“Estamos inmersos en una revolución planetaria”
Filósofo y escritor
Tuve que declararme loco. Afectado por un tipo de locura bien particular que llaman disforia...” Así comienza Dysphoria mundi (Anagrama), un ensayo monumental en el que el filósofo Paul B. Preciado, entre la teoría y el diario íntimo, parte de su propia transformación (pasó de lesbiana radical a persona de género no binario y finalmente a hombre trans) para analizar el estado del mundo después de la pandemia y “la gran revolución planetaria” en la que estamos inmersos. “¡Disfóricos del mundo, uníos!”, es su llamada a la revuelta.
¿La cuestión ya no es quiénes somos sino en qué queremos convertirnos?
No tanto lo que queremos ser, porque tampoco es una cuestión únicamente de voluntad, sino de lo que vamos a poder ser colectivamente. Lo que somos ha dejado de ser claro, ha dejado de ser binario, definitivo. El binarismo de la taxonomía petrosexorracial o colonial de la modernidad (heterosexualhomosexual, hombre-mujer, máquina-organismo, animal-humano, vivo-muerto .... ) se están desarticulando y va a dar lugar a otro paradigma. Mientras lo escribía pensaba en una especie de manual para las nuevas generaciones. De repente me vi con 50 años, enfermo de covid y hablando con muchos niños trans hijos de familias heterosexuales, normalísimas de toda la vida, que tienen un hijo de cinco años que de pronto les dice que no se llama Pablo, que se quiere llamar Teresa. Y los padres, que no saben qué hacer, lo llevan al psiquiatra. Otros me llaman y me piden que hable con ellos. Estoy acabando una película, una adaptación de Orlando, de Virginia Woolf, en la que aparecen veinticinco Orlandos de todas las edades. Para entender lo que está pasando hoy es necesario atravesar las políticas de identidad clásicas. Hubo luchas por los derechos de las mujeres, de los homosexuales, de los obreros... Pero hoy ya no so
mos obreros, somos otra cosa, aunque no sabemos muy bien qué somos. Y no somos exactamente mujeres, tampoco somos hombres. Las identidades naturalizadas al final son muy excluyentes, no producen libertad, solo norma...
Por eso la oportunidad está en ese desencaje: ¡disfóricos del mundo, uníos! ¡cuerpos vivos del mundo, uníos!.
En el libro dice que enfermó en el siglo XXI y despertó en el siglo XXII. ¿Qué es lo que el virus ha cambiado de forma tan radical?
La covid es el sida de los que se consideraban inmunes. Hasta ahora había pandemias para los otros, para los gais, para las migrantes, para las trabajadoras sexuales, para los drogadictos, etcétera. Todas las políticas se han pensado como políticas de inmunidad. Aquí estamos bien, cerremos fronteras. Pues ahora todas las nociones que han permitido definir lo que era estar a salvo se han puesto en movimiento. Es lo que yo llamo una danza epistémica. Vivimos en un momento de total confusión. No entiendo cómo es posible que sigamos conectados a tecnologías como Twitter, Facebook, Instagram o TikTok. Son tecnologías de las que no conocemos nada y que están totalmente dominadas por un capital con discursos de extrema derecha. ¿Cómo puede ser que veamos ahí un espacio de libertad? ¿Que pensemos que sustraerse a ellas sería como no existir? Yo no estoy en ninguna y me siento cómodo.
Anuncia que hay una revolución en curso. ¿Es una constatación o un deseo? En algún momento habla del optimismo como de una estrategia para el cambio.
¡Claro que hay una revolución en curso! Las cosas se pueden mirar de maneras muy distintas. Es decir, si uno se deja llevar por el discurso normativo que ahora está dominado por la derecha, evidentemente lo que está sucediendo es que estamos en una situación de apocalipsis. Pero lo que pasa es que los relojes del mundo se han sincronizado por primera vez al ritmo del MeeToo, el Black Lives Matter, los movimientos queer, contra el calentamiento global... Y como reacción, hay una vuelta a las formas más reaccionarias de utilización de tecnologías de la violencia como tecnologías de gobierno. Surgen nuevos discursos racistas, tránsfobos, misóginos... Pero es verdad que soy optimista por metodología política. Eso es algo que aprendí de Angela Davis, cuando de estudiante en Estados Unidos le escuché decir: “Todo va fatal y precisamente por eso estamos llenos de entusiasmo”. ¿Qué dice esta mujer? ¿Cómo es posible? El motor de lo político no es la política exterior como la pensamos, el politiqueo; la clave de todo es el deseo, es la transformación del deseo, aquello por lo que nos parece que merece la pena luchar. El capitalismo petrosexorracial es un capitalismo totalmente basado en energías fósiles, en el consumo de carne, heterocentrado, misógino y racista. Si empezamos a verlo como lo que es, asqueroso, brutal y mortífero, podremos empezar a hablar de cambio. Si no, apaga y vámonos.
¿Por qué la ley trans está disparando discursos tan violentos y fracturando el feminismo?
Bueno, yo creo que esa fractura ha existido siempre en el feminismo. Llevo 30 años ya militando y cuando empecé a hacer lo que hago nadie lo entendía. Y no solo eso, querían callarme. Molestaba. Y aquella práctica, que era underground, se ha ido propagando progresivamente. Es la potencia política de los pequeños gestos. Las feministas que se oponen representan un feminismo de privilegios blancos, heterosexuales, binarios
Llamada a la revuelta
“¡Disfóricos del mundo, uníos! ¡cuerpos vivos del mundo, uníos!”
Momento de confusión
“¿Cómo puede ser que veamos en Facebook, Twitter o Instagram un espacio de libertad?
y que no son reconocidos como privilegios. Las mujeres blancas tardaron siglos en adquirir el privilegio de ser consideradas como sujetos políticos, de tener derecho al voto. Y lo curioso es que tan pronto como ese conjunto de mujeres adquirieron el derecho al voto, lo cerraron para cualquier otro tipo de mujer. Yo creo que es exactamente lo mismo que está ocurriendo ahora. Para mí cada vez que oigo a las feministas TERF, estoy oyendo todavía a las feministas del siglo XIX que rechazan a las feministas negras o incluso a las obreras y trabajadoras. Es una batalla de privilegios.c