“Florecemos en un abismo”
Para los venezolanos es una inmensa emoción que por fin se le conceda el premio Cervantes al maestro Rafael Cadenas. Y me atrevo a hablar de “los venezolanos” y no solo del medio literario porque él ha conseguido lo que pocos escritores: que su solo nombre signifique orgullo y que incluso quienes no leen usualmente poesía sepan de él, tuiteen sus versos y se le acerquen para hacerse selfies con él.
En años recientes, cada vez que ha obtenido un reconocimiento, o en el 2020 por sus 90 años, su nombre se ha vuelto tendencia en redes sociales. Palabras suyas han sido lema en carteles y popular consigna de supervivencia: “Florecemos en un abismo”.
A Cadenas lo hemos leído en Venezuela desde siempre. Sus congéneres, las generaciones que lo preceden y los más jóvenes. El único premio de poesía joven que existe hoy en el país lleva su nombre y no sólo como asunto honorífico. Rafael —tengo la atrevida fortuna de tutearlo— asiste a la entrega de ese premio y a muchos de los eventos poéticos que se realizan en Caracas, lo que habla de su generosidad y humildad, su mirada atenta a las novedades del entorno literario no gubernamental. Su posición crítica al actual régimen político ha sido enfática. Cada vez que puede reclama derechos humanos, democracia, dignidad y libertad. Lo hace con su poesía sin ser jamás panfletario. Lo entendemos como aspiración de una lucidez colectiva.
La poesía de Rafael Cadenas tiene el don de una aparente sencillez. Desde allí consigue traspasar el grosor humano para encausar realidad y espiritualidad. “Su poesía es la continuación de la antigua conversación entre la mística y la poesía”, acaba de decirme el poeta Alexis Romero desde Buenos Aires. Se trata de una voz que no teme exponer vulnerabilidad, fragilidad y honestidad, que desde lo oscuro presiente faros y arroja certezas. Con los años su palabra se ha adelgazado, por eso sus epígrafes, que son plegarias, suspiros y pulcrísimo silencio.
En una llamada que le hicimos desde Fundación La Poeteca para felicitarlo por el premio, entre risas y su habitual timidez dijo que se sentía como un hombre que recibe un rayo. El rayo es él. Su poesía fogonazo que corroe e ilumina, como lo hacen las grandes verdades.c