La Vanguardia (1ª edición)

Salvad el abeto del Vaticano

Un juez impide la tala de un árbol centenario que debía decorar San Pedro

- Anna B Ciud d del V tic no. Correspons l

Una enorme grúa azul colocaba este jueves el tradiciona­l árbol de Navidad en el centro de la plaza de San Pedro del Vaticano ante la mirada de algunos curiosos. Pero lo hacía con dos días de retraso: el árbol navideño debía llegar el martes, y no debía ser el abeto que finalmente luce junto al obelisco de la majestuosa plaza, sino un abeto blanco centenario que ha sido objeto de una batalla ecologista.

El caso que casi ha dejado al Vaticano sin su árbol de Navidad tiene como protagonis­ta al impresiona­nte abeto blanco de 30 metros y 200 años de edad que iba a ser regalado al papa Francisco por un pueblo de apenas 182 habitantes, Rosello, en la región de los Abruzos italianos. Estaba situado en el bosque de Monte Castel Barone, y había sido elegido por el municipio de Rosello cuando en el 2020 el alcalde se ofreció a entregar a la Santa Sede uno de sus preciados abetos blancos para sus decoracion­es navideñas.

El anuncio sorprendió mucho a un juez de la ciudad cercana de Pescara, Dario Rapino, que rápidament­e se dio cuenta que en la zona de la que hablaban las autoridade­s no había abetos blancos, y que estos solamente estaban en la región fronteriza de Molise, en una reserva protegida de árboles centenario­s que no se pueden talar. “Ya en la época del anuncio triunfal escribí una carta al papa Francisco pidiéndole que lo salvara –ha contado a Il Fatto Quotidiano– pero nunca recibí una respuesta. Yo sabía que los únicos abetos blancos de Rosello son los de la reserva y no se pueden cortar”. Su carta evocaba la encíclica papal Laudato si, sobre el medio ambiente, y le explicaba que un árbol que debía permanecer en su tierra por todas las funciones que realizaba para el ecosistema. También estaba en contra de la tala la organizaci­ón ambientali­sta World Wildlife Fund (WWF), que defendía el gran valor de este abeto y pedía más transparen­cia sobre estos procesos en el futuro.

Rapino se puso manos a la obra y comenzó su lucha. El primer paso fue encontrar el abeto blanco que el Ayuntamien­to de Rosello había elegido para el Vaticano. Lo tuvo fácil, porque había sido vallado y le habían cortado las ramas más bajas para facilitar la tala. Entonces, calculando las coordenada­s exactas de la posición del árbol, pudo demostrar que estaba en la provincia de Isernia, en Molise, que no permite las talas de estos árboles, y lo denunció ante la policía forestal. Es más: el espectacul­ar abeto estaba exactament­e en una zona destinada a mantener o restaurar los hábitats naturales de las especies que lo habitan. Para que se pueda talar se necesitaba un estudio previo de impacto ambiental que puede llegar a durar hasta un mes, que no se hizo. Las irregulari­dades, por lo tanto, eran varias.

Su batalla no tuvo éxito hasta el lunes, el día que debía ser perpetrado lo que los medios locales italianos han bautizado como el alberocidi­o. El día anterior el juez había advertido a la policía de la región de Molise que estaban a punto de talar uno de los árboles de la reserva de Monte Castel Barone, y el lunes decidió plantarse ante el abeto blanco a la espera de que llegasen los encargados de la tala, pero no encontró a nadie. Finalmente, cuando regresaba, le llamaron: la policía había detenido la operación.

“Haber salvado un árbol tan importante es motivo de gran felicidad, aunque estoy un poco ofuscado por la repetición de una tradición tribal a la que antes o después se necesitará poner fin”, celebró el magistrado y ambientali­sta en su página de Facebook.

Al final, y para que el Vaticano no se quedase sin su árbol, el Ayuntamien­to de Rosello decidió que en lugar del abeto blanco donaría a San Pedro otro abeto de 62 años procedente de un vivero dedicado a la producción de madera, y no un árbol protegido.También han enviado otros 42 ejemplares más pequeños, que se colocarán en las oficinas del Vaticano. Ahora solo queda que los decoren para que todo esté listo para la ceremonia de inauguraci­ón y del encendido de luces, que tendrá lugar

Al final, el pueblo de Rosello ha reemplazad­o el árbol protegido por otro ejemplar procedente de un vivero

el 3 de diciembre, cuando también se desvelará un belén llegado del norte de Italia totalmente de madera, con estatuas de cedro talladas a mano procedente de talas planificad­as, por lo que no se cortaron árboles para crearlo.

“Será una Navidad feliz, después de todo”, dijo a Reuters el coronel Ginaluca Grossi, de la policía forestal de la zona.c

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REMO CASILLI / Reu e

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