Desatrancos y pocería
Saliendo de Madrid por la autovía del Nordeste vi una furgoneta con estas palabras: “Desatrancos y pocería”. ¡Qué misterio! Parecen el título de un sainete, drama castizo o espectáculo circense. Acercándome al vehículo que dignamente las portaba descubrí que anunciaban los servicios de una empresa de desatasco de pozos, tuberías y desagües. ¿Cómo se siente uno al repartir una tarjeta con el epígrafe “Desatrancos y pocería” bajo su nombre? Igual de bien que hacerlo con el de “Catedrático emérito de Metafísica”. Porque al fin y al cabo hay gente pa tó, como le espetó el torero El Gallo al filósofo José Ortega y Gasset.
Lo serio del caso es que España parece necesitar, si no los servicios de un metafísico, al menos los de un pocero y desatrancador, solo o en grupo, hombres y mujeres dispuestos a desatascar el fondo de la situación. Atenea frente a Poseidón. Entre nosotros impera la confrontación como en los demás países con libertad para decir tanto bondades como maldades. Bien. Pero aquí la confrontación es la marca principal y la fatalidad de la política, con sus efectos perniciosos en la vida de la gente, sus intereses y sus derechos. Véase el desollamiento entre parlamentarios, el desangrado del diálogo entre Gobierno y oposición, así como entre comunidades, y los esquinazos entre políticos y magistrados, e incluso entre estos. Y cómo todo ello, en su conjunto, socava la eficiencia y credibilidad de las instituciones, la Administración y los servicios públicos.
La característica negativa de la confrontación es el desmadre, y la positiva, lo bien que ella se soporta, con la alegría, la resignación senequista y la liberación de soltar la ira por la boca y no a puñetazos como en otras partes. España dio al mundo la palabra liberal y el mundo nos lo devuelve con la palabra iliberal, en lo que, por los motivos señalados, corremos hoy el riesgo de convertir nuestro régimen político. Así, e igual que para los médicos, habría ya que pensar en alguna fórmula de juramento hipocrático –“Juro no hacer daño”– para los jóvenes que se van a dedicar a la política o al periodismo.c