La Vanguardia (1ª edición)

El icono pop de la ultraderec­ha

Lectora de Tolkien y exmilitant­e de las juventudes posfascist­as, Meloni se presenta como la gran “patriota” italiana

- Anna Buj Roma. Correspons­al

En esta campaña electoral italiana un vídeo ha corrido como la pólvora en las redes sociales. Es un reportaje de una televisión francesa de 1996. Habla de Giorgia, una chica de 19 años que militaba en Alianza Nacional, una nueva versión del posfascist­a Movimiento Social Italiano (MSI). Distribuye panfletos contra la izquierda y tiene una opinión clara: “Yo creo que Mussolini era un buen político. Todo lo que ha hecho, lo ha hecho por Italia, y eso no lo encontramo­s en los políticos que hemos tenido en los últimos 50 años”.

Hoy esa chica es una mujer de 45 años que tiene todo encaminado para ser la próxima primera ministra de Italia, la primera mujer en lograrlo. Ahora reniega del fascismo, dice que es algo que la derecha italiana ha relegado al olvido desde hace décadas, aunque de vez en cuando aparecen nostálgico­s entre su partido, Hermanos de Italia (HdI), la formación que acaba de ganar las elecciones anticipada­s en Italia, según los sondeos a pie de urna. Meloni ya no se presenta como una fan de Mussolini, sino como una conservado­ra, una “patriota” que quiere defender los intereses italianos en Bruselas. En las últimas elecciones del 2018 logró un 4% de los votos, pero con paciencia y cierta coherencia ha logrado convencer a la mayoría de los votantes.

Para entender el pensamient­o de Meloni es muy interesant­e leer su autobiogra­fía, Io sono Giorgia, que fue un éxito de ventas en Italia. La escribió –y de aquí el título– después de un famoso discurso en la plaza de San Juan de Letrán de Roma, un bastión sindicalis­ta, que se hizo viral cuando dos jóvenes lo tunearon con música electrónic­a para tomarle el pelo. En lugar de irle a la contra, le hizo un favor. En todas las discotecas sonaba ese pegadizo “Yo soy Giorgia, soy una mujer, soy una madre, soy cristiana”. Meloni ya era un icono pop.

En el libro, Meloni cuenta el abandono que sintió cuando era muy pequeña y su padre decidió dejar a su madre, Anna, a su querida hermana Arianna y a ella y marcharse a las islas Canarias. De vez en cuando le iban a visitar a la Gomera. Hasta que un verano, decidió que no iba a tener más contacto con él, y así fue hasta su muerte, que le dejó indiferent­e. Es un tema del que habla recurrente­mente para argumentar que no está a favor de las adopciones de los homosexual­es. Considera que su experienci­a le ha permitido entender que “lo ideal” para un niño es “un padre y una madre”.

Su infancia no fue nada fácil. Después de incendiar la casa de su madre en el elegante barrio de la Camillucci­a de Roma jugando con su hermana, tuvieron que mudarse al popular Garbatella, junto a sus abuelos, y empezar de cero. En el colegio sufría acoso escolar. Escribe que con nueve años pesaba 65 kilos. Era una niña seria, con un carácter difícil. Cuando unos jóvenes no le dejaron jugar con ellos a voleibol por estar “gorda” tuvo dos cosas claras. La primera, que iba a adelgazar. La segunda, que “los enemigos son útiles”.

Fue con 15 años que decidió llamar a las puertas de la sección de su barrio del Frente de la Juventud, la organizaci­ón juvenil del MSI, un partido fundado por los partidario­s de Mussolini tras la Segunda Guerra Mundial. Era 1992, Italia vivía una gran convulsión política por el proceso de Manos Limpias, que estaba terminando con los grandes partidos. Había empezado a ir a alguna manifestac­ión del Frente, acompañada por una compañera de escuela. Para ella aquellos chicos significab­an mucho más que un grupo político. Según cuenta, encontró un grupo de gente que venía de situacione­s familiares particular­es, un punto de apoyo.

Combinaba los fines de semana de activismo con trabajos de niñera o camarera. De esa época es una fotografía de ella vestida de Sam Gamyi, uno de los hobbits de El señor de los anillos, de Tolkien, que para los retoños de la ultraderec­ha representa­ba un libro sagrado más que una fantasía épica. Visitaban escuelas disfrazado­s, y todos los militantes debían elegir un personaje. Se reunían bajo la llamada del cuerno de Boromir. Su favorito siempre fue Sam, un papel secundario, jardinero y compañero leal de Frodo; sin él no habría cumplido sus gestas.

Poco tiempo después fue elegida líder del movimiento juvenil de Alianza Nacional, el nuevo partido en el que se había transforma­do en MSI, y consejera de provincia en Roma. La continuaci­ón ya es sabida. Fue escalando, poco a poco, hasta llegar a la Cámara de Diputados con 29 años, y fue elegida su vicepresid­enta más joven. Con 31 años, Berlusconi la nombró ministra de Juventud, de nuevo la más joven en lograrlo. En el 2012 formó su propio partido, Hermanos de Italia. Intentó convertirs­e en el 2016 en alcaldesa de Roma, pero aunque no lo logró, el hecho de que hiciera campaña embarazada contra los deseos de los hombres de la derecha que pensaban que debía centrarse en ser madre le dio una gran popularida­d. “Es la única mujer que se ha hecho a sí misma, que se ha construido con su esfuerzo, que estudia, que tiene coherencia y que ha demostrado no tener que agradecer a ningún hombre que la colocara en el lugar adecuado”, destaca una de sus candidatas, Elena Leonardi. Tiene una niña,

Su niñez estuvo marcada por el abandono que sintió por parte de su padre y por el acoso escolar

Ginevra, de seis años, con un periodista televisivo con el que no está casada.

Meloni no es una gran oportunist­a como Matteo Salvini, que cambia de ideales según sople el viento en los sondeos. Ella siempre lo ha tenido todo muy claro, aunque antes lanzase mensajes antieuro y ahora prometa moderación. Habla de una Europa “de los pueblos”, con menos soberanía en Bruselas. Sus aliados son el húngaro Viktor Orbán, Santiago Abascal o el polaco Mateusz Morawiecki. Quiere frenar la inmigració­n y reformar la Constituci­ón italiana para hacerla más presidenci­alista. Defiende la “familia natural” y la “identidad sexual” contra la “ideología de género” y los “lobbies LGTBI”, aunque esta campaña ha prometido que no va a limitar el aborto. La gran pregunta ahora es si prevalecer­á el ultranacio­nalismo o la lealtad institucio­nal a la UE. Europa lo descubrirá muy pronto.c

 ?? Coreose nalselle / Gerry ?? Giorgia Meloni en un mitin de su partido en agosto
Coreose nalselle / Gerry Giorgia Meloni en un mitin de su partido en agosto

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain