Caballero de fortuna
Julián Viñuales había nacido en Barcelona el día 1 de enero de 1939 y ha fallecido en su misma ciudad a los 83 años, así que esta Nochevieja no podrá cumplirse el ritual de felicitarle el cumpleaños al mismo tiempo que estrenábamos el año nuevo. La casualidad de la fecha de nacimiento de este editor decía mucho, en realidad, de ese llegar el primero, en mitad de la fiesta y cuando todo parece por inaugurar.
Vino a este mundo en tiempos duros y en un país nada fácil, pero si una característica personal tenía Julián es que no era hombre de quejas ni de lamentos. Es más, recordaba su infancia de familia numerosa como un tiempo feliz, pese a las bastantes penurias y dificultades de su biografía inicial. Sin embargo, él siempre se consideró a sí mismo un hombre afortunado. Y construyó un personaje que era una mezcla de dandy y ejecutivo, con su pelo rubio engominado y pulcramente peinado hacia atrás y su aspecto levemente extranjero.
Tuvo la suerte, porque lo hizo gracias a becas y a su inteligencia, de ser de la primera promoción del MBA del IESE. Y llegó a la editorial Salvat porque le tiraba el mundo de las letras y la filosofía. En la Salvat de los años sesenta se formó como editor y como directivo. Y pasó temporadas de aprendizaje en Estados Unidos y en Alemania. Otra de sus características obvias: hablaba un buen inglés en una España donde pocos hablaban idiomas. Y pronto tuvo una notable agenda de contactos internacionales que le fue muy útil a lo largo de su vida.
En Salvat se ocupó primero de toda la edición científica, sobre todo de la parte de medicina, pero luego participó de los grandes lanzamientos de aquella época. La colección de RTVE o el Monitor Salvat. Salió de la editorial en 1981 y fundó Orbis, donde puso en marcha toda una serie de colecciones de fascículos y libros que le permitieron no sólo vender miles y miles de ejemplares, sino que inició su camino como socio de otras editoriales.
Siempre supo comprar y vender. Y tuvo buen ojo para detectar oportunidades de negocio. En Orbis estuvo asociado con Bertelsmann, como luego tuvo participación accionarial en Destino, en Tusquets y en Columna.
Folio fue su creación editorial más duradera. Y de nuevo supo explotar sus relaciones y contactos con Time-Life o con la BBC, por ejemplo. Y, por supuesto, que trabajó todo el mercado latinoamericano. Fue un editor para el gran público cuando no había un gran público. En ese sentido, alguna de sus muchas selecciones de títulos ha acabado estando en buena parte de las casas de este país, pues publicó desde una Historia del rock hasta clásicos de la literatura universal o de la economía o la filosofía.
Durante cuarenta años ha formado parte continuada de la junta del Gremi d’Editors de
Catalunya. Y ha sido el más conspicuo embajador de los editores españoles, representando a la Federación de Gremios de Editores de España en la Federación Europea de Editores o en la Unión Internacional de Editores.
En las ferias internacionales del libro encontró su hábitat natural. Y siempre brillaba en cócteles, cenas y recepciones.
Tras trabajar en Salvat, fundó las editoriales Orbis y Folio, y participó en Destino, Tusquets y Columna
Tenía mucho mundo y un sentido del humor que le ha acompañado hasta el final, junto con sus ganas de vivir, jamás mitigadas por la enfermedad y los percances médicos que no le hicieron dejar de ser ese caballero que supo entender que la mayor y mejor fortuna es, precisamente, vivir. Su hijo y homónimo, también editor, mantiene ese nombre que era casi una invitación y un conjuro para brindar.