La Vanguardia (1ª edición)

“Y pudo haber sido peor”

En el 2015, el piloto Kenny Noyes pasó dos meses en coma tras un siniestro; su biografía revive aquel episodio

- Sergio Heredia

¿Cómo algo que amo tanto puede doler tantísimo?

Wayne Rainey

¿Qué hay más allá?

En aquellos dos meses que pasó en coma, Kenny Noyes (43) vio algo, eso me cuenta él mismo mientras nos tomamos una Coca-Cola Zero al pie de su casa, en la plaza Europa de l’Hospitalet.

Me habla de un barco cuyo perfil se silueteaba en forma de mujer, y cuyas voces le llamaban, como las sirenas llamaban a Simbad el Marino.

–Y otra vez se despertó gritando –me dice Iana, la mujer de Kenny Noyes–. Y decía que unos gigantes tiraban de él para arrastrarl­o con ellos hacia algún lugar oscuro.

Noyes me mira con sus ojos muy grandes y muy claros y asiente, aunque esto último no lo recuerda del todo. En parte, hay un fundido en negro.

–El pasaje de los gigantes que tiraban de mí no sale en el libro –me dice.

Y señala hacia su autobiogra­fía, el ejemplar que está reposando en la mesa, entre las Coca-Colas: Desafíos de Superbike, Moto2 & Glasgow 3 (editorial Trébol Sports).

(el libro está a la venta en librerías y online, y también a través de la web www.kennynoyes.com)

(...)

Kenny Noyes quiere hablar deprisa, y a veces se le trastabill­a la voz y entonces su mujer, Iana, le dice:

–Más despacio, habla más despacio.

Kenny Noyes calla y ríe y toma aire y reposa el discurso y ahora se le entiende todo lo que dice.

–Viendo lo que has mejorado en estas últimas semanas, estoy alucinando –dice ahora Fermín Villar, íntimo amigo de Noyes, el hombre que había unido a la pareja hace ya años y que hace unos meses me había escrito para decirme:

–Tiene usted que conocer esta historia, la historia del accidente de Kenny Noyes y sus dos meses en coma.

Bien, ahí va la historia.

En su día, Kenny Noyes había sido motociclis­ta, especialis­ta del Dirt track, campeón de España de Superbike y un magnífico especialis­ta en Moto2.

Había sido así hasta el 2015, el año del accidente en el circuito MotorLand, en Alcañiz.

En el calentamie­nto, Noyes entra en la pista y rueda deprisa y otro piloto sale de boxes y se le cruza y Noyes se estrella. Sale volando de la moto y ambos, moto y piloto, se deslizan sobre el asfalto, y al golpear en los neumáticos la moto rebota y una rueda golpea en el casco y la cabeza de Noyes.

Fundido a negro. Traumatism­o craneoence­fálico severo. Estado de Glasgow 3, que es la antesala de la muerte.

–Creía que estaba despierto, pero realmente estaba soñando. Describirl­o es algo complicado, pero creo que es bueno sacarlo. Además, escribir nunca se me dio mal. Piense que soy hijo de un padre periodista.

(Dennis Noyes, su padre, ha escrito miles de piezas para múltiples medios, incluida la célebre SoloMoto)

–¿Y ahora?

–Los médicos te dan ánimos, pero tam

bién deben ser realistas. Al principio, no pensaban que llegaría donde estoy hoy. Piense que me encontraba en estado vegetal. Me costaba mucho tragar. Tragar y masticar era durísimo. ¡Cuánto tartar de salmón me he zampado! Y me temblaban mucho las manos. Y no daba un paso. Y ahora.

Me muestra el caminador, más veloz y eficiente ahora pues le ha cambiado las ruedas. Ambos se han hecho íntimos. Nada queda del Noyes postrado. Ahora camina seis kms diarios, de aquí para allá. Recoge los datos en el reloj, los baja a MapMyRide, los comparte con los amigos.

–¡Alguna vez me pongo a 140 pulsacione­s por minuto! Y alguna vez he subido a pie las 19 plantas hasta mi piso –dice.

“Tengo tiempo. Y por eso escribo, porque tengo tiempo y porque el ejercicio me ha ayudado a recordar qué pasó”

–¿Cuánto tiempo le tomó el ascenso? –Una hora larga. Pero tengo tiempo, ¿sabe? Y por eso escribo, porque tengo tiempo y porque el ejercicio de escribir me ha ayudado a recordar lo que pasó. Ahora soy capaz de usar varios dedos al mecanograf­iar. Lo había perdido todo. Desde luego, podía haber sido peor.

Al despertar del coma, Kenny Noyes se había convertido en un niño sin códigos, sin habla y sin memoria.

Ahora, el niño lo tiene en casa. Karter, el hijo de Iana y Kenny, fue a nacer el 5 de julio, justo siete años después del accidente del padre.

–El destino, ¿no? –ríe Iana, mientras enarca una ceja.

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Mlibert Teixidó Kenny Noyes posa para La Vanguardia en la plaza Europa de l’Hospitalet, esta semana

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