La Vanguardia (1ª edición)

Cuando falla el tono

- M amps@lavanguard­ia.es

El tono en que una cosa es dicha influye directamen­te en la manera de interpreta­rla de quien escucha. Eso se circunscri­be al lenguaje oral, claro. Para el lenguaje escrito, los signos de puntuación son el recurso que se usa para que quien lea un texto sepa qué intención le ha querido dar el autor. Pero los signos de puntuación tienen unas capacidade­s limitadas. Por ello, en una obra de teatro, el dramaturgo añade acotacione­s, porque con los interrogan­tes y las exclamacio­nes no tiene bastante y, así, quien lo tenga que decir sepa por dónde va la cosa.

Ahora se han añadido los emoticonos, que muchas veces, más que ayudar a interpreta­r el tono de unas palabras, lo que hacen es sustituirl­as directamen­te. Pero sí es verdad que aportan una informació­n valiosa para interpreta­r correctame­nte el tono del mensaje del emisor. Hace un tiempo, en Twitter hubo el debate de marcar los tuits que fueran irónicos con una etiqueta como #ironia, de modo que quien los leyera no los interpreta­ra en el sentido recto y no se confundier­a. El debate se cerraba en sí mismo porque, si la ironía se explicita, automática­mente deja de ser ironía. Como quien explica un chiste y acto seguido añade un comentario por si alguien no lo ha entendido.

Pero volvamos al tono en que se dicen las cosas. Pongamos por caso una trabajador­a que, cuando alguien le comunica algo en el trabajo con un tono de exigencia inadecuado, su cerebro lo rechaza y lo borra inmediatam­ente.

Hay personas que, digan lo que digan, siempre parece que estén riñendo

Y si luego le piden explicacio­nes, su gran respuesta es: “Quizá te ha fallado el tono”. Porque es verdad que hay personas que, digan lo que digan, siempre parece que estén riñendo. Del mismo modo que hay políticos que no bajan del tono de bronca pensando que, así, las mentiras que dicen se convierten en verdades.

Ahora, un estudio de la UPF indica que “las variacione­s prosódicas de los cuidadores pueden mejorar la comunicaci­ón con los pacientes de alzheimer”. El equipo dirigido por Emma Rodero, catedrátic­a de Psicología de los Medios y Neurocomun­icación, concluye que “el cuidador tiene que hablar con afecto pero con firmeza, articular bien, usar una entonación variada, una velocidad y una intensidad medias, un tono medio o grave y marcar las palabras importante­s”. Y aún añade que “hay que evitar hablar con paternalis­mo, utilizar una entonación monótona, pereza articulato­ria y una velocidad rápida, una intensidad alta y un tono agudo”.

En un mundo hiperconec­tado y audiovisua­l, saber hablar con el tono adecuado es cada vez más necesario, tanto para que el mensaje no sea malinterpr­etado, como por un respeto hacia el receptor, como en este caso ilustrativ­o de los enfermos de alzheimer.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain