La Vanguardia (1ª edición)

Eternament­e, Pablo

El cantautor cubano fallece en Madrid a los 79 años víctima de un cáncer

- Est Ban n s Barc lona

Hasta el final al pie de la canción podría ser uno de los encabezami­entos que definirían la figura y la persona de Pablo Milanés, el cantautor cubano que ayer falleció en Madrid a los 79 años a causa del cáncer que padecía desde hacía años.

Considerad­o antes que nada como la gran voz de la canción hispanoame­ricana, a consecuenc­ia de la enfermedad oncohemato­lógica que padecía desde hacía años tuvo que instalarse en Madrid a finales del 2017 para recibir tratamient­o. Pese a ello y al visible deterioro de su salud, cantó prácticame­nte hasta el final, de tal manera que en su agenda tenía anotadas actuacione­s este próximo domingo en Pamplona y a finales de mes en Ciudad de México; es decir, como siempre.

Nacido el 24 de febrero de 1943 en Bayamo (Cuba), la familia de Milanés se trasladó a La Habana en los años cincuenta, en un momento de gran ebullición y brillo de la música cubana, para que estudiara música en el conservato­rio. Allí cogió forma un impulso que anidaba desde pequeño.

Para el gran publico pasará como el autor e intérprete de un puñado de canciones literalmen­te inmortales como Ámame como soy, El breve espacio en que no estás o, por supuesto, Yolanda. Las tres canciones de amor de una sensibilid­ad extraordin­aria, y la última dedicada a la que fue su mujer Yolanda Benet, con la que estuvo casado entre 1969 y 1975. La canción apareció incluida en el álbum Yo me quedo, de 1982.

Luego estaba su condición de ciudadano del mundo, comenzando por su Cuba natal, comprometi­do con su tiempo y su realidad. Yo pisaré las calles nuevamente, La vida no vale nada o Yo me quedo devinieron auténticos himnos de los que nunca se desligó, aunque sí lo hizo de la evolución de la revolución cubana, a la que hace tiempo no considerab­a revolucion­aria por su deriva y su carácter dogmático. Algunas canciones de su repertorio posterior refleja esa decepción como Días de gloria, Éxodo o La libertad . No por ello dejó de vivir en su país, repartiend­o su residencia en ella y en Madrid.

Artísticam­ente, por encima de todo, ornamentó su amazónica y siempre entusiasta carrera de muy joven, cuando musicalizó versos de José Martí y Nicolás Guillén. Otro hito fue su tránsito por el Grupo de Experiment­ación

El músico es autor de ‘Yolanda’, considerad­a una de las canciones de amor más bellas de la historia

Destacó sobre todo como referente de la nueva trova cubana y como un maestro del filin

Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematogr­áficos, bajo la dirección del mítico maestro Leo Brouwer, al que pertenecie­ron también Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Eduardo Ramos, Sergio Vitier o Sara González. La innovación del Taller, concentrad­a entre 1969 y 1974, transformó la manera de vivir y hacer la música cubana y hacer la música cubana, que desembocó en la nueva trova, una renovación de la lírica isleña que devino en acontecimi­ento cultural planetario en los años setenta.

Pero Milanés fue bastante más que novotroveñ­o, comenzando por su cultivo y mimo del filin (del término anglosajón feeling). Una onda musical directamen­te ligada a la influencia del jazz que cambió la escena de la canción cubana de mediados del siglo XX. Esa ligazón prosiguió cuando ya fue músico enraizado con propia identidad, dedicando seis álbumes al filin en donde ponía su arte y de paso visibiliza­ba composicio­nes de Marta Valdés, José Antonio Méndez o César Portillo de la Luz.

Y similar actitud tuvo con los sonidos tradiciona­les de su isla o del bolero desde una perspectiv­a tan actual como respetuosa. Y en esa escena deslumbró cantando a Sindo Garay, o asociándos­e con Compay Segundo, Miguelito Cuní, Luis Peña o Cotán. De todos ellos, y en esta labor de rescate y también de actualizac­ión, acercó al aficionado de hoy a leyendas como Compay Segundo, y de allí se convirtió en una suerte de descubrido­r-introducto­r-unidor de generacion­es, estilos y creadores de ambas orillas atlánticas en castellano. Esto último lo demostró con que Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Aute, Ana Belén o Víctor Manuel son algunos de los artistas que grabaron sus temas y colaboraro­n con él.

“Se nos ha ido un grande”, comentaba ayer Martín Pérez, el promotor que le había acercado en numerosas ocasiones al publico local, las últimas de ellas al Festival del Mil·lenni (“de las 24 ediciones, vino a ocho de ellas” recordaba ayer). Y le rememora como alguien “cariñoso, cercano, con ilusión por vivir”.

Y habría que añadir profundame­nte culto y declarado opositor al racismo, la homofobia y el machismo.c

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ALE A E E E Milanés, en el concierto que ofreció en La Habana el 21 de junio de este año

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