El hilo Díaz-Belarra salva la cohesión en la crisis del ala izquierda del Gobierno
El grupo de UP mantiene un mínimo de unidad en un momento de gran turbulencia
El teléfono rojo funciona. Y si Washington y Moscú tienen contactos discretos para evitar males mayores e irreversibles en la guerra de Ucrania, no debe extrañar que la comunicación entre los ministros de Unidas Podemos y en el grupo parlamentario confederal siga abierta, a pesar de la intensidad de la ofensiva de Podemos sobre la vicepresidenta Yolanda Díaz y el resto de organizaciones del espacio confederal en el que participan los comunes, Izquierda Unida y Galicia en Común. A la acusación de “faltar al respeto” a Podemos, la semana pasada se sumaba el reproche a los ministros Joan Subirats, Alberto Garzón y Yolanda Díaz por no haber cerrado filas con la ministra de Igualdad, Irene Montero, en medio del chaparrón de la ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual.
Lo cierto es que la coalición no está rota, ni entre el PSOE y UP ni tampoco entre los ministros de Unidas Podemos, aunque las relaciones dentro del espacio de la izquierda se han deteriorado de forma acelerada. La vicepresidenta Díaz y la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra –al tiempo secretaria general de Podemos– mantienen línea abierta, incluso a pesar de la baja por maternidad de la líder de la formación morada.
La semana pasada, en lo más intenso de la crisis en torno al Ministerio de Igualdad, y cuando ya menudeaban los reproches tácitos o expresos a Díaz, Garzón y Subirats por no haber salido a poner el cuerpo delante de la balacera que caía sobre Irene Montero, Díaz y Belarra hablaron. Entre ambas existen patentes discrepancias sobre la situación del espacio y su futuro, pero en ningún momento la comunicación se ha roto.
Díaz, que no ha reunido el órgano de coordinación confederal en el último año, sí ha convocado reuniones informales de los ministros y los representantes de las distintas formaciones del grupo parlamentario para abordar las cuestiones de fondo que estresan al espacio, la última de ellas a propósito de la negociación de la posible renovación del Consejo General del Poder Judicial. En esas reuniones sí se ha hecho evidente la creciente tensión con la ministra Irene Montero, vehemente defensora de los intereses de su partido, Podemos, en el Ejecutivo.
Sin embargo, y pese a discrepancias en las estrategias de acción del espacio, no ha habido indisciplinas ni amagos de ruptura de la confluencia. IU y comunes, y en tal sentido, Garzón y Subirats, secundan el liderazgo de Díaz en el espacio y en la coalición de gobierno, y ni Montero ni Belarra lo han puesto en cuestión.
A pesar del empeoramiento de las relaciones, no existen incentivos hoy para una ruptura –sobre todo, después de la experiencia de Junts en la Generalitat–, mientras en el grupo parlamentario los mecanismos formales de coordinación funcionan mejor hoy que hace un año. Es una paradoja, pero precisamente la tensión en el espacio hizo aconsejable ya hace meses que los órganos de coordinación operaran con mayor rigor formal para evitar colisiones inesperadas y malentendidos.
Además, diversos actores llevan meses trabajando en un segundo nivel intentando mantener todos los canales abiertos. En términos gubernamentales, el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, es uno de los que más ha invertido en esa coordinación política; también, haciendo de rótula con los ministerios del PSOE y, en términos de espacio político, Enrique Santiago y Jaume Asens siguen en contacto con todos los actores intentando evitar una segregación de Podemos y el resto del espacio.
Ayer mismo, la candidata de Podemos a la presidencia de la comunidad de Madrid, Alejandra Jacinto, propuso el impulso de un pacto social de contenidos políticos para que las fuerzas progresistas madrileñas coordinen su acción política y la coexistencia de diferentes listas no impida la derrota de Isabel Díaz Ayuso. Y a la vez que expresó su solidaridad con la ministra de Igualdad, apostaba por la candidatura de Díaz como la única posible para las elecciones generales.
No obstante, la mitad socialista está inquieta. Las controversias internas de la última semana han
Álvarez, Asens y Santiago mantienen interlocución con todo los grupos para evitar la ruptura
El PSOE pide a sus socios que acaben las hostilidades para evitar desmovilizar al electorado
tenido “repercusiones muy negativas” para el Gobierno y para las aspiraciones de reelección de Pedro Sánchez el año que viene. “La salud de este Gobierno de coalición y sus buenas relaciones se demuestran a través de los hechos”, alegó ayer la ministra Pilar Alegría, como portavoz del PSOE, quien reclamó al tiempo enterrar el hacha de guerra en el espacio político a su izquierda, que perjudica al Gobierno de coalición y dificulta aún más la suma de una mayoría progresista en las próximas generales. Alegría demandó “la máxima unidad”, para poder movilizar así a todo el electorado progresista.n