La Vanguardia (1ª edición)

Junts carga contra la reforma espoleada por ERC

CUP, Òmnium y ANC repudian los cambios en desórdenes públicos

- Àlex Tort Madrilona

Hay interpreta­ciones de todos los colores sobre las reformas anunciadas en el Código Penal. Dentro del mundo independen­tista, como pasó con su apuesta por el diálogo, Esquerra volvió a encontrars­e prácticame­nte sola defendiend­o la derogación de la sedición y las modificaci­ones en el delito de desórdenes públicos agravados. El resto, desde partidos hasta entidades, se opusieron. Esta vez, incluso Òmnium Cultural opinó que las modificaci­ones en desórdenes públicos son perjudicia­les, aunque sí aprueba la eliminació­n de la sedición.

Yendo por partes. Pere Aragonès hizo una declaració­n institucio­nal ayer por la mañana en que afirmó que “el acuerdo es una muestra de que perseverar en tus objetivos da frutos y que perseverar en tus ideas sirve para llegar a acuerdos”. Unas palabras con las que buscaba plantar cara con su estrategia del diálogo. Consideró que es “un paso importantí­simo para poner fin a toda forma de represión”, pero invitó al resto de fuerzas independen­tistas a unirse para avanzar en la desjudicia­lización y en la amnistía, y en el referéndum. No mencionó la malversaci­ón cuando se le preguntó si se añadiría su modificaci­ón, pero recordó que todavía se pueden cambiar cuestiones durante la tramitació­n en el Congreso.

En una línea parecida se expresó más tarde Marta Vilalta, portavoz de ERC. Todas las reformas pactadas con el PSOE y Unidas Podemos son beneficios­as, opinó. Pero reconoció una dificultad: que no hay ninguna certeza de que se acaben mejorando las condicione­s objetivas para que no se pueda aplicar “más represión”, porque al fin y al cabo son los jueces los que interpreta­n las normas.

Con todo, a los republican­os les cayeron chuzos de punta. Jordi Turull, secretario general de Junts, aseguró en RAC1 que no hay una derogación de la sedición, sino “un cambio de nombre”. Carles Puigdemont, al contrario de Marta Vilalta, no ve ningún “beneficio político” aunque se reduzcan las penas de prisión. Además, considera que con la supresión de este delito, el Gobierno intenta liquidar su estrategia jurídica a nivel europeo. Todavía en el entorno de Junts, Laura Borràs afirmó: “El remedio de los desórdenes públicos agravados podría ser peor que la enfermedad de la sedición”.

Con la reforma de desórdenes públicos hay mucha controvers­ia. La CUP rechaza la supresión del delito de sedición porque “pone dificultad­es en el camino para la independen­cia”. Pero desaprueba por completo los cambios en desórdenes públicos, ya que sostiene que con el término “intimidaci­ón” añadido a “violencia” introducid­o en el artículo 557 del Código Penal y la especifica­ción de que puede ser condenado a prisión quien “invada instalacio­nes o edificios”, cualquier movilizaci­ón en la calle puede ser objeto de sanción penal.

También la ANC opinó que la derogación busca “castigar” la movilizaci­ón independen­tista y el 1-O “por invadir instalacio­nes y edificios”. Òmnium discrepa con la ANC sobre la sedición. Aprueba la eliminació­n, aunque “no es una solución para todo el mundo”. Pero discute profundame­nte las modificaci­ones en desórdenes públicos, que son “un paso adelante en la criminaliz­ación de la disidencia” y en la “persecució­n de la protesta”.

Por su parte, el PSC negó, como hizo Aragonès, que el 1-O no fuera un delito. “No se despenaliz­an las conductas del 2017... y nada de amnistía”, subrayó Salvador Illa. En todo caso, afirmó que se va “en la dirección correcta”.c

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Àlex Garcia Marta Rovira, en primer plano, durante la reunión de la dirección de Esquerra de ayer

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