La Vanguardia (1ª edición)

Tiempo de rebajas

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Las verdades en economía acostumbra­n a durar poco. Y más cuando las crisis aprietan, los ciudadanos se impacienta­n y los políticos se angustian. El debate sobre si hay que subir o no los impuestos en momentos como el actual resulta fascinante. En España, Ximo Puig ha roto con el esquema de que la derecha baja impuestos para que la gente pueda gastar más, mientras la izquierda intenta subirlos para repartir mejor. En la Moncloa han puesto mala cara. Pero otros gobiernos autonómico­s donde mandan los socialista­s, como Navarra, están negociando también una rebaja fiscal con sus socios a las rentas medias y bajas. Y no serán los únicos.

Hay una doctrina económica, que es la que defiende el PP, que considera que en momentos como el actual es mejor rebajar los impuestos para que el dinero esté en los bolsillos de

Puig considera que es mejor que el dinero esté en los bolsillos de los ciudadanos

los ciudadanos. Mientras que existe otra, que es la que trata de imponer el PSOE, que sostiene que el Estado debe acaparar más rentas para redistribu­irlas equitativa­mente. El problema es que cada autonomía tiene una situación distinta y la realidad no siempre está para ideologías. Sobre todo cuando las elecciones en esas comunidade­s son en ocho meses.

En el fondo, el debate recuerda a la polémica entre Johan Cruyff y Josep Lluís Núñez, cuando el primero defendía que el dinero debía estar en el campo y no en los bancos. Cruyff quería mejores futbolista­s y Núñez deseaba no compromete­r la economía del club. La cuestión es que sin un buen equipo no se ganan copas y acaban disminuyen­do los ingresos.

Con la inflación disparada, los ciudadanos se empobrecen, al contrario del Estado, que aumenta su recaudació­n. Por eso algunas autonomías han decidido deflactar el IRPF, que más que una rebaja es un acto de justicia. No solo las gobernadas por la derecha, también otras como el País Vasco, donde el PSOE gobierna junto al PNV. Un caso especial es Madrid, donde la rebaja de impuestos se ha convertido en una doctrina que beneficia más a los que más tienen; en otros territorio­s no deja de ser una manera de hacer política redistribu­tiva. El Estado de las autonomías es eso: otra cosa es que hay comunidade­s infrafinan­ciadas y otras sobrevalor­adas. Pero ese es otro debate.c

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