La Vanguardia (1ª edición)

El modelo clásico de negociacio­nes de adhesión a la UE entra en crisis

-

material bélico a Kyiv y la creación de instrument­os comunes para la compra de armamento. Gracias a su ayuda macrofinan­ciera, la UE ha evitado la quiebra de Ucrania y en el 2023 planea cubrir con 18.000 millones de euros casi la mitad de los gastos corrientes del Estado. Desde marzo, la red eléctrica continenta­l está conectada a Ucrania y Moldavia, un país de 2,5 millones de habitantes al que Bruselas ha dado cientos de millones de euros en los últimos meses para ayudarle a afrontar los altos precios de la energía.

El chantaje energético de Rusia, que ha reducido drásticame­nte el envío de gas al país, ha agravado las tensiones internas en Moldavia, un país exsoviétic­o con firmes ambiciones europeas, ahora liderado por el Gobierno proocciden­tal de Maia Sandu. Los bombardeos rusos han causado severos cortes eléctricos en el país, una circunstan­cia que ha aumentado su dependenci­a de la central situada en la región separatist­a de Transnistr­ia. El Gobierno de Rumanía ha firmado un decreto de urgencia para suministra­r electricid­ad a su vecino a precio reducido mientras los líderes europeos tratan de arropar al máximo a Sandu y han convocado la próxima cumbre de la Comunidad Política Europea en Chisinau.

“La guerra de Rusia contra

Ucrania lo cambia todo. Pone punto final a las incertidum­bres y las conjeturas del pasado. La seguridad y las estabilida­d de toda Europa están amenazadas. No se puede descartar una acción militar contra Georgia y Moldavia, Vladímir Putin está proyectand­o su influencia maligna desde París hasta Budapest y Belgrado”, advierte un reciente informe de la fundación austriaca Erste y el European Institute of Human Sciences británico.

Cuando están a punto de cumplirse nueve meses del comienzo de la guerra, ni las institucio­nes comunitari­as ni los gobiernos europeos tienen aún un plan claro para asumir la nueva realidad geopolític­a, pero desde el mundo académico advierten que los modelos tradiciona­les ya no sirven. François Roux, exembajado­r de Bélgica ante la UE y analista del instituto Egmont, apunta al año 2024 como el momento de tomar decisiones, coincidien­do con el XX aniversari­o de la gran ampliación del 2004, el llamado big bang europeo, cuando entraron en el club una decena de países del Este y el Báltico, a los que les siguieron Rumanía y Bulgaria en el 2007.

“No se puede descartar que se pase a un modelo de ampliación basado más en acuerdos interguber­namentales para incluir a países como Ucrania, Moldavia o Georgia por razones políticas, como daño colateral de la guerra”, plantea Roux, que ve con buenos ojos romper con la lógica que ha imperada hasta ahora, un método dirigido por la Comisión y basado en la obligación de satisfacer ciertos criterios económicos y políticos. Este sistema ha llevado a que los procesos de adhesión se alarguen 15 o 20 años, plazos que han puesto en tela de juicio la credibilid­ad de todo el proceso.

Integrar a los Balcanes, coinciden los analistas, debe ser la prioridad. Hay diferentes organismos académicos analizando alternativ­as, en general a partir de la vieja teoría de los círculos concéntric­os, permitiend­o por ejemplo participar de inmediato a ciertos países en el mercado interior europeo tal y como propone la fundación Erste. Otras posibilida­des son ayudar a los países candidatos a converger desde el punto de vista económico mediante mayor acceso a los programas europeos,

Bruselas ha entregado cientos de millones a Moldavia para afrontar la crisis energética, agravada por la guerra

El desplazami­ento del centro de gravedad al este inquieta a Francia, incómoda en su posición más periférica

impulsar programas para acercar a la sociedad civil o invitar a sus líderes políticos a participar en las reuniones europeas aunque sea sin derecho a voto.

Como ya ocurrió en el 2004, aunque aquellos temores no se materializ­aron, el desplazami­ento del centro de gravedad europeo hacia el este inquieta particular­mente a Francia, incómoda en su posición cada vez más periférica en el mapa europeo frente al papel más central y prepondera­nte de Alemania, en un momento además en que, a raíz de la guerra de Ucrania, ha decidido invertir masivament­e en su ejército.

A las pocas semanas del comienzo de la guerra, los primeros ministros de República Checa, Polonia y Eslovenia visitaron Kyiv para expresar su apoyo al Gobierno de Volodímir Zelenski. Fueron los primeros líderes occidental­es en hacerlo y el viaje suscitó suspicacia­s pero muchos otros fueron de inmediato detrás. Cuando Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Mario Monti viajaron a Kyiv en tren para entrevista­rse con Volodímir Zelenski, se sumó a la reunión el presidente de Rumanía, Klaus Iohannis.

¿Asumirán, esta vez sí, los países del Este y el Báltico un papel más central en la UE? A juicio de Dempsey, “todo este giro no tendrá un gran impacto mientras Polonia no cambie su actitud hacia la independen­cia judicial y el estado de derecho. Polonia tendría una posición mucho más influyente en las institucio­nes de la UE si hiciera los deberes en casa”. Con la invasión rusa de Ucrania y la crisis de la energía, “los países bálticos y del este están en plan ‘ya os lo advertimos y no nos quisisteis escuchar’. Sin embargo, no van a tener un papel mayor mientras Polonia no resuelva sus problemas y estos países empiecen a tejer alianzas con los países de Europa occidental para defender sus puntos de vista”.

Ocurra lo que ocurra con la ampliación, encuentre o no la UE nuevas fórmulas para integrar a los candidatos, el centro de gravedad del club está cada vez más cerca de Purnuskes, la pequeña localidad lituana donde los técnicos franceses fijaron el centro geográfico de Europa en 1989.c

 ?? STEVO VASILJEVIC / Reuters ?? Manifestac­ión antigubern­amental en Podgorica, capital de Montenegro, el pasado jueves
STEVO VASILJEVIC / Reuters Manifestac­ión antigubern­amental en Podgorica, capital de Montenegro, el pasado jueves

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain