La Vanguardia (1ª edición)

Comensales o víctimas

- Francesc-Marc Álvaro

Llamo para reservar mesa en un restaurant­e barcelonés de los que ofrecen buenos platos a un precio razonable y siendo fieles a la mejor tradición del menú diario de calidad, sin camelos ni imposturas, sin concesione­s a las modas efímeras. Me refiero a esa cocina honesta, elaborada con oficio y buen producto, que permite disfrutar de sabores que forman parte de nuestra memoria. El dueño, amable, me avisa que intente reservar con más antelación, pues “ahora tenemos mucha más gente, cada vez hay menos lugares en Barcelona donde comer con normalidad, sin aventuras”. ¡Comer con normalidad! Esa es la cuestión.

Proliferan en la capital catalana –en el centro, especialme­nte– establecim­ientos pensados solo para ciertos tipos de turistas y asimilados (y no me refiero a las conocidas paellas extraterre­stres con sangría letal, que siempre hemos tenido fuera de nuestro radar) y eso está desplazand­o de forma salvaje otras ofertas. La cosa se está complicand­o y uno debe

Hay restaurant­es que se mueven por la lógica de “entra hoy y no vuelvas más”

poner todos los sentidos para no ser víctima de los desaprensi­vos que ofrecen material presuntame­nte comestible bajo todo tipo de narrativas simpáticas, con la dudosa coartada de que debemos rendirnos al timo global si queremos ser tan globales como Londres, París o Nueva York. La estafa es de tal magnitud que se ha convertido en un desafío para el sector y para las autoridade­s, porque la marca Barcelona se puede ver afectada por este fenómeno. Estos restaurant­es se mueven por una lógica que puede resumirse muy fácilmente: “Entra hoy y no vuelvas más”.

Entre los grandes referentes gastronómi­cos con local abierto (a los que uno no acude a diario) y los restaurant­es de proximidad (sobre todo en los barrios) que todavía resisten con una oferta respetuosa con el cliente, están apareciend­o muchos negocios equívocos que se mueven por la depredació­n de temporada, sin miramiento­s. No cuesta adivinar lo que hay detrás de ciertas aperturas: fondos de inversión que han penetrado en el sector de la restauraci­ón bajo bandera pirata.

Una persona que conoce bien este ámbito me cuenta que, en Madrid, han sabido frenar con más efectivida­d que aquí el desembarco de tanto oportunist­a sin escrúpulos que, disfrazado de emprendedo­r de los fogones, nos roba a la par que nos toma el pelo. A ver si espabilamo­s.c

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