La Barcelona desaparecida de ‘Maradona’
Hace poco, el Ayuntamiento editó Barcelona desapareguda de Giacomo Alessandro II. Alessandro fue un arquitecto italiano empeñado en preservar la historia reciente de esta ciudad. Su perfil de Facebok devino en un gran archivo fotográfico que inspiró a docenas de rastreadores igualmente enamorados del otro relato de Barcelona, del oficioso y del alternativo, del que habla de sus gentes y de sus cotidianidades, de sus bares y de sus chiringuitos, de sus costumbres y de sus vergüenzas. La leucemia mató a Alessandro en el 2016, a los 39 años, y terminó de convertirlo en leyenda entre los rastreadores de historias.
Una pizca de esta Barcelona reapareció ayer de un modo un tanto desconcertante. Joan Sabaté, el Maradona de la Rambla, el recordman mundial de toques de balón sentado (al parecer 16.000), regresó al paseo luego de más de dos lustros, desde que la presión del propio Ayuntamiento le animó a colgar las botas. A pesar de que ya suma 79 años, Sabaté muestra un muy buen estado de forma. Los guiris lo fotografiaron compulsivamente. Un par de guardias urbanos no le quitaron los ojos de encima. “Nostalgia y tristeza –dijo luego de marcarse unos cuantos toques, sentado en un banco junto a la fuente de Canaletas–, eso me produce regresar
la Rambla. Le falta vitalidad. Y la Rambla es el pulmón de Barcelona. Si la Rambla no funciona, Barcelona tampoco. Llegué hasta el Condal, y no voy más allá porque se me saltan las lágrimas. Hoy quise volver para reivindicar a los paradistas que el Ayuntamiento quiere expulsar, para que se puedan marchar al menos con un mínimo de dignidad ¡yo conocía a todos los pajareros! ahora ya no me conoce nadie. Bueno, los del Zurich sí que se acuerdan de mí”.
Sabaté también recuerda ante el objetivo de La Vanguardia que el Ayuntamiento se empeñó en regular su actividad mediante la normativa de las estatuas humanas. El mismo ánimo administrativo que acabó con los chiringuitos de la Barceloneta y aquellas espontáneas hogueras de Sant Joan desterró también al Maradona de la Rambla. “¡Querían que me estuviera quieto!”, rememora jocoso, entre carcajadas. “Y me pusieron cuatro o cinco multas, de 120 eu
ros, por actuar en la vía pública sin permiso ¡pero nunca las pagué!”, añade travieso. “Y hasta surgió una plataforma ciudadana con gente muy importante: Salvemos a Maradona ¡reunieron más de 10.000 firmas! Pero me retiré. Me fui a mi casa, a Sant Feliu de Llobregat, y luego me mudé al Vendrell. Y cada día que me levantó bien de los huesos, pues salgo a dar unos toques. Y entonces se vienen muchos chavales que me conocen gracias a sus padres”. Saa baté escribió a varios periodistas para anunciar su reaparición, pero lo hizo enviando unas cuantas cartas postales de su puño y letra. De modo que no vino nadie más.
La verdad es que Barcelona nunca se mostró muy generosa con sus personajes alternativos. Lo habitual es que caigan en el olvido, especialmente en el institucional.
Joan Sabaté regresa por un día a la Rambla, con 79 años, y se marca unos toques de balón
A la postre, entre unos y otros los tratan como friquis, en el peor sentido de la expresión. Son aquellos rastreadores quienes preservan la otra memoria. Hace ya unos cuantos meses, la pasada primavera, el gobierno de la alcaldesa Ada Colau aceptó un ruego de los concejales de ERC y se comprometió a instalar antes de finales de año una placa conmemorativa que honre el recuerdo del cantautor Bernardo Cortés, a ser posible en la calle Pescadors, en la Barceloneta, donde el poeta vivió muchos años. Al parecer, el Ayuntamiento está imprimiéndole emoción al asunto. El Maradona de la Rambla ya cogió todos sus recuerdos y se montó su propio museo. “Bueno, más bien una exposición, en el salón de mi casa”. Sí, en el Vendrell, con sus camisetas, pelotas y demás.c