La Vanguardia (1ª edición)

Hacia un pacto in extremis para salvar la cumbre

- #$I%I% C ) C !! "" Barcelona

La conferenci­a del clima de Sharm el Sheij se encaminaba anoche hacia el logro de un acuerdo in extremis después de que durante buena parte del sábado –en una jornada de prórroga y vértigo, fuera del calendario previsto– la cumbre estuviera a punto de entrar en colapso tras el amago de la Unión Europea de abandonarl­a para no ser “cómplice” de un mal resultado.

Los nuevos textos de negociació­n presentado­s por la presidenci­a egipcia, que encabeza el ministro de Exteriores, Sameh Shoukry, lograron calmar las aguas e hicieron vislumbrar un principio de acuerdo para el asunto más espinoso de esta conferenci­a. La propuesta abre la puerta a establecer el año próximo un nuevo fondo para financiar el capítulo de “pérdidas y daños” ocasionado­s por los efectos más devastador­es del clima extremo sobre los países más vulnerable­s.

Los negociador­es se centraban anoche en lograr un lenguaje que pudiera satisfacer las demandas de la UE que exigía, como contrapart­ida, una acción más fuerte y decidida de las demás naciones para reducir las emisiones de gases invernader­o.

Todas las desavenenc­ias en una jornada más agitada nacen de la división del mundo en categorías, entre naciones industrial­izadas y países en vías de desarrollo, una brecha que se ha convertido en fuentes de reproches y que lastra el reparto de esfuerzos en la lucha contra los efectos del calentamie­nto, justo en el momento en que más trágicamen­te se manifiesta­n.

La guerra abierta se declaró de facto cuando la UE aceptó la creación del fondo de “pérdidas y daños” (como exigían las naciones en desarrollo), pero con la condición de que arrimen el hombro también países que ya no pueden ser considerad­os “en vías de desarrollo” (China, Qatar, Emiratos Árabes, Kuwait, Arabia Saudí…). Estos países se escudan en esta categoriza­ción (recogida en la Convención de Cambio Climático, de 1992) para no tener que sufragar una financiaci­ón.

La UE y países como Nueva Zelanda, Australia o Canadá lograron matizar el texto propuesto por la presidenci­a y expresaron su confianza en que salga un texto más acorde a sus condicione­s. Estos países consiguier­on descartar que se emplee la categoriza­ción de 1992, como proponían el grupo G-77 (países en desarrollo) y China. Queda por convenir qué estados pueden considerar­se “vulnerable­s” y merecedore­s de la ayuda.

El bloque negociador europeo considera que el fondo para “pérdidas y daños” solo debería ser efectivo si se abre el abanico de otros posibles donantes –potencias económicas emergentes o incluso entidades del sector privado– y si el dinero movilizado para las indemnizac­iones climáticas se destina únicamente a los estados “particular­mente” afectados por el calentamie­nto global, en lugar de a todas las naciones en desarrollo.

En todo caso, los negociador­es del bloque europeo aceptarán el texto de pérdidas y daños siempre que los esfuerzos en mitigación cumplan , al menos, lo pactado en Glasgow; es decir, que se respete el objetivo de limitar el calentamie­nto por debajo 1,5ºC respecto a los niveles preindustr­iales y revisar los planes de acción climática nacionales cada año para aumentar la ambición en los compromiso­s de cada país.

Negociacio­nes para crear un fondo para reparar “las pérdidas y daños” por los estragos del clima

Además, aseguraron que continuará­n presionand­o para que se incluya en el texto de resolución final la petición a los estados para que reduzcan gradualmen­te la producción de carbón (a no ser que dispongan de tecnología de captura y almacenami­ento de

CO2, así como el resto de combustibl­es fósiles (petróleo y el gas).

Por otro lado, es crucial para el bloque europeo que el objetivo de rebajar las emisiones en un 43% en el 2030 –respecto a los niveles del 2010– como exige la comunidad científica internacio­nal, y que todo esto vaya acompañado en el acuerdo de la meta de llegar al pico de emisiones en el 2025, como también se desprende de los últimos informes de los especialis­tas climáticos.

Mientras tanto, se supo que Estados Unidos está “trabajando para firmar un acuerdo” sobre el nuevo fondo, según un funcionari­o de la administra­ción de Joe Biden, según informa The New York Times. Esto significa que EE.UU. ya no bloqueará el fondo de “pérdidas y daños” que las naciones pobres han reclamado desde hace mucho tiempo para hacer frente a los destrozos provocados en sus equipamien­tos y servicios a causa de tormentas, inundacion­es y sequías, que se han vuelto más destructiv­os por el cambio climático. Las naciones en desarrollo, en su mayoría de

Asia, África,

América Latina y el Caribe y el Pacífico Sur, ven en esta reclamació­n argumentos de peso y de justicia climática, pues argumentan que los países pobres no son responsabl­es de la crisis climática y sufren más que otros sus embates a causa de su mayor vulnerabil­idad. “Un resultado positivo está cerca”, dijo Sherry Rehman, ministra de Cambio Climático de Pakistán, quien encabeza un grupo de 134 naciones que presionan por dicho fondo. “No es perfecto ni óptimo, pero afronta la demanda básica de las naciones en desarrollo”.

Laurence Tubiana, uno de los artífices del Acuerdo de París, indicó que la negociació­n ofrece como resultado “un avance significat­ivo para los países más vulnerable­s”. El fondo de pérdidas y daños “está en camino de comenzar a funcionar en el 2023”. Todavía queda mucho trabajo por hacer, pero con su implantaci­ón se ha dado un “cambio de mentalidad significat­ivo sobre cómo lidiamos con un mundo en el que los impactos climáticos causan pérdidas profundas”.c &n acci'n

La cumbre del clima de Egipto se asomó al abismo durante buena parte de la jornada del sábado. La Unión Europea amagó con dar un portazo a la conferenci­a al interpreta­r que una primera propuesta de acuerdo puesta sobre la mesa por la presidenci­a suponía un retroceso en la lucha contra el cambio climático.

Hay quien interpreta­ba que la liturgia formaba parte de esta escenograf­ía típica en negociador­es que siguen estrategia­s dilatorias en buscan la extenuació­n del contrincan­te. Pero la parsimonia de la presidenci­a hizo que la imagen del fracaso estuviera más cerca que nunca en los últimos años (ya van 27 conferenci­as). “No debemos ser cómplices de una decisión final en la que se acepte reducir la ambición o que se acepte que países grandes emisores no tienen por qué contribuir”, se despachó por la mañana la ministra española para la Transición

Ecológica, Teresa Ribera, convertida en una de las voces líderes europeas. El vicepresid­ente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, junto a ella, apuntó que “es mejor no tener ningún resultado que un mal resultado” .

Y la ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, prefería también que la conferenci­a “fracase antes que tener que rebajar metas”. “No aceptaremo­s ninguna propuesta que haga retroceder el objetivo de 1,5ºC”, comentó Baerbock respecto al límite al aumento de la temperatur­a global.

La tormenta política ha estallado por la brecha abierta entre las naciones industrial­izadas y los países en vías de desarrollo, sin que la presidenci­a egipcia sepa las divergenci­as hacia un consenso.

Los portavoces de la UE dijeron que para ellos la clave era mantener el objetivo de contener el aumento por debajo de 1, 5ºC, respecto a los niveles preindustr­iales, y que la declaració­n final debería poner todo el énfasis en ello. “Se trata de incrementa­r la ambición, no de limitar la ambición. Es muy difícil entender que se pueda ir por debajo de lo que se aprobó el año pasado y de lo que ha sido una trayectori­a reforzada durante muchos años”, indicó la ministra Teresa Ribera.

Pero detrás de todo ello estaba también la reclamació­n de la UE para ampliar el abanico de donantes del nuevo fondo de ‘pérdidas y daños’ para repartir estas cargas. La UE asume que debe ser solidaria con los más vulnerable­s –y aportar recursos–, pero cree que la primera medida debe ser evitar el riesgo de que se supere los 1,5ºC para no tirar el dinero. Los fondos no pueden cubrirlo todo. “En un mundo en el que la temperatur­a puede subir hasta 2,8ºC, como todo apunta que puede ser real, es imposible encanaliza­r contrar recursos suficiente­s para paliar todos los daños del cambio climático”, dijo Ribera para remarcar la prioridad de que todos los países contribuya­n preventiva­mente reduciendo emisiones. La UE se resiste a “aceptar que algunos países queden blindados para no tener que incrementa­r su ambición climática”.

La ira de esta jornada estresante también se dirigió hacia la presidenci­a egipcia, que hizo consultas la noche del vienes, enseñando textos por pantalla que no se correspond­ían con lo que se había negociado, según la UE.

En la historia de las conferenci­as del clima de la ONU se han dado dos momentos especialme­nte delicados: uno en el año 2000, cuando ocupaba la presidenci­a Holanda. Se negociaba el protocolo de Kioto y el desacuerdo fue tan grande que la presidenci­a decidió suspender la conferenci­a y convocar una segunda parte de las conversaci­ones seis meses después. Y fue entonces cuando se alcanzó el acuerdo.

El segundo fracaso notorio se dio en la cumbre de Copenhague (2009). Se discutía ya entonces que los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático no podían ser asumidos sólo por los países ricos, sino que las potencias emergentes, con masivas emisiones de CO2 debían también contribuir. El debate se dilucidó en el 2010 en Cancún (México).c

Para Europa, es clave el objetivo de frenar el aumento por debajo de 1, 5ºC respecto a la era preindustr­ial

Ribera: “Es muy difícil entender que se vaya por debajo de lo que se aprobó el 2021 y la trayectori­a anterior”

 ?? Nariman El-Mofty / AP ??
Nariman El-Mofty / AP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain