La Vanguardia (1ª edición)

La mandolina napolitana

- Iván Redondo rya@redondoyas­ociados.com

Su sonido es inconfundi­ble. Se afina como un violín: Sol, Re, La, Mi, de la más grave a la más aguda. Para mi generación la tocaba el Capitán Corelli en la novela de Louise de Berniéres de 1994. Una obra que habla de la guerra y del amor, de la inocencia, de la esperanza, de la invasión y la resistenci­a. De cómo adaptarte y convivir con situacione­s difíciles. Y de música, mucha música, en forma de una mandolina napolitana que nos ayudará a explicar los efectos electorale­s en España de la contundent­e victoria de la derecha italiana de la mano de Georgia Meloni.

La mandolina nos descubre al igual que en Italia la contienda central: no vamos hacia un plebiscito sobre economía sino sobre España y sus grandes capacidade­s. ¿Cambio de ciclo o cambio de época? Como nos explica Antonio Corelli en la ficción, estamos ante dos posibilida­des: “Si la mandolina se toca fuerte suena marcial y hosca, es un acorde para guerriller­os y partisanos”. El resultado en Italia podría servir en este caso, pensarán algunos, para usar el auge de la ultraderec­ha como una llamada a la acción de la izquierda española en una estrategia-espejo contra PP-Vox. Nadie debería dar por bueno ni este escenario ni el acierto de esta nada original estrategia. Más Vox (y no en su justa medida) podría tener precisamen­te un efecto electoral tan contraprod­ucente como en Andalucía o cambio de ciclo.

La maniobra de retroalime­ntarse perjudicó a PSOE y Vox en el sur. Generó ruido, sin escucharse ningún otro de sus mensajes. De volver a reproducir­se esta dialéctica, para el que lo sepa ver, podría beneficiar en exclusiva a Alberto Núñez Feijóo frente a Pedro Sánchez y al proyecto en solitario de Macarena Olona

frente a Santiago Abascal. El Vox que cerró el 2021 como el partido que mas creció en votos no es el que está finalizand­o el 2022 siendo de los que más pierden sin contar Cs. Meloni no sumó en aquella campaña. Ella se percató cuando llegó a Italia.

Nuestro capitán literario continúa: “Si, por el contrario, la mandolina se acaricia, es un acorde de infinita y anhelante melancolía”. La izquierda tiene en ese caso un reto para las próximas elecciones generales del 2023: volver a unirse.

Por este motivo han perdido los comicios en Italia. Por esta razón ha vencido la derecha. La ley electoral manda y debería estar por encima de partidos y personas. Es la principal lección, y luego, todo lo demás. En esta materia sí hay corredor, a pleno rendimient­o, BarcelonaL­ivorno para extraer conclusion­es o cambio de época.

Las coalicione­s en el siglo XXI vuelven para expresarse como en el Gobierno han llegado para quedarse. El Sumar de Yolanda Díaz debe encontrar la fórmula para integrar todo lo bueno de Unidas Podemos, como ellos hicieron antes con IU, al igual que deben Sumar a Pablo Iglesias y a Más Madrid, entre otros. Y a su vez, el presidente del Gobierno debería Sumar con Yolanda Díaz en provincias clave, como por ejemplo, en las que se reparten menos de seis diputados, donde la derecha está en votos inalcanzab­le. Se necesita alturas de miras, abandonar egos y un equipo político capaz de reconcilia­r a toda la izquierda. Viendo más allá de aquellos que se consideran el centro en la izquierda o los que piensan

Italia podría servir para usar el auge de la ultraderec­ha como una llamada a la acción de la izquierda española en una estrategia-espejo contra PP-Vox. Nadie debería dar por bueno ni este escenario ni el acierto de esta nada original estrategia

Sumar de Yolanda Díaz debe encontrar la fórmula para integrar todo lo bueno de Podemos

que son la izquierda del centro. Un debate y unas categorías ya superadas.

La mandolina napolitana tiene un sonido sugestivo. Cuando reaparece en forma de elecciones, te invita a tocarla. Así es la política italiana, irresistib­le al verbo. Se puede entrar en relacionar la influencia de sus resultados o no en España, pero si lo haces debes tener mucho cuidado. Como en la cocina, la mandolina puede hacerte rodajas, con efectos a un lado y a otro del tablero. Y la clave, como Corelli a Pelagia en la novela, reside en, antes de rasguear la mandolina, conectar con el verdadero estado de ánimo de a quién diriges la melodía. La derecha italiana ha sabido tocarla muy fuerte cuando era necesario y acariciarl­a muy suave hasta la victoria.

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Abascal, Meloni y Olona, en la campaña andaluza de hace unos meses

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