La Vanguardia (1ª edición)

La mesa del juez Marchena

- Enric Juliana

La Sala Segunda del Supremo vuelve a convertirs­e en epicentro de la política española

El juez Manuel Marchena, presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, se está convirtien­do en el punto de fuga de la política española. Punto de fuga: punto imaginario en el que dos o más líneas se encuentran, logrando un efecto tridimensi­onal.

Si lo miramos con perspectiv­a, la mesa del juez Marchena (Las Palmas de Gran Canaria, 1959) es en estos momentos el punto, nada imaginario, en el que se cruzan algunas de las líneas más inquietant­es para el Gobierno de España: el problemáti­co despliegue de la ley de Garantías Integrales para la Libertad Sexual, la discutida anulación del delito de sedición en el Código Penal y la posible, aunque no segura, reformulac­ión del delito de malversaci­ón.

Dicho de una manera más llana, tres de los más incómodos asuntos que debe resolver Pedro Sánchez antes de encarar las elecciones municipale­s y autonómica­s del mes de mayo del 2023 pasan por el despacho del magistrado de referencia del mundo conservado­r español, un hombre con gran autoridad en la carrera judicial.

La Sala de lo Penal (Sala Segunda) del Tribunal Supremo fijará jurisprude­ncia sobre la ley sobre la libertad sexual a medida que vaya recibiendo recursos. Tres son las vías a través de las cuales el Supremo puede fijar doctrina sobre la aplicación de esta ley. Recursos de casación de sentencias dictadas por tribunales inferiores (recursos que empiezan a incorporar escritos de los abogados defensores invocando la aplicación retroactiv­a de los artículos del Código Penal modificado­s). Peticiones de revisión de sentencias dictadas por el Supremo (por ejemplo, en el caso de la agresión sexual múltiple a una joven en los Sanfermine­s de Pamplona). Recursos de casación sobre revisiones de sentencia acordadas por tribunales inferiores. La Sala Segunda podría reunirse en sesión plenaria para unificar el punto de vista de sus magistrado­s. El proceso lo presidirá y dirigirá el juez Marchena.

Antes de Navidad pueden conocerse las primeras resolucion­es al respecto. La decisión que adopte el Alto Tribunal ante la petición de revisión de condena de uno de los miembros de la manada de Pamplona se convertirá en punto de referencia para la opinión pública. El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, fijó ayer un criterio para todas las fiscalías: las penas mínimas establecid­as en sentencias anteriores no deben revisarse.

En el punto de fuga de la Sala Segunda del Supremo también se cruzan las líneas calientes de la sedición y la malversaci­ón, puesto que el juez Marchena presidió el juicio por los hechos de octubre del 2017 en Catalunya.

El Tribunal Supremo, como se recordará, emitió un informe desfavorab­le a la concesión del indulto a los políticos catalanes presos. Tal y como informaba Lola García en La Vanguardia el pasado 12 de noviembre, la opinión en el Supremo todavía es más desfavorab­le a la desaparici­ón del delito de sedición en los términos que plantean PSOE y Unidas Podemos en la proposició­n no de ley que se votará pasado mañana en Congreso. Si el delito de sedición desaparece –argumentan– aumentan las posibilida­des de que la sentencia sobre el procés sea cuestionad­a por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburg­o.

El Gobierno se juega el final tridimensi­onal de la legislatur­a en la mesa del juez Marchena. Punto de fuga. Nunca mejor dicho.c

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