La Vanguardia (1ª edición)

El TNC empieza a tener historia

Los 25 años del icónico teatro sientan las bases de un futuro sólido

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Hace 25 años, el Onze de Setembre de 1997, se inauguró la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya. El arquitecto Ricardo Bofill construyó un moderno templo griego, que es un icono de Barcelona. El director fundador del TNC, Josep Maria Flotats, escogió L’auca del senyor Esteve, de Santiago Rusiñol, dirigida por Adolfo Marsillach. Pero un año antes, el equipamien­to ya había echado a andar con Àngels a Amèrica, de Tony Kushner, dirigida por Flotats en la Sala Tallers, una elección polémica por la autoría extranjera y la temática de la obra en su momento. El sueño de Flotats se acabó en 1998 por desavenenc­ias con el conseller Pujals. La Vanguardia habla con los cuatro directores que desde entonces han estado al frente del TNC. Flotats ha rechazado la invitación.

Domènec Reixach, el segundo director, recuerda: “Lo viví con mucha intensidad. Venía del Lliure y estaba dirigiendo el Centre Dramàtic Nacional (CDN). Recibí la llamada del conseller y me agobié un poco, pero me entusiasmé. Teníamos un equipo en el CDN que podíamos pasar al TNC, como un premio por el trabajo hecho. Era un gran reto, que afronté con la energía de la juventud y algo de experienci­a acumulada”.

Reixach vio clara la magnitud del proyecto: “Tenía que rodearme de un equipo y sentamos las bases que debía tener el TNC: un teatro abierto a todos, con presencia de la autoría catalana clásica y contemporá­nea, el repertorio universal, el contemporá­neo universal y un espacio para la danza. Para ello, existía el compromiso de la conselleri­a de abrir la Sala Tallers de forma permanente”, pero no tuvo continuida­d.

Su sustituto, Sergi Belbel, refiere: “La gente que trabaja en el TNC forma un equipo muy sólido y competente. Mi predecesor lo tuvo más crudo, porque fueron los años más turbulento­s cuando Flotats se fue”. Pero Belbel sufrió la crisis del 2008 y vio cómo el presupuest­o se fue reduciendo hasta casi la mitad: “La temporada 2012-13 fue muy mala. Nos obligaron a hacer un ERE y hubo el cambio del IVA al 21%, que me obligó a deshacer compromiso­s... Conservo un recuerdo agrio, a pesar del paso de gigante que había dado el teatro catalán. Y un teatro como el Nacional tiene una partida importante, intocable, el capítulo 1, que son los sueldos del equipo fijo”.

“De lo que me siento más orgulloso –sigue Belbel– es del proyecto T6, de apoyo a la creación de la dramaturgi­a catalana. Arrancó en la época de Reixach, cuando se estrenó El mètode Grönholm, de Jordi Galceran, y en la mía se consolidó con un presupuest­o más alto. Incluso se creó una compañía, en la época de Cristina Clemente, Josep Maria Miró, Marta Buchaca, Carles Mallol... Podían hacer grandes produccion­es, y algunos, como Albert Espinosa, Jordi Casanovas, Pere Riera y Marc Rosich, estrenaron en la Sala Gran,

Reixach: “Había un compromiso con la conselleri­a de que la Sala Tallers fuera un espacio para la danza”

Belbel: “Un teatro como el Nacional tiene una partida intocable: los sueldos del equipo fijo”

Un cono de arce ona

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