El Partido Comunista francés la expulsó en 1950 “por ninfómana, arrogante y de moral ligera”
(*) Galeries adherides al Gremi de Galeries d’Art de Catalunya.
(1976), que significa el mejor ejemplo de literatura en soporte cinematográfico que conozco, junto con Fata Morgana (Espejismos), de Werner Herzog. La misma banda sonora, pero con distintas imágenes en cada parte del díptico, despierta el uso de imaginación, más fértil que el uso de razón convencional.
Más allá de su obra, realizada en distintos medios, Marguerite Duras era una persona extraordinaria. En cierto sentido, todos lo somos. Pero ella se distinguía de la mayoría por su integridad, por una actitud valiente y claramente antigregaria, y por una lucidez que se basaba en su falta de miedo a la verdad y en su libertad de pensamiento y de acción consecuente. Esa libertad interior que nadie le podía arrebatar tenía, sin embargo, una existencia difícil en un contexto cultural francés donde predominaba no sólo el libertario existencialismo, sino también la ideología y la estética uniformadora del Partido Comunista. En la Francia de la posguerra, el poder cultural lo tenía gente que admiraba a Stalin y miraba hacia otro lado cuando alguien mencionaba el gulag y el exterminio, en la Rusia soviética y sus colonias satélites, de disidentes demócratas y antiautoritarios.
Naturalmente, Duras detestaba a Sartre, y el desprecio era recíproco. La militante antifascista Duras fue expulsada del Partido Comunista francés en 1950, y en el informe oficial se explicaban así los motivos de su expulsión: “Por ninfómana, arrogante y de moral ligera”. ¡Un informe insuperable!... Todo ese presun
Tras la cámara
India Song, siempre inacabada y siempre prolongable. La Filmoteca de Madrid tuvo que posponer la presentación programada. Pero lo mejor es que Eugeni y yo nos volvimos a encontrar con ella en Génova, en abril de 1980, con motivo de un festival de cine experimental donde presentábamos algunas de nuestras películas. Entonces no había un tren que tomar y la conversación se prolongó, en comidas y cenas bien regadas, durante una semana. Su contenido no cabe aquí. Citaré sólo un intercambio informativo sobre asuntos etílicos en que yo le contaba los síntomas místicos, visionarios y también peligrosos que producía la absenta –entonces prohibida en Francia y permitida en España– y ella me recomendaba probar la grappa italiana porque deparaba unos sueños –más bien pesadillas– fuera de lo común.c