La Vanguardia (1ª edición)

El escritor al que le cayó un rayo y sobrevivió

El mexicano Emiliano Monge hace desfilar los siglos XX y XXI a través de la biografía de su madre

- Xavi Ayén

La madre del escritor Emiliano Monge (Ciudad de México, 1978) contiene el mundo. Mirar a través de ella es asomarse al agujero del Aleph, comprender el bien y el mal, los enigmas de la humanidad, sus dolores, penas y violencias pero también sus alegrías. En la vida de esta mujer mayor, enferma, está todo. Por ella pasa entero el siglo XX y cachitos del XXI, con sus avances técnicos y sus nuevos códigos morales y hasta sus canciones y sus novelas. Si nuestras madres suelen decir aquello de no me llamas nunca, la de Emiliano Monge no tiene razón de quejarse porque su hijo la ha hecho protagonis­ta absoluta de uno de los mejores libros publicados este año, Justo antes del final (Random House), que también podría haberse titulado Todo sobre mi madre.

La obra podría perfectame­nte pasar por una novela de ficción, tal es el grado de asombro que causan algunas peripecias. “Los cimientos son lo biográfico –explica él, de visita en Barcelona–, y la ficción son los acabados, los límites son más porosos que en mi anterior libro biográfico, No contar todo”, del 2018, en que narraba las vidas de su abuelo, su padre y de él mismo. Monge es, en sí mismo, una prueba viviente de que lo que cuenta el libro es real, pues le vemos, por ejemplo, los tatuajes que le quería borrar su tía.

-¿Y la cicatriz?

-Ya no la tengo. El rayo me alcanzó en abril del 2020, y sobreviví, pero es que en Barcelona y en Cuba me cayeron también otros dos muy cerca. Cuando tienes un rayo, te cambia la polaridad y hace más probable que te alcance otro.

Tal vez ese rayo le haya conferido extraños superpoder­es literarios. La historia de su madre, hija de un psiquiatra y una pianista, es la de una mujer invisibili­zada en una sociedad machista a la que una extraña enfermedad postra, después del parto, en una silla de ruedas. “Los hechos son reales – puntualiza el autor– en más del 90% y los personajes existen. La ficción entra en las zonas de oscuridad, cuando no logré averiguar”.

Su abuelo psiquiatra sufre serias amenazas de muerte y enloquece él mismo hasta el punto de –en el libro– hacer engordar a su esposa con pastillas para que no la seduzcan otros. “Cambió la historia de la psiquiatrí­a, acabó con los electrosho­cks, había sido perito médico en casos de asesinos en serie, a los que trató”. Uno de los temas de la obra es la salud mental, el límite entre cordura y locura.

El detector de chismes capta detalles como que Mario Vargas Llosa rechaza, por clasismo, ser atendido por el hijo del herrero de su pueblo, que se ha convertido en médico. “Esa anécdota me la contó el propio doctor, que me atendió por una afección en la garganta en Arequipa”.

Aparecen inquietant­es imágenes freudianas, desde el padre semicastra­do a la demanda de la madre al hijo de que le masajee en los muslos... “Esa parte me costó muchísimo contarla, puta, mucho más que la pérdida del huevo del padre”. ¿Y las relaciones homosexual­es

“Lo que más me costó es narrar que mamá me pedía que le acariciara los muslos”

de ella? “Eso no me costó, al contrario, en esa etapa la vi muy feliz, me ha costado mucho más entender por qué se quedó tanto tiempo con mi padre”. Lo que más le ha disgustado a ella “son las escenas en que pierde el control del esfínter, en la presentaci­ón del libro en México, irrumpió en la sala diciendo: ‘¡No le cagué encima!’”.

La madre de Monge cocinó para García Márquez: “Hizo la comida de la fiesta en que celebró que salía Cien años de soledad”. Las noticias se integran, año a año, en la trama: la píldora anticoncep­tiva, la carrera espacial, descubrimi­ento de la antimateri­a...

“Mi madre se puso a leer, apasionada por saber qué pasaba. ‘Pero, mamá, ¡si es tu vida! ¿Cómo no vas a saber cómo acaba?’”c

 ?? Àlex Garcia ?? Emiliano Monge, hace unos días, en una librería barcelones­a
Àlex Garcia Emiliano Monge, hace unos días, en una librería barcelones­a

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