La Vanguardia (1ª edición)

Ayuso: de émula de Thatcher a socia de Truss

- LA VENTANA INDISCRETA Manel Pérez

Si en algún momento Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, tuvo la ensoñación, en el fragor del combate contra la clase médica y los sanitarios, de ser la viva reencarnac­ión de la premier británica Margaret Thatcher – encabezand­o hace más de tres décadas un largo y victorioso combate contra los mineros ingleses, dirigidos por el aguerrido sindicalis­ta Arthur Scargill, y que abrió la puerta al desmantela­miento de uno de los estados del bienestar más avanzados del mundo desarrolla­do–, no ha debido de tardar mucho en aceptar que la historia le está adjudicand­o el infinitame­nte más modesto y nada brillante papel de copia castiza de la fracasada Liz Truss, la efímera primera ministra tory que se estrelló contra la realidad nada más estrenar el cargo. Esta semana, la dirigente madrileña ha tenido que reconocer su derrota, la primera de importanci­a de su carrera política, justo cuando pensaba que estaba en la antesala de su asalto al poder en el Estado.

Hasta ahora la sociedad madrileña parecía haber aceptado con una división paralizant­e las políticas de la Puerta del Sol. Una combinació­n entre el populismo trumpista de Díaz Ayuso, con su pátina superficia­l de autoridad y desparpajo sin prejuicios, aparenteme­nte ajena a los clichés de clase, y la práctica ultraliber­al de su gobierno regional, personific­ada en el consejero de Economía, Javier Fernández-Lasquetty, padre de la seminal privatizac­ión sanitaria durante el mandato de Esperanza Aguirre, cuando fue consejero del ramo durante cuatro años (2010-2014) y ejecutó voluminoso­s recortes de gastos de los que nació la primera marea blanca. Piloto ahora de la política económica de mínimo gasto público y estrangula­miento de la administra­ción por la vía simple de renunciar a cuantos más impuestos, mejor.

Pero la última crisis sanitaria ha puesto de manifiesto las limitacion­es de ese experiment­o social y de desplazami­ento de rentas hacia los sectores más cercanos al sector del PP que rodea a la presidenta madrileña. Y aunque, ciertament­e, no es solo en la Comunidad de Madrid donde el sistema sanitario sufre déficits gravísimos, es en ella donde la privatizac­ión del sistema ha avanzado más y sobre todo, como en ninguna otra, los sufridos pacientes y usuarios han tenido que soportar hasta la saciedad los reiterados discursos de sus responsabl­es públicos anunciando rebajas

El discurso populista de Ayuso, que ofrece lo mejor de los dos mundos –impuestos mínimos y desprecio de los servicios públicos–, está en cuestión. La presidenta se ha enfrentado a un sector troncal de la sociedad de las clases medias, los médicos.

de impuestos gracias a que las cosas van tan bien y todo el mundo es más rico.

El error de cálculo ha sido grave. Díaz Ayuso se ha enfrentado, y le han partido la cara, con uno de los estamentos más representa­tivos de las clases medias de las sociedades avanzadas, la llamada clase

médica, y con ella la mayoría del personal sanitario. Encarnació­n de la meritocrac­ia por excelencia y objeto de reverencia por toda la pirámide social; mucho más que los ejecutivos financiero­s que tiene más cerca y son mucho más visibles y parlanchin­es, pero que apenas son una centésima parte de los profesiona­les de la medicina. Primero les ha maltratado, luego les ha insultado

y ninguneado. Ha abierto una sima con el tronco de la sociedad de clases medias.

Estas pocas semanas que han conmovido Madrid han destruido el mito fundaciona­l de la hegemonía política de Ayuso, como antes de Aguirre: que en su comunidad habita una mayoría satisfecha y acomodada

Las protestas destruyen el mito de que Madrid era el único lugar del mundo donde las clases medias no padecen

La combinació­n de populismo fiscal y política económica ultraliber­al ha fracasado

que vive al abrigo de los fríos de la globalizac­ión. Que no necesita la protección pública, ya tiene sanidad y educación privada y solo sueña con un Estado menguante, como explicaba Fernandez-Lasquetty a sus alumnos en su universida­d ultraliber­al de Guatemala.

La huelga sanitaria y la masiva manifestac­ión de protesta de hace una semana desmienten que Madrid sea el único territorio del planeta donde las clases medias no padecen un proceso de empobrecim­iento, la cara oscura de la globalizac­ión en casi todo el planeta.

Ayer, en las páginas de este diario, Celeste López dibujaba un luminoso retrato de una de las médicas dirigentes de las protestas contra Ayuso. La cirujana Ángela Hernández, líder del sindicato Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts). Su trayectori­a vital podría ser la de muchos residentes en esa comunidad que con el comienzo del siglo se vio asaltando los cielos de la prosperida­d económica. Hernández desvela que “en Barcelona simpaticé con Ciudadanos y en Madrid con UPyD”, lejos del estereotip­o maniqueo de filocomuni­sta dibujado por Ayuso. De hecho, la doctora Hernández es la secretaria general de un sindicato de los llamados corporativ­os, lejos de los llamados de clase, estos últimos asociados tradiciona­lmente a partidos de izquierda y que vituperan a los primeros como amarillos. Amyts es un sindicato de profesiona­les centrado en las reivindica­ciones gremiales.

Una profesiona­l que se identificó con las fuerzas políticas que en un momento se plantearon moderar la hegemonía de los dos partidos clásicos, el PSOE y el PP. Era la fase del crecimient­o de clases medias aspiracion­ales diseminada­s en torno a los planes de actuación urbanístic­a (PAU) que delinearon una nueva área metropolit­ana y que sufrieron con el fin de la burbuja

inmobiliar­ia. La oferta de Aguirre, primero, y Ayuso, después, las sedujo finalmente con apelacione­s a un individual­ismo que se proyectaba desde la vivienda individual y la huida de la condición de simple asalariado. Siempre con mensajes contra los impuestos y el Estado, lejos del uso de los servicios públicos.

Tal vez no haya sido casualidad que la trompada de Ayuso en el frente sanitario coincida con el peor momento de Donald Trump, sin duda una de sus referencia­s de su proceder político. Las limitacion­es que han quedado al descubiert­o en las elecciones norteameri­canas también se descubren en la crisis política madrileña. La imagen que ahora se perfila de la presidenta madrileña muta rápidament­e desde la de la aspirante a Thatcher castiza, portadora de las nuevas recetas ultraliber­ales para la derecha española, a la de una irresponsa­ble e inconscien­te Truss.

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Gustavo Valiente / EP Díaz Ayuso con su consejero de Economía, Fernández-Lasquetty, a la derecha

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