El embarazo modifica el cerebro de la madre y lo prepara para cuidar al bebé
Los cambios se producen en áreas relacionadas con la empatía y la autopercepción
El embarazo produce cambios en la estructura y la función del cerebro de la mujer que la preparan para ser más receptiva a las necesidades del bebé, según concluye una nueva investigación de la Universidad de Amsterdam (Holanda), presentada en Nature Communications. Esos cambios, asociados sobre todo a una hormona, el estradiol, se mantienen al menos un año después del parto y contribuyen a fomentar comportamientos que fortalecen el vínculo entre madre e hijo ya desde la gestación.
En concreto, los investigadores, liderados por la neurocientífica
Elseline Hoekzema, han hallado un aumento de la conectividad en la llamada red neuronal por defecto, un conjunto de regiones cerebrales que colaboran entre sí y que se activan cuando la mente está en reposo; este resultado sugiere que ser madre altera el estado basal del cerebro.
Estudios previos realizados con mamíferos habían demostrado que el cerebro atraviesa procesos de elevada neuroplasticidad durante la gestación. En este sentido, en el 2016 una investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona, liderada por Òscar Vilarroya y en la que también participó Hoekzema mientras realizaba su doctorado, demostró por primera vez que la materia gris del cerebro de la mujer disminuía durante el embarazo y que cuanto más lo hacía, lejos de repercutir en déficits cognitivos, más favorecía el vínculo que se establecía entre madre e hijo.
En este nuevo trabajo, la investigadora Hoekzema junto a su grupo, ahora desde la universidad holandesa, se han centrado en investigar si se producen cambios en la actividad cerebral en reposo y en la materia blanca. Para ello, reclutaron a 40 mujeres que querían ser madres y las siguieron desde antes de la concepción y hasta un año después del parto. Utilizaron diversos tipos de tecnologías de imagen para captar todas las modificaciones que se producían en el cerebro de las mujeres. También midieron concentraciones hormonales y otras moléculas en muestras de sangre obtenidas durante todo el proceso, y recopilaron datos acerca del estrés y la calidad del sueño de las participantes.
Los investigadores observaron que, a diferencia de los cambios muy pronunciados en la materia gris, la materia blanca de las mujeres se mantuvo estable. Donde detectaron mayores alteraciones fue en la red neural por defecto (rND), un grupo de regiones interconectadas muy activas cuando la mente está en reposo.
Vieron que durante la gestación aumentaba la conectividad en estas áreas y, en concreto, identificaron una mayor activación del cúneo, una parte del lóbulo occipital del cerebro que desempeña un papel clave en el procesamiento visual y en la integración de la información visual. También está implicado en procesos cognitivos como la memoria de trabajo, la atención y la expectativa de recompensa, y la empatía. Además de cambios en esta red neuronal, han identificado modificaciones en las regiones frontoparietales, involucradas en tareas cognitivas como por ejemplo la flexibilidad.
Según los autores de este trabajo, los resultados tienen sentido como una estrategia de la evolución para garantizar la supervivencia de los bebés. Las nuevas madres necesitan centrarse en sus hijos e identificar rápidamente
Los cambios cerebrales fortalecen el vínculo entre progenitora e hijo desde la gestación
Estas alteraciones se asocian a comportamientos beneficiosos para la supervivencia del niño
sus necesidades y sentimientos, o potenciales peligros. En este sentido, señalan los investigadores, la alteración de esta rND permite la transformación de esa identidad de la mujer: favorece que deje de tener el foco en ella misma para ponerlo en el bebé.
Los investigadores también han visto que esos cambios se asocian a otros comportamientos beneficiosos para la supervivencia del niño, como el comportamiento nido, que hace que la mujer prepare el espacio y todo lo necesario para la llegada del bebé, o un mayor sentimiento de vínculo y apego entre madre e hijo.
No han hallado, en cambio, asociaciones relacionadas con el sueño y el estrés de la madre. Y también han visto que esas modificaciones del cerebro de la madre ocurren sobre todo en el tercer trimestre del embarazo, periodo en el que también aumentan los niveles de una hormona, el estradiol.c