residencia asistida pasa de 1.944,23 euros a 2.002,56 euros.
En los centros de día (jornadas laborables) se pasa de 697,62 euros al mes a 718,55 euros.
Si ese dinero extra se destina mayoritariamente a mejorar el sueldo de unos profesionales, muy maltratados –así lo propone el Govern–, en los comedores de las residencias habrá que tirar de inventiva y salir a la caza de ofertas. “Los proveedores y empresas de catering han subido ya los precios. El menú que antes rondaba los 7 euros tiene ahora un coste de más de 9”, recalca Andrés Rueda. Así que va a ser muy difícil mantener la calidad en la alimentación. Para un menú digno habría que destinar un 17% del presupuesto, sostiene el sector, y ahora se pasa con el 10%. “Los platos aportarán las mismas calorías y proteínas –eso lo supervisan dietistas–, pero a nadie escapa que si las cuentas no cuadran, una salida sea buscar alimentos más baratos, platos menos preparados o sin acompañamiento”, teme Andrés Rueda.
¿Y la calefacción? Los precios de electricidad y carburantes se han triplicado. Y eso va a repercutir, como en todos los hogares, en la factura mensual. El único consuelo es que ya no hay que ventilar tanto como durante la pandemia.c