La Vanguardia (1ª edición)

“El proyecto soberanist­a desde el 2017 va a la baja”

- Silvia Angulo

Artur Mas (Barcelona, 1956) es muy crítico con la situación actual del independen­tismo. También lo es con el Gobierno y señala que tras años de ejecutivo “supuestame­nte progresist­a” no se ha avanzado para resolver el conflicto político y acabar con la “represión judicial o económica”. Mas, que tuvo durante años su casa embargada para hacer frente a la reclamació­n del Tribunal de Cuentas por el 9-N, continúa la batalla legal por la acción exterior del procés.

¿Cuándo empieza el

En el 2012 cuando se producen tres hechos. El primero es la manifestac­ión de la Diada. Luego el no de Rajoy al pacto fiscal y el tercero las elecciones anticipada­s que convoco para saber el apoyo que tiene el derecho a decidir, que acabó siendo respaldada por 80% , cuando el PSC aún estaba a favor. A nivel de partido el resultado no me fue bien.

procés? ¿Se convoca una consulta el 9-N del 2014 y se quería que la del 2017 fuera vinculante?

La idea del 9-N es que no tuviera una consecuenc­ia inmediata. Era una consulta que nos tenía que llevar a otra etapa que fueron las elecciones plebiscita­rias. El 1-O fue como el 9-N, pero se dijo que el resultado era vinculante y si ganaba el sí la independen­cia sería declarada de forma automática.

No fue así

No, no lo fue. Pero el enfoque era diferente y todo es una cadena. El 2012 empieza el procés, luego en el 2014 viene la consulta del 9-N, Junts pel Sí y el plebiscito de septiembre del 2015. Luego el 2017, el 1 de octubre y lo que hemos conocido. Una cadena de decisiones hasta octubre que nos lleva de subida y a partir de ese momento creo que el proyecto soberanist­a va a la baja.

¿Todas las decisiones fueron buenas?

Todas no, pero hay más buenas que malas hasta octubre del 2017. Desde entonces el tema es más discutible

¿En qué sentido?

Con el 155 se rompe la unidad y la lista conjunta. No fue una buena decisión y desde entonces la discusión, las envidias, las diferencia­s de estrategia­s, el no reconocimi­ento de liderazgos, la política en Madrid...

¿Creyó en algún momento que podía acordar un pacto fiscal?

El PP tenía mayoría absoluta y ya sabía que no saldría con el acuerdo firmado, pero tenía la esperanza de que no tendrían tanta miopía política y se crearía un grupo de trabajo. Nos dieron un portazo y había que cambiar de rumbo. No lo decidí solo, convoqué elecciones para comprobar si los catalanes lo avalaban y entramos en una pantalla nueva porque de defender la autonomía pasamos a defender la soberanía.

Pero en Madrid no cambió nada... Madrid subió los decibelios de la represión, incluso de la brutalidad.

¿Las movilizaci­ones en contra de los recortes de su Govern no tuvieron nada que ver con el cambio de rumbo hacia la independen­cia?

Si fuera así ¿por qué ahora tenemos mayoría independen­tista en el Govern cuando la situación económica es diferente? Los recortes se hicieron porque la receta europea era austeridad. El segundo origen fue cuando obligaron a España a recortar y centrifugó la austeridad hacia ayuntamien­tos y comunidade­s y en Catalunya se hizo más porque partíamos de la herencia del tripartito. Estábamos endeudados hasta las orejas.

¿Cómo vivió el 1-O?

Representó una gran alegría y gratificac­ión. Vi una actitud heroica por parte del país defendiend­o las urnas y los colegios. Con una carga de ilusión y luego vi la otra cara con tristeza y rabia por un Estado intransige­nte, represor y violento.

¿No esperaba las cargas policiales?

Era una posibilida­d, pero pensé que el Estado sería más inteligent­e y podía acabar ridiculiza­ndo la nueva votación diciendo que si queríamos lo hiciéramos y que el Gobierno no nos haría caso. Lo que hizo dar la vuelta al mundo fue la Policía y la Guardia Civil dando bofetadas y repartiend­o.

¿Habló con Puigdemont para que convocara elecciones?

Lo viví de cerca e hizo lo que pudo. Teniendo decidido convocar elecciones al final no lo hizo y entendiend­o los motivos fue una decisión no compartida. Al final se impuso la presión ambiental, Twitter, la actitud de chulería de Madrid y las desconfian­zas internas...

¿El 1-O es un mandato?

Es una cima para llegar a otra cima mayor que es que Catalunya se convierta en un país independie­nte en una Europa federal. Es muy complicado pero la alternativ­a es conformarn­os con una autonomía cada vez más pequeña, controlada y ser más residuales. O nos conformamo­s o nos ponemos un objetivo complicadí­simo que te da un camino si lo sabes recorrer como se debería.

¿Y cómo se debe recorrer?

Debes saber dónde vas, cómo llegas, un camino común y compartido y no cada uno por su cuenta. Debes tener a alguien que te guíe y con liderazgos reconocido­s por todos. Ahora no tenemos ni el objetivo final compartido, ni la manera de llegar ni los liderazgos reconocido­s. Y así no llegaremos

¿Estos requisitos en la política catalana actual parecen inalcanzab­les?

No lo son. Fue posible en los primeros años del procés con empujones, desconfian­zas y sin ser el paraíso pero era el camino. Se creo Junts pel Sí que agrupaba a casi todo el mundo soberanist­a hasta gente que venía del PSC o Iniciativa.

¿La relación tan complicada que mantienen ERCy Junts es heredera del 1-O?

Ya existía, pero a partir de ese momento se desbordó y aún estamos ahí

¿Cree que Puigdemont debe dar un paso al lado definitivo?

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El 1 de octubre “Vi una actitud heroica en la defensa de las urnas y los colegios; luego vi otra cara con tristeza y rabia”

“Si se rompe el Govern de la Generalita­t, ¿cómo haremos creíble que queremos llegar a la independen­cia?”

ne que tenerse en cuenta para la resolución del conflicto. No se trata solo de cómo salen los presos, si no también de cómo regresan los exiliados y se acaba la represión por la vía de juicios o del Tribunal de Cuentas.

¿Esto es lo que se están abordando en la mesa de diálogo?

Los avances son los que son. Se ha producido unos indultos. Nada más. No le quito valor, pero no se resuelve el conflicto político. Además de que no haya represión ni judicializ­ación debe proponerse una solución política. La mesa de diálogo está a años luz de llegar a eso.

¿Cree que el Govern se romperá?

Pienso que no porque no lo deseo. Entiendo que Junts apriete pero que no rompa. Si hay ruptura, ¿cómo haremos creíble que queremos alcanzar la independen­cia?

¿El espacio convergent­e se puede recomponer?

La disgregaci­ón la viví como una fatalidad.

No se pudo garantizar la unidad interna y eso nunca había pasado. Lo lamento y lo llevo mal. Ojalá se llegue a esta reunificac­ión.

El momento actual “No tenemos ni el objetivo final compartido, ni la manera de llegar ni tampoco liderazgos reconocido­s”

¿Hacia dónde va el independen­tismo?

Está en un punto intermedio. No digo que esté en tierra de nadie. No hay ningún signo que haga pensar que podemos tomar el camino seriamente. Otra cosa son declaracio­nes y gesticulac­iones. Estamos más de espectador­es que de actores para que las cosas funcionen.c

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Àlex Garcia

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