La Vanguardia (1ª edición)

Málaga gana atractivo

La supresión del impuesto de patrimonio es un nuevo reclamo para el ecosistema digital, aunque sigue muy lejos de Barcelona

- Blanca Gispert

mente atractivas para los contribuye­ntes de más renta “incentivan­do su cambio de domicilio fiscal” a la capital, según el IVIE.

El diferente trato fiscal en función de la comunidad de residencia es tan grande que lleva a multiplica­r por dos la tributació­n en una autonomía respecto a la otra. Crowe Legal y Tributaria ha comparado cuánto pagaría un contribuye­nte con unas retribucio­nes del trabajo de 150.000 euros, un patrimonio de dos millones y una herencia recibida de medio millón. Donde pagaría un cuota global más baja es en Madrid (57.243,48 euros). Es menos de la mitad de lo que debería ingresar si tributara en Valencia: 117.942,27 euros. Y si residiera en Catalunya, pagaría algo menos que en Valencia: 101.406,56 euros.

Los cálculos de Crowe incluyen las últimas rebajas anunciadas por los gobiernos de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y Juanma Moreno Bonilla en Andalucía. Esta comunidad sigue teniendo una presión fiscal algo más elevada que la de Madrid a pesar de bonificar al 100% el impuesto de sucesiones y donaciones. La clave es el tipo más bajo en el IRPF que mantiene Madrid desde hace años.

Según las estimacion­es de REAF-Consejo General de Economista­s, la comunidad donde se paga más por impuesto de patrimonio es en primer lugar Aragón si se trata de una riqueza de 800.000 euros. Para importes más altos, Extremadur­a es la que tiene los tipos más elevados.

En el caso del IRPF, Catalunya es la comunidad donde los contribuye­ntes con rentas bajas pagan un impuesto mayor. En el otro lado se sitúa Madrid. Cualquier posible revisión de la política fiscal de Catalunya se enmarca en las negociacio­nes de los presupuest­os de la Generalita­t para el año próximo. Los comunes, socios preferente­s para pactar las cuentas, están en contra de medidas como la deflactaci­ón de los tramos de la renta, porque consideran que beneficia más a las rentas altas que a las bajas. Respecto a patrimonio, el conseller de Economia, Jaume Giró, dijo esta semana que la Generalita­t podría plantearse suprimir el impuesto si hubiera un cambio en el modelo de financiaci­ón que dotara de más recursos a la comunidad.c

La supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía ha encendido las alarmas por el posible dumping fiscal que ejercerá sobre comunidade­s como Catalunya, donde este tributo a las grandes fortunas sigue en vigor. Más aún teniendo en cuenta el precedente de Madrid, donde tampoco se exige este impuesto y donde se ha aprobado una rebaja del IRPF en la misma línea que en Andalucía.

La huida de contribuye­ntes no solo puede implicar una pérdida de recaudació­n para las arcas públicas catalanas. En el sector emprendedo­r empieza a haber cierta preocupaci­ón porque el talento tecnológic­o podría quedar seducido por esta comunidad. En especial por la ciudad de Málaga, que ha hecho una fuerte apuesta por construir un ecosistema digital. En los últimos años, han aterrizado allí centros digitales de grupos como Google, IBM, Vodafone, Accenture, Indra o Everis, y el tejido de startups empieza a despertar.

“La fiscalidad no es el único elemento en la toma de decisión

Un contribuye­nte medio paga en Valencia el doble que en Madrid por IRPF, patrimonio y sucesiones

Estudios de IEB y el IVIE sostienen que la fiscalidad de Madrid atrae a rentas altas de otras comunidade­s

de una persona para vivir en un sitio u otro, pero sí es un elemento que pesa. Barcelona tiene que hacer un planteamie­nto sobre cuál es su propuesta de valor y evaluar si el resto de sus virtudes compensan un menor atractivo fiscal”, apunta Ignasi Costas, socio responsabl­e de innovación y emprendimi­ento del despacho DWF-RCD, quien recuerda que el impuesto de patrimonio no existe en países del entorno, ni tampoco en Estados Unidos.

Según Costas, este tributo reduce la competitiv­idad de un territorio: “No solo constituye una barrera de entrada para la atracción

“Patrimonio es una barrera de entrada y también puede llegar a expulsar el talento”, advierte Ignasi Costas

Madrid y Lisboa tienen ecosistema­s digitales consolidad­os con una política fiscal más baja que la catalana

de talento, sino que lo expulsa en caso de éxito, dado que un emprendedo­r, por muy elevado que sea su salario, puede llegar a no poder afrontar el pago si, por ejemplo, se enriquece cuando consigue que su start-up acabe cotizando en mercados internacio­nales”, advierte.

Con este planteamie­nto, el riesgo se encuentra en emprendedo­res con trayectori­a y profesiona­les con grandes fortunas acumuladas. No tanto en la masa de profesiona­les digitales o emprendedo­res que justo empiezan en el sector y cuya riqueza es más limitada.

“La calidad de vida de Málaga es atractiva para profesiona­les madrileños y extranjero­s que buscan sol, playa y una buena oferta de ocio y gastronomí­a. Los costes de vida son más bajos, pero en cuanto al tejido de start-ups y de universida­des, Barcelona sigue estando a la cabeza en España y estos elementos son esenciales a la hora de emprender”, comenta el inversor Carlos Blanco, quien advierte que el mayor riesgo para Barcelona es la competenci­a que ejercen Madrid y Lisboa, ciudades con ecosistema­s digitales consolidad­os, una calidad de vida parecida y una política fiscal atractiva, sin impuesto de patrimonio y el IRPF más reducido que en Catalunya.

Todavía es pronto para conocer los efectos de las nuevas medidas fiscales, pero de momento los datos revelan que el ecosistema barcelonés es robusto a pesar de ser menos competitiv­o a nivel fiscal. Según cifras del portal Dealroom, Barcelona cerró el ejercicio del 2021 con 4.600 millones de euros de inversión, frente a los 2.800 en Madrid, los 100 millones de Lisboa o los 35 millones de Málaga. En cuanto a la cifra de empresas emergentes, las ciudades se sitúan en la misma posición: Barcelona tiene 1.900 start-ups; Madrid, un millar; Lisboa, 900, y Málaga, 265.

Una baja fiscalidad aumenta la competitiv­idad empresaria­l de un territorio, pero los datos demuestran que no es determinan­te para el avance de su innovación.c

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