La Vanguardia (1ª edición)

Un recio líder de la ultraderec­ha para suceder a Trump

Perfil del reelecto gobernador de Florida, el hombre que desafía a Donald Trump con su éxito electoral y desata su ira al no desmentir que pueda disputarle la candidatur­a a presidente en el 2024

- Fernando García Washington. Correspons­al RON DESANTIS

En el único cara a cara que mantuviero­n durante la campaña para las elecciones del martes, el exgobernad­or de Florida y aspirante al mismo cargo, Charlie Crist, preguntó al actual ocupante del puesto y candidato a la reelección, Ron DeSantis, si en caso de salir elegido se compromete­ría a cumplir los cuatro años de mandato; dicho de otro modo, si no abandonarí­a el juego a mitad de partido para, en el 2024, presentars­e a las presidenci­ales. El republican­o parecía no saber qué responder, y el otro aprovechó ese silencio para resaltar su falta de respuesta. Pero DeSantis replicó pronto. Y de qué forma. Sin llegar a contestar el interrogan­te, dijo: “Ya sé que Charlie está interesado en hablar del 2024, igual que Joe Biden. Pero yo solo deseo dejar clara una cosa: el único viejo burro al que quiero poner a pastar es Charlie Crist”.

Así se las gasta el ultraconse­rvador de 44 años, casado y con tres hijos, que dos semanas después de ese debate salió reelegido gobernador del Estado del Sol con una diferencia de casi veinte puntos sobre su contendien­te (59,4% a 40%). En la fiesta de celebració­n de la victoria, sus seguidores no cantaban “¡Dos años más! ¡Dos años más!”. De modo que Crist no andaría desencamin­ado sobre las secretas intencione­s de su rudo y faltón adversario. Él, sin embargo, seguiría toda esa noche y en días siguientes sin confirmar ni desmentir sus ambiciones presidenci­ales, las cuales Donald Trump, un día mentor suyo, da ya por descontada­s y considera una deslealtad hacia su persona.

Cuando por primera vez optó a gobernador, previa renuncia a su escaño en la Cámara de Representa­ntes en el 2018, el diario Tampa Bay Times entrevistó a uno de los que fueron sus profesores en su escuela de primaria de la ciudad de Dunedin, Dee Centinaro: “Era brillante. Siempre hacía su trabajo. Y hoy tiene un futuro prometedor, incluidas cosas más importante­s que ser gobernador”.

El joven Ronald Dion DeSantis, descendien­te de italianos, hijo de una enfermera y un instalador de medidores de audiencias de televisión, se desempeñó como aplicado estudiante y gran jugador de béisbol. Su poderío como lanzador y bateador le ayudó de hecho a entrar en la Universida­d de Yale, donde estudió Historia y Ciencias Políticas mientras ejercía como capitán del equipo de ese deporte. Después se fue a Harvard, donde obtuvo su título de doctor en Derecho y, enseguida, se especializ­ó en legislació­n militar en la Escuela de Justicia Naval de EE.UU.

DeSantis ejerció como abogado en la base de Guantánamo (2006) y Faluya, Irak (2007), y en ambos puntos calientes asesoró a los soldados en relación con el trato a los prisionero­s. A su vuelta a casa, en el 2008, actuó como consejero de abogados militares en servicio activo en el sureste del país, en especial sobre cómo proceder con casos “delicados”, como los de soldados acusados de violación. Después, al terminar de escribir el libro Sueños de nuestros padres fundadores: Primeros principios en la era de Obama, en el 2012 saltó a la política, vía candidatur­a a un escaño del Congreso, que ganó.

Como parlamenta­rio, cultivó una imagen de austeridad castrense. En su entorno de entonces cuentan que solía dormir en la oficina y rechazó privilegio­s de atención médica y pensión. Aún hoy, su patrimonio declarado asciende a poco más de 300.000 dólares. Sin embargo, su capacidad para recaudar fondos de campaña no encuentra límites. En la última, reunió 200 millones de dólares.

DeSantis es igual que el expresiden­te en lo ideológico y diferente en lo demás; frío y de sobriedad castrense

El hombre que hoy enrabieta a Trump, quien acaba de bautizarlo como “Ron DeSanctimo­nious”, o sea Ron el meapilas, mantiene siempre una actitud distante incluso con sus colaborado­res. No es raro verlo atendiendo el móvil mientras otros le hablan o caminando por los pasillos con sus auriculare­s, vista al frente, sin mirar a nadie que se le cruce. Esa falta absoluta de calidez la suele compensar en campaña su esposa Casey DeSantis, expresenta­dora de televisión afable y habladora, que suele acompañarl­e en actos clave.

Ron DeSantis sigue al milímetro la agenda de la ultraderec­ha estadounid­ense: cero concesione­s a los inmigrante­s, a los que en alianza con otros gobernador­es de su partido ha enviado por cientos a estados demócratas; fuera el derecho al aborto; nada de educación sexual en la escuela, ni mucho menos de reconocimi­ento de identidade­s de género diferentes al sexo en el nacimiento, y ni un minuto de enseñanzas sobre la historia del racismo de EE.UU., temas esos dos últimos que ha legislado para evitar “incomodida­des” a los padres de Florida. A los padres que piensan como él.

DeSantis es, en suma, igual que Trump en lo ideológico y como un sargento de hierro en lo demás. Solo que cada vez con más poder.c

 ?? O / ?? DeSantis, al que le gusta presentars­e como hombre de familia, con su esposa y su hijo Mason
O / DeSantis, al que le gusta presentars­e como hombre de familia, con su esposa y su hijo Mason

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain