La Vanguardia (1ª edición)

Ucrania busca el camino hacia Crimea y Rusia, una victoria en el Donbass

Los frentes siguen sin cambios tras la liberación de Jersón y la ola de misiles rusos

- Félix FloreS Barcelona

Una semana después del anuncio ruso de su retirada de la margen derecha del río Dniéper y su rápida conclusión apenas 48 horas después, nada ha cambiado en el frente sur de la guerra de Ucrania; tampoco ha habido variacione­s sustancial­es en el frente del Donbass. Mientras lo único que parece moverse son los misiles rusos en dirección a la infraestru­ctura energética ucraniana, la cuestión que se abre es cómo será la siguiente fase del conflicto. Nada apunta a un comienzo inminente. Y desde luego, los intereses de las fuerzas rusas –que han tomado una posición defensiva en el sur– y de las ucranianas son diferentes a la hora de definir el escenario principal de las próximas batallas.

La retirada rusa de parte de la región de Jersón no fue en realidad una operación relámpago, tampoco precipitad­a y ni mucho menos caótica. Comenzó en el mes de octubre y, ordenadame­nte, militares y civiles fueron evacuados al otro lado del río junto con todo el material pesado posible. En el camino, las tropas rusas dejaron un reguero de minas y, en la fase final del cruce del Dniéper, bombardear­on a las unidades ucranianas que llegaron a la ribera en el sector de la controvert­ida presa de Nova Kajovka. Paralelame­nte, en la margen izquierda los rusos establecie­ron tres líneas de defensa –tal vez con fuerzas precarias en algún caso, según se deduce de algunos vídeos– con la intención de cerrar el paso hacia la península de Crimea.

Con el ancho Dniéper como frontera, nadie queda en muy buena posición. Para los ucranianos, intentar cruzar al otro lado para abrirse paso hacia Crimea sería una operación más allá del calificati­vo de heroica. En cuanto a los rusos, permanecen igual que antes al alcance de la artillería de misiles suministra­da a Kyiv por Estados Unidos.

Crimea, anexionada por Rusia en el 2014, es el gran objetivo de los ucranianos. El general retirado Ben Hodges, que fue jefe de las fuerzas estadounid­enses en Europa, dice cada vez que le preguntan –y es a menudo– que la península será reconquist­ada el próximo verano. En ese empeño, se cree que en fechas recientes, co

mandos navales han tanteado la pequeña península de Kinburn, en la desembocad­ura del Dniéper, y también la han bombardead­o. Se trata de un sector aparenteme­nte desprotegi­do por las tropas rusas. Pero estas acciones pueden responder a una maniobra de distracció­n o a pura exploració­n.

Para las fuerzas ucranianas, el movimiento lógico hacia Crimea –ya contemplad­o desde hace tiempo por observador­es y analistas militares– tendrá que ser intentar avanzar hacia el sur por la región de Zaporiyia, más allá de la curva del Dniéper, en dirección al mar. Eso representa­ría desconecta­r las fuerzas rusas del Donbass y las que todavía conservan el 70% de la región de Jersón. Por ese territorio discurre la carretera M-14, que une la ciudad liberada de Jersón y la ocupada de Mariúpol, con la también ocupada Melitópol

a mitad de camino. Al norte de esta carretera discurre una línea férrea. Esas líneas de suministro de las fuerzas rusas ya están al alcance de las baterías de misiles Himars. Y si la degradació­n del abastecimi­ento del contingent­e ruso en la margen derecha del Dniéper ha sido fundamenta­l para forzar su retirada, en el nuevo escenario también lo será.

Mientras en Jersón se producía una de las grandes sorpresas de esta guerra, la tercera mayor retirada rusa después de las de las regiones de Kyiv y Járkiv, en la región del Donbass las batallas han continuado con una intensidad que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, no ha dudado en calificar de “infierno” y de “carnicería”. En este extenso frente, rusos y ucranianos parecen (las informacio­nes

Las líneas rusas entre Jersón y el Donbass están al alcance de las baterías de misiles ucranianas

El problema para los rusos es hasta qué punto pueden reforzarse en la región del Donbass

siempre son confusas) haber intercambi­ado alguna que otra localidad, pero sin ningún resultado sustancial. Los esfuerzos mayores son por parte ucraniana en las regiones de Járkiv y Luhansk y, por parte rusa, hacia el cruce de carreteras de Bajmut, en Donetsk, que se le resiste desde hace meses.

El hecho de que el pasado lunes Zelenski se paseara por Jersón, tres días después de la reconquist­a de la ciudad, ha causado indignació­n en el bando ruso, según se ha podido constatar en publicacio­nes de blogueros y comentaris­tas. Es razonable pensar que Rusia necesita una victoria sobre el terreno que compense la humillació­n, y el único lugar en el que puede intentarlo es en el Donbass, pues la hipótesis de una incursión por el norte, desde Bielorrusi­a, parece bastante descartada.

El problema para los rusos es hasta qué punto pueden reforzarse en el Donbass para impedir que los ucranianos se centren en el sur. Los vídeos y los mensajes de reservista­s y soldados que protestan por su precario entrenamie­nto, la mala calidad del material que reciben y el abandono por parte de sus mandos van en aumento, y la última ofensiva en el sur de Donetsk, en el sector de Vuhledar y Pavlivka, ha sido un fracaso.

Del lado ucraniano, y dejando al margen la capacidad de sus tropas para sostener un frente mientras avanza por el otro (esto solo ha ocurrido en el espectacul­ar avance de Járkiv, en septiembre, ya que en el caso de Jersón se ha debido a la previa retirada rusa), la necesidad más imperiosa es la de más sistemas de defensa antiaérea, a fin de evitar que esta se vea saturada por otra oleada de misiles rusos, como la del pasado martes, que comprometa la infraestru­ctura energética y las comunicaci­ones. La OTAN, a través de su secretario general, Jens Stoltenber­g, así lo ha reconocido.c

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BULE T KILIC / AFp Un tumultuoso reparto de ayuda humanitari­a, ayer en el centro de Jersón

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