La Vanguardia (1ª edición)

Alerta roja en los museos

Los ataques ecologista­s obligan a los centros a reforzar medidas de seguridad

- TERESa SESÉ/Justo B o Barce ona/Madrid

Era una de las víctimas previsible­s de las acciones ecologista­s que han puesto en jaque en los últimos meses a los museos y ayer fue atacado... de manera fallida. Dos activistas intentaron adherirse con pegamentoa El grito de Munch en el Museo Nacional de Oslo proclamand­o que “no habrá ningún grito cuando la gente muera”, pero guardias del museo evitaron la acción y llamaron a la policía. Hace unos días era el Museo d’Orsay parisino el que frenaba a una activista que primero intentó atacar el autorretra­to de Van Gogh y luego un Gauguin con sopa de tomate. Una muestra clara de que los museos occidental­es están en alerta máxima y tomando medidas de urgencia para hacer frente a las acciones de los activistas climáticos, que en los últimos meses se han adherido a los marcos de los cuadros y lanzado sopa de tomate contra los vidrios de piezas icónicas como Los girasoles de Van Gogh o las majas de Goya en el Prado.

Como respuesta, las institucio­nes museística­s están adoptando desde mayor vigilancia, lo que incluye a policías de paisano, como el Reina Sofía o el Prado, a políticas muy restrictiv­as que impiden entrar con ningún tipo de bolsa o abrigo –como en algunos museos berlineses–, colocar más barreras y reducir aforos en las salas principale­s o el entrenamie­nto del personal por firmas de seguridad que asesoran a aeropuerto­s a detectar visitantes sospechoso­s.

El Consejo Internacio­nal de Museos, el ICOM, ha emitido estos días una declaració­n sobre las acciones de los ecologista­s en la que avisa de que “su peligrosid­ad nos ha conmovido profundame­nte”, declaració­n firmada por Guillermo Solana del Museo Thyssen o Miguel Falomir del Prado. Un Falomir que subraya que “el riesgo cero no existe y los museos no son ni deben ser fortalezas, pero por supuesto se han tomado todas las medidas, se intensific­aron cuando empezó esta ola de agresiones. Pero si hay voluntad manifiesta es imposible pararlo”. Y recuerda que “los auxiliares de sala tienen expresamen­te prohibido el uso de la fuerza física”. En el ataque a las majas, dice, “no fallaron los detectores de metales, llevaban plásticos; ni poniendo un policía por visitante sería posible impedirlo, nada más fácil que atentar contra un cuadro”.

En ese sentido, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, recuerda que “los museos han recibido insde trucciones para extremar las precaucion­es, pero el riesgo cero no existe y no estamos dispuestos a cerrar ningún museo. Hemos reforzado las medidas y quiero agradecer al ministerio del Interior su colaboraci­ón. Hay muchas maneras de hacer una reivindica­ción sin poner en riesgo el patrimonio todos. Corren el riesgo incluso de dañar su causa”. De hecho, la mayor preocupaci­ón del sector es que activistas que lo ignoran todo de las obras pese a la voluntad de no estropearl­as acaben causando un daño irreparabl­e.

Preguntado por qué se puede hacer para evitar estos ataques, Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, ironiza primero sonriendo: “Que no haya cambio climático sería un modo, bajar la temperatur­a”. Y enseguida subraya que “el arte, aunque a veces se dice que es elitista, tiene mucha visibilida­d y no es la primera vez que se protesta frente a una obra”. Pero en un museo en el que justamente quitarle el cristal al Guernica fue un éxito de la democracia, reconoce que el centro se ha reforzado con todo tipo de medidas, incluida vigilancia policial, para evitar estos ataques.

Los museos, no es nuevo, son muy consciente­s de la fragilidad de las obras que custodian y la vigilancia forma parte de su día a día. Arcos detectores de metales, escáner a la entrada para detectar objetos potencialm­ente peligrosos, cámaras y la presencia visible de vigilantes son sus estrategia­s más comunes para salvaguard­ar la seguridad. “Obviamente ahora todos estamos más alerta, pero el sistema funciona. En los últimos 12 años no ha habido ni un solo incidente, aunque no hay forma humana de vigilar 6.000 obras expuestas y es imposible hablar de riesgo cero en un museo de 50.000 metros cuadrados”, dice Pepe Serra, director del MNAC. En la vida del museo apenas ha cambiado nada, más allá de la

Los museos globales recurren a policías de paisano y prohíben entrar con todo tipo de bolsas

“El riesgo cero no existe y los museos no son ni deben ser fortalezas”, señala el director del Prado

alerta y la actualizac­ión del protocolo de actuación del personal de salas en caso “de alguna acción de protesta”. “Bastante cuesta llegar aquí. No queremos convertirn­os en un fortín, sino en un lugar de bienvenida”, matiza.

Serra no utiliza aleatoriam­ente la palabra “acción”. Se niega a ha

blar de “ataques” o “agresiones”, y aclara que ni “menospreci­a” ni “criminaliz­a”, ni mucho menos se burla de los activistas medioambie­ntales. “Nuestra misión es preservar el patrimonio, que es de todos, un bien común con una gran capacidad de generar pensamient­o crítico, diálogo, todas esas cosas que nos ayudan a situarnos en el mundo”. “Ahora bien –matiza– en tanto que ciudadanos que habitamos el mundo, el museo está absolutame­nte de acuerdo en que el principal problema al que nos enfrentamo­s es que el planeta se va a la mierda y compartimo­s la frustració­n de que, pese a que cada vez hay más evidencias de la gravedad del problema, las reacciones son prácticame­nte inexistent­es. Es comprensib­le que la generación que heredará ese planeta porquería esté preocupada. Y en ese sentido, creo que cuando hay un incendio lo lógico es ir a apagarlo”.

¿Significa eso que apoya las acciones de protesta en los museos? “Si desde los museos decimos que somos plaza pública, no nos puede sorprender que hayan en su interior manifestac­iones como estas ni podemos escapar a estos debates. Ahora bien, creo que hay otras fórmulas de debatir y llamar la atención. Esos jóvenes que valienteme­nte se lanzan a protestar cometen un error al poner en el centro las obras de arte, porque aunque no quieran dañarlas existe el riesgo de que lo hagan”.

El director del MNAC añade que el propio museo tiene un fuerte compromiso medioambie­ntal y solo utiliza energías 100% renovables. También Elvira Dyangani Ose, directora del Macba, considera que es necesario “poner el acento en el otro lado de la conversaci­ón. En el sistema museístico también están presentes las políticas de sostenibil­idad medioambie­ntal

“¿Cómo parar los ataques? Que no haya cambio climático”, opina el director del Museo Reina Sofía

“Su frustració­n es justa, pero aunque no quieran dañar las obras hay riesgo de que lo hagan”, dice Pepe Serra

y justicia social. Hablemos de quiénes tienen derecho a luchar por ciertas cosas y a quiénes afecta”. “Por supuesto – añade– estoy en contra de cómo protestan, pero a favor de la preservaci­ón de la naturaleza. Lo que está en juego no es solo el planeta, que nos sobrevivir­á, sino la vida en la Tierra”. La directora recuerda que el Macba cuenta con buenas medidas de seguridad, aunque la actual situación les obligue a estar ojo avizor, pero, recuerda, “el arte es muy frágil ante ciertos ataques y más allá de que se actúe de una manera eficaz, nadie puede impedir que alguien se acerque y ataque un Rothko con un bolígrafo como sucedió en la Tate”.

“Una de las misiones de los museos es, más allá de estudiar las obras, garantizar su salvaguard­a ”, remarca Emmanuel Guigon, el director del Museu Picasso. Y poner las obras al alcance del público. “Es un lugar de tanta visibilida­d que se puede convertir en una plataforma de expresión para cualquiera, pero se ha de respetar a las personas y las obras. Hay quien habla de vandalismo simbólico, que no dañan las obras, pero la ausencia de respeto tanto a las obras como a lo que representa­n para el público me parece de gran violencia”. “Aquí tiene cabida todo tipo de públicos, porque el arte puede cambiar el mundo y transforma­r la vida y se puede usar para cualquier debate contemporá­neo. Pero siempre con respeto. No es verdad que no hayan dañado nada”.c

 ?? Mané Espinosa ?? Seguridad al alza. Personal de atención al público del MNAC fotografia­dos ayer junto a un retablo del pintor Lluís
Dalmau titulado ‘Mare de Déu dels consellers’ en la sala del gótico del centro situado en la montaña de Montjuïc
Mané Espinosa Seguridad al alza. Personal de atención al público del MNAC fotografia­dos ayer junto a un retablo del pintor Lluís Dalmau titulado ‘Mare de Déu dels consellers’ en la sala del gótico del centro situado en la montaña de Montjuïc

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