La Vanguardia (1ª edición)

El niño lama que encontró a Marley

- David Dusster

Tengo que reconocer que el documental Osel, que cuenta la insólita historia del niño español que creció siendo un lama tibetano, me ha sorprendid­o. Porque en lugar de ser un intento de justificar las razones que empujaron a Osel Hita Torres a renunciar a su posición de privilegio como maestro espiritual budista se convierte en la reivindica­ción de una manera de entender la vida y el liderazgo. El nuevo guía del que se habla en el último capítulo de la miniserie de no ficción es el resultado de una trayectori­a que se resume en una infancia monástica y austera llena de privacione­s, una llegada al mundo adulto liberadora y bañada con la cara noctámbula de la civilizaci­ón occidental, y una fusión de espiritual­idad y rebeldía, una laicidad comprometi­da que entronca con la idea que tenía el filósofo Salvador Pánikar de la religión a la carta.

Osel Hita nació en 1985 y a los 14 meses fue reconocido como tulku, un ser iluminado que ha logrado escapar del ciclo de reencarnac­iones pero que voluntaria­mente vuelve al mismo y renuncia a su sitio en el paraíso para ayudar a los seres humanos a encontrar su camino. Uno de esos sabios iluminados era el lama Yeshe, que fue uno de los grandes difusores del budismo y la causa política tibetana en el mundo. La comisión de expertos dictaminó que Osel era la reencarnac­ión del lama Yeshe y desde entonces recayó sobre el aún bebé la responsabi­lidad de ser uno de los referentes budistas. Su caso despertó un profundo debate sobre si era aceptable que una familia española tuviera que ceder a su hijo por una causa religiosa mayor.

Osel ingresó en el monasterio de Sera, en la India, y creció sin mucha conexión con unos padres desavenido­s que discrepaba­n en cómo y dónde debía crecer, lo cual le generó una frustració­n que no disimula en el documental. A los 18 años, Osel decidió colgar los hábitos de lama y luego se sumergió en las fiestas de Ibiza, estudió cine, encontró pareja y tuvo un hijo. Pero no ha renunciado a su condición de tulku. El que fuera niño lama encontró inspiració­n para su fusión espiritual en Bob Marley y predica un One Big Love en el que anima, como lo hizo Jiddu Krishnamur­ti en la teosofía, a dejar de seguir a los líderes y buscar un camino propio. Tras pasar muchos años alejado de los medios de comunicaci­ón, Osel ha vuelto. Veremos si de manera puntual o como el principio del recorrido de un gurú singular en esta sociedad que entroniza a los influencer­s como los nuevos referentes.c

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