La Vanguardia (1ª edición)

Qatar, una mala campaña

- Jordi Juan Director

Qatar está a punto de inaugurar el Campeonato Mundial de fútbol que tanto dinero y esfuerzo le ha costado. El pequeño país árabe, del tamaño de una provincia española, ha protagoniz­ado la campaña de marketing más cara y más larga de la historia para llamar la atención de todo el orbe sobre su existencia y su capacidad para poder organizar un acontecimi­ento de estas caracterís­ticas. La pregunta que cabe hacerse es si este tremendo esfuerzo inversor ha valido la pena. Es cierto que el mundo mira hoy a Qatar, pero dudo que lo haga con muy buenos ojos.

Para empezar, la divulgació­n del papel que se dispensa a la mujer en el país, o a los homosexual­es, que son castigados por serlo, son muestras de una cultura que provoca indignació­n general. Se habla hoy mucho más de esta discrimina­ción que antes de la organizaci­ón del Mundial. Asimismo, la forma en la que consiguió ganarse el favor de la FIFA para ser escogido sede del campeonato, con acusacione­s de corrupción, y después las consecuenc­ias de las fechas escogidas, que han supuesto el inaudito parón de las tradiciona­les competicio­nes de fútbol, es otro motivo de rechazo. De rebote, que en un momento de crisis climática y problemas de abastecimi­ento de energía se construyan grandes estadios de fútbol, aparte de otras magnas instalacio­nes, en medio del desierto y con aire acondicion­ado asegurado para la práctica del fútbol es otro elemento de distorsión. Y, como colofón, aunque no menos importante, el foco sobre el país ha permitido conocer las pésimas condicione­s de vida de los emigrantes que han venido de otros países del tercer mundo para participar en la construcci­ón de las nuevas instalacio­nes, así como sus pésimas condicione­s de trabajo.

Con todo, es muy posible que el spot de unos Mundiales pueda hacer que Qatar se convierta en un gran destino turístico. Segurament­e a las autoridade­s del régimen ya les vale con eso y no les importa el descrédito mundial que se están ganando. Por ejemplo, dudo que hoy el Barça luciera el nombre de Qatar en sus camisetas. Y es que por mucho petrodólar que haya, el dinero no puede comprarlo todo.

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