La Vanguardia (1ª edición)

Impulso a la industria militar

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Con el brutal intento de invasión de Ucrania por las tropas de Rusia para intentar conquistar el país, tras siete meses de duros combates con miles de muertos, heridos y enormes daños materiales, el pacifismo ha sufrido un intenso retroceso. La necesidad de defenderse frente a los ataques exteriores ha desatado la dinámica de reforzar las políticas de defensa de todos los países. El gasto militar se multiplica en todo el mundo, lo que supone un fuerte impulso para la industria de la defensa y para el comercio de armas, que ya antes era un gran negocio.

La espectacul­ar demostraci­ón de armamento de última generación efectuada por China semanas atrás frente a las costas de Taiwán, seguida poco después por otras espectacul­ares maniobras militares de Estados Unidos, es un ejemplo más de la renovada apuesta de las grandes potencias por el militarism­o. A este escenario de alta tensión bélica en el mundo se han sumado las amenazas de guerra nuclear que realiza el peligroso presidente de Rusia, como si quisiera emular al dictador de Corea del Norte.

El viejo dicho de que si quieres paz debes prepararte para la guerra se ha impuesto con una contundenc­ia inimaginab­le hace algunos años, especialme­nte en Europa, y el mundo almacena, día tras día, arsenales militares tan potentes como para destruir el planeta varias veces. Es una verdadera locura.

El escenario geoestraté­gico mundial es, por todo lo dicho, extremadam­ente preocupant­e. Hay que volver a poner en valor los principios pacifistas. Pero, mientras eso no llegue, la industria del armamento vive una edad de oro en todo el mundo, y también en España. El Gobierno del presidente Sánchez, además, quiere aprovechar la ocasión para reforzar y modernizar la industria española del armamento, distribuid­a entre las propias empresas de material militar y los sectores naval, aeroespaci­al y de telecomuni­caciones e informátic­a. A ello le obliga el compromiso adquirido con la OTAN para ampliar el presupuest­o de Defensa hasta el 2% del producto interior bruto (PIB). El esfuerzo económico empieza el próximo año, en el que está previsto, según el borrador de los presupuest­os generales del Estado, llegar hasta el 1,2% del PIB, lo que supone unos 2.500 millones de inversión adicional.

El impulso a la industria de defensa española comporta, entre otras cosas, fomentar las fusiones en una actividad que se halla muy atomizada, reforzar los grandes grupos existentes y potenciar al máximo la investigac­ión tecnológic­a. En la actualidad, el sector de la defensa en su conjunto está compuesto por más de trescienta­s empresas, la mayoría pequeñas y medianas, lideradas por cuatro grandes grupos: Airbus, Navantia, GDELS-Santa Bárbara e Indra. En su conjunto, el sector de la defensa factura 14.000 millones de euros anuales, emplea a más de 200.000 personas, tanto directa como indirectam­ente, y aporta un 1,7% del PIB nacional. Es asimismo una importante punta de lanza para la investigac­ión tecnológic­a y la formación de personal altamente cualificad­o. Impulsar la industria militar y de la defensa no equivale estrictame­nte a ser militarist­a sino a prepararse, como Estado, para proteger ante las nuevas amenazas a los ciudadanos españoles y al conjunto de países aliados que forman parte de la OTAN. Esto explica que, como consecuenc­ia de la guerra de Putin en Ucrania, sea un Gobierno de izquierdas, en el que hay una formación claramente antimilita­rista, como es Unidas Podemos, quien está a punto de aprobar el mayor presupuest­o militar de la historia de la democracia española.

Sería mejor, ciertament­e, poder destinar ese dinero a otras necesidade­s, pero, al menos por un largo tiempo, no parece haber desgraciad­amente otra alternativ­a. Lo mejor sería –y esa es la gran paradoja– que el armamento que se desarrolle con esas millonaria­s inversione­s no tuviera que utilizarse nunca.c

La agresión de Putin a Ucrania comporta importante­s inversione­s en defensa

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