Alerta roja en los museos
Los ataques ecologistas obligan a los centros a reforzar medidas de seguridad
Era una de las víctimas previsibles de las acciones ecologistas que han puesto en jaque en los últimos meses a los museos y ayer fue atacado... de manera fallida. Dos activistas intentaron adherirse con pegamentoa El grito de Munch en el Museo Nacional de Oslo proclamando que “no habrá ningún grito cuando la gente muera”, pero guardias del museo evitaron la acción y llamaron a la policía. Hace unos días era el Museo d’Orsay parisino el que frenaba a una activista que primero intentó atacar el autorretrato de Van Gogh y luego un Gauguin con sopa de tomate. Una muestra clara de que los museos occidentales están en alerta máxima y tomando medidas de urgencia para hacer frente a las acciones de los activistas climáticos, que en los últimos meses se han adherido a los marcos de los cuadros y lanzado sopa de tomate contra los vidrios de piezas icónicas como Los girasoles de Van Gogh o las majas de Goya en el Prado.
Como respuesta, las instituciones museísticas están adoptando desde mayor vigilancia, lo que incluye a policías de paisano, como el Reina Sofía o el Prado, a políticas muy restrictivas que impiden entrar con ningún tipo de bolsa o abrigo –como en algunos museos berlineses–, colocar más barreras y reducir aforos en las salas principales o el entrenamiento del personal por firmas de seguridad que asesoran a aeropuertos a detectar visitantes sospechosos.
El Consejo Internacional de Museos, el ICOM, ha emitido estos días una declaración sobre las acciones de los ecologistas en la que avisa de que “su peligrosidad nos ha conmovido profundamente”, declaración firmada por Guillermo Solana del Museo Thyssen o Miguel Falomir del Prado. Un Falomir que subraya que “el riesgo cero no existe y los museos no son ni deben ser fortalezas, pero por supuesto se han tomado todas las medidas, se intensificaron cuando empezó esta ola de agresiones. Pero si hay voluntad manifiesta es imposible pararlo”. Y recuerda que “los auxiliares de sala tienen expresamente prohibido el uso de la fuerza física”. En el ataque a las majas, dice, “no fallaron los detectores de metales, llevaban plásticos; ni poniendo un policía por visitante sería posible impedirlo, nada más fácil que atentar contra un cuadro”.
En ese sentido, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, recuerda que “los museos han recibido insde trucciones para extremar las precauciones, pero el riesgo cero no existe y no estamos dispuestos a cerrar ningún museo. Hemos reforzado las medidas y quiero agradecer al ministerio del Interior su colaboración. Hay muchas maneras de hacer una reivindicación sin poner en riesgo el patrimonio todos. Corren el riesgo incluso de dañar su causa”. De hecho, la mayor preocupación del sector es que activistas que lo ignoran todo de las obras pese a la voluntad de no estropearlas acaben causando un daño irreparable.
Preguntado por qué se puede hacer para evitar estos ataques, Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, ironiza primero sonriendo: “Que no haya cambio climático sería un modo, bajar la temperatura”. Y enseguida subraya que “el arte, aunque a veces se dice que es elitista, tiene mucha visibilidad y no es la primera vez que se protesta frente a una obra”. Pero en un museo en el que justamente quitarle el cristal al Guernica fue un éxito de la democracia, reconoce que el centro se ha reforzado con todo tipo de medidas, incluida vigilancia policial, para evitar estos ataques.
Los museos, no es nuevo, son muy conscientes de la fragilidad de las obras que custodian y la vigilancia forma parte de su día a día. Arcos detectores de metales, escáner a la entrada para detectar objetos potencialmente peligrosos, cámaras y la presencia visible de vigilantes son sus estrategias más comunes para salvaguardar la seguridad. “Obviamente ahora todos estamos más alerta, pero el sistema funciona. En los últimos 12 años no ha habido ni un solo incidente, aunque no hay forma humana de vigilar 6.000 obras expuestas y es imposible hablar de riesgo cero en un museo de 50.000 metros cuadrados”, dice Pepe Serra, director del MNAC. En la vida del museo apenas ha cambiado nada, más allá de la
Los museos globales recurren a policías de paisano y prohíben entrar con todo tipo de bolsas
“El riesgo cero no existe y los museos no son ni deben ser fortalezas”, señala el director del Prado
alerta y la actualización del protocolo de actuación del personal de salas en caso “de alguna acción de protesta”. “Bastante cuesta llegar aquí. No queremos convertirnos en un fortín, sino en un lugar de bienvenida”, matiza.
Serra no utiliza aleatoriamente la palabra “acción”. Se niega a ha
blar de “ataques” o “agresiones”, y aclara que ni “menosprecia” ni “criminaliza”, ni mucho menos se burla de los activistas medioambientales. “Nuestra misión es preservar el patrimonio, que es de todos, un bien común con una gran capacidad de generar pensamiento crítico, diálogo, todas esas cosas que nos ayudan a situarnos en el mundo”. “Ahora bien –matiza– en tanto que ciudadanos que habitamos el mundo, el museo está absolutamente de acuerdo en que el principal problema al que nos enfrentamos es que el planeta se va a la mierda y compartimos la frustración de que, pese a que cada vez hay más evidencias de la gravedad del problema, las reacciones son prácticamente inexistentes. Es comprensible que la generación que heredará ese planeta porquería esté preocupada. Y en ese sentido, creo que cuando hay un incendio lo lógico es ir a apagarlo”.
¿Significa eso que apoya las acciones de protesta en los museos? “Si desde los museos decimos que somos plaza pública, no nos puede sorprender que hayan en su interior manifestaciones como estas ni podemos escapar a estos debates. Ahora bien, creo que hay otras fórmulas de debatir y llamar la atención. Esos jóvenes que valientemente se lanzan a protestar cometen un error al poner en el centro las obras de arte, porque aunque no quieran dañarlas existe el riesgo de que lo hagan”.
El director del MNAC añade que el propio museo tiene un fuerte compromiso medioambiental y solo utiliza energías 100% renovables. También Elvira Dyangani Ose, directora del Macba, considera que es necesario “poner el acento en el otro lado de la conversación. En el sistema museístico también están presentes las políticas de sostenibilidad medioambiental
“¿Cómo parar los ataques? Que no haya cambio climático”, opina el director del Museo Reina Sofía
“Su frustración es justa, pero aunque no quieran dañar las obras hay riesgo de que lo hagan”, dice Pepe Serra
y justicia social. Hablemos de quiénes tienen derecho a luchar por ciertas cosas y a quiénes afecta”. “Por supuesto – añade– estoy en contra de cómo protestan, pero a favor de la preservación de la naturaleza. Lo que está en juego no es solo el planeta, que nos sobrevivirá, sino la vida en la Tierra”. La directora recuerda que el Macba cuenta con buenas medidas de seguridad, aunque la actual situación les obligue a estar ojo avizor, pero, recuerda, “el arte es muy frágil ante ciertos ataques y más allá de que se actúe de una manera eficaz, nadie puede impedir que alguien se acerque y ataque un Rothko con un bolígrafo como sucedió en la Tate”.
“Una de las misiones de los museos es, más allá de estudiar las obras, garantizar su salvaguarda ”, remarca Emmanuel Guigon, el director del Museu Picasso. Y poner las obras al alcance del público. “Es un lugar de tanta visibilidad que se puede convertir en una plataforma de expresión para cualquiera, pero se ha de respetar a las personas y las obras. Hay quien habla de vandalismo simbólico, que no dañan las obras, pero la ausencia de respeto tanto a las obras como a lo que representan para el público me parece de gran violencia”. “Aquí tiene cabida todo tipo de públicos, porque el arte puede cambiar el mundo y transformar la vida y se puede usar para cualquier debate contemporáneo. Pero siempre con respeto. No es verdad que no hayan dañado nada”.c