La Vanguardia (1ª edición)

Eduard Márquez vuelve con ‘1969’, una novela documental

El escritor retrata el inicio de la desilusión de la transición

- RaFr sr #arncUnCas ra BaRc ona

“Cuando el partido político es el comunistay­suobjetoac­tuarcontra el orden legal (...), para mí el hecho tiene más gravedad que un homicidio, cometido, quizás, en circunstan­cias de apasionami­ento, que hacen más discutible la actituddel­delincuent­e”.Esparte de una carta del entonces gobernador civil de Barcelona, Tomás Garicano Goñi, al abad de Montserrat, Cassià M. Just, que había denunciado torturas a algunos detenidos. Se puede leer en la última novela de Eduard Márquez, 1969 (L’Altra/Navona), en que el escritor retrata a partir de documentos y testimonio­s el principio del final del franquismo.

Hace once años que Márquez (Barcelona, 1960) publicó L’últim dia abans de demà (Empúries, 2011), y entonces sintió que estaba al final de un camino, que no podía ir más allá de la depuración del estilo y, en consecuenc­ia, dejó de escribir. Optó por el barbecho, por leer mucho, hasta que encontró un objetivo: novelar el proceso a la transición, de 1969 a 1980.

“Es un resquemor que tengo hace quizá 25 años. Tenía muchas ganas de hablar de lo que viví de cerca, la derrota que representó la transición para mucha gente, la frustració­n de muchas ilusiones colectivas e individual­es. La idea de la revuelta semifracas­ada, porque tampoco es un

Testimonio­s de derecha a izquierda extremas, octavillas, cartas, manuales de la clandestin­idad...

fracaso total, como tema narrativo es muy potente”, explica el autor, que no niega que se puedan encontrar bastantes paralelism­os con el momento actual.

No fue fácil y llegó a abandonar dos veces el proyecto, que primero tenía que ser una novela coral, “al estilo de Dickens o Franzen, que en el fondo es el mismo hilo”, dice. “Me lo estudié todo, John Dos Passos, Camilo José Cela, Grace Metalious, Luis Romero”, y no le funcionó. “Con La novela de Ferrara, de Giorgio Bassani, vi que en vez de coger un molde y meter la realidad, se puede aplicar una forma distinta a cada cosa, ya sea un cuento, novelas largas, cortas, en primera persona o en tercera. Era tan evidente que no lo había visto”. Con Scurati, Enzensberg­er, Alexiévich, o Laurent Binet –por recomendac­ión de Vicenç Pagès–, encuentra que puede añadir documentac­ión, testimonio­s, ficción y una voz metalitera­ria, y escribe páginas y páginas, y trabaja codo con codo con su editora, Eugènia Broggi, en plena pandemia. Pero no encuentra la clave hasta que se da cuenta de que quien sobra es él. La depuración máxima. “Eliminar el artefacto hacía que la vida flotara con toda su energía”, reconoce.

En el libro encontramo­s, junto a voces orales de todo el espectro de extrema derecha a extrema izquierda, octavillas, cartas, manuales para resistir las torturas o para evitar los peligros en la clandestin­idad, discursos de Franco, leyes, informes policiales de todo tipo –con profusas transcripc­iones de todas las pintadas, con colores y tamaños–, propaganda política... Y pasa por la ocupación del rectorado de la Universita­t de Barcelona, el estado de excepción, el discurso de sucesión de Franco a Juan Carlos: el del “atado y bien atado”.

Una novela en que el autor desaparece del todo: cada palabra responde o bien a documentos o bien a personas que han hablado con él, ni un gramo de ficción.c

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JosÉ ColÓn / Shooting Eduard Márquez, en la cafetería de la librería Laie

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