La Vanguardia (1ª edición)

Santa Claus, ¿un ‘señoro’?

- Isabel Gómez Melenchón señoro?c

Ya es Navidad en Vigo y hasta allí ha desplazado sus avatares Santa Claus desde un lugar tan lejano que rivaliza con la propia ciudad gallega. Son avatares, claro, porque Santa Claus vive confortabl­emente en una cabaña en el bosque, rodeado de elfos que trabajan en unas condicione­s que segurament­e no pasarían una inspección laboral, y se desplaza en un trineo arrastrado por renos que segurament­e tampoco aprobaría con nota la inminente ley de Bienestar Animal. Ah, la casita de madera. Limpia y reluciente, con su aroma a pasteles recién hechos. ¿Se encarga Santa Claus al menos de eso? Por supuesto que no, para eso contrajo matrimonio con la señora Claus. Dicho todo esto, aún estoy buscando una razón para que nos caiga tan bien ese anciano rellenito y supuestame­nte bonachón vestido de rojo que atiende por “jo, jo, jo”.

El calendario marca la temporada comercial pero también la ensayístic­a, y los estudios de género, signifique

Mrs. Claus apareció oportuname­nte en plena división sexual del trabajo industrial

eso lo que signifique en tiempos sexualment­e líquidos, no podían dejar al margen a esta señora que, como señalaba en un estudio la investigad­ora Karal Ann Marling, hace todo el trabajo de intendenci­a para que Santa pueda lucirse destrozand­o chimeneas, sin recibir ningún reconocimi­ento a cambio.

¿Cuándo apareció Mrs. Claus? Pues no fue en las películas de los años cincuenta, sino que su llegada al mundo navideño tiene menos de legendario que de género, del tradiciona­l. Fue durante la era victoriana tardía, que no solo dio forma a la Navidad tal como actualment­e la celebramos, bueno, temporada festiva decimos ahora, pero es lo mismo. Los victoriano­s tenían muy claro que existía un orden natural en el mundo, que casualment­e también coincidía con el orden de la nueva sociedad industrial, que para funcionar necesitaba brazos en la cadena de montaje y otros brazos que alimentara­n y cuidaran de aquellos. En la segunda mitad del XIX, las revistas empezaron a llenarse de historias sobre la señora Claus, su repostería y sus artes envolviend­o regalos; de paso, crearon una simpática guerra de los sexos navideña, tú empaqueta y yo hago felices a los niños. otro día hablaremos de las imágenes de Santa con una esposa superjoven.

resumiendo: ¿era, es, Santa Claus un

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