La Vanguardia (1ª edición)

De activista a gran editor

Hoy se presentan en el Macba las memorias póstumas de Juan Grijalbo, que ha impulsado su hija Poppy

- Sergio Vila-Sanjuán Barcelona

He conseguido editar con éxito best sellers norteameri­canos y libros marxistas”, declaraba a este diario Juan Grijalbo en 1995. Quizás por aquel entonces el editor catalán ya trabajaba en sus meGandesa,

“He conseguido editar con éxito best sellers americanos y libros marxistas”, manifestab­a

morias, que quedaron inéditas tras su fallecimie­nto. Aparecen ahora en una edición limitada, por iniciativa de su hija Poppy. Con el título La última palabra, se presentan esta tarde en el Atrium del Macba.

Juan Grijalbo (1911-2002) fue un gran personaje, un activista de los años treinta que tras desempeñar cargos de importanci­a en el bando republican­o durante la guerra civil inicia en el exilio americano una exitosa carrera de editor, que le convierte en millonario y culmina con su retorno a España. El periodista Víctor Fernández se ha ocupado de editar las transcripc­iones de los recuerdos que Juan Grijalbo dictaba, y las ha complement­ado con documentos como los contratos firmados con autores que publicó tipo Kurt Vonnegut o Joan Didion.

El recorrido se inicia en Gandesa: hijo único de una madre entregada, y de un padre expulsado de casa por sus andanzas crápulas, Grijalbo entra con catorce años a trabajar de botones en el Banco de Reus. Arranca así una carrera que le lleva por distintas entidades bancarias a la vez que se incorpora al mundo sindical, y a la política en el ámbito socialista. Participa en la creación del PSUC y al estallar la Guerra Civil es nombrado vocal del Consell d’Economia por Josep Tarradella­s. Con este político inicia una relación que se prolongará; Grijalbo contribuye a financiar la Generalita­t del exilio, y ambos se reencontra­rán en Barcelona tras la muerte de Franco.

Al final de la guerra Grijalbo emprende el camino del exilio.Tras pasar por Francia desembarca en México, donde con un préstamo autorizado por el presidente Negrín (pero que algunos compañeros del exilio le discutirán) pone en marcha con unos socios la editorial Atlante. Promoverá por toda Latinoamér­ica –¡y con muy buena recepción!– los libros de la Academia de Ciencias de la URSS. Lanza también la colección de biografías homenaje a su localidad de origen. En Costa Rica, Venezuela, Ecuador, Perú o Colombia le reciben los grandes mandatario­s.

Dispuesto a lanzar su propio sello, recibe un impagable consejo del gran editor mexicano Daniel Cossío Villegas: que lea el Publishers Weekly y esté atento a su lista de best sellers. Es así como Grijalbo detectará novelas como El motín del Caine, de Herman Wouk, y sobre todo El padrino de Mario Puzo, su mayor superventa­s; igualmente los libros de autoayuda de Wayne W. Dyer, que se siguen vendiendo. También publicará durante la Transición a los hispanista­s Hugh Thomas y Gabriel Jackson. Fue pionero en utilizar técnicas de impresión y sistemas de empaquetaj­e de libros; en 1988 vendió su editorial al grupo italiano Mondadori.

Las memorias de Grijalbo repasan somerament­e su vida personal –tres matrimonio­s, con una hija del primero y dos hijas del tercero y definitivo, con la uruguaya Dinath Grandi–. No escasean las revelacion­es curiosas: sus buenas relaciones con la URSS le valieron la considerac­ión de agente soviético por parte de EE.UU. Ataviado habitualme­nte como un dandy, causó la admiración del autor de thrillers Chester Himes, que le preguntó dónde se vestía. El editor le acompañó a la sastrería barcelones­a Pellicer, donde Himes se encargó seis trajes de paño inglés. Con la familia de Josep Tarradella­s rompió cuando llevaron las memorias póstumas del político a Planeta, en vez de a quien tanto le había ayudado.c

 ?? David Airo / ARCH ?? Juan Grijalbo, fotografia­do en su domicilio en el 2002, año de su fallecimie­nto
David Airo / ARCH Juan Grijalbo, fotografia­do en su domicilio en el 2002, año de su fallecimie­nto

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