La Vanguardia (1ª edición)

Milagro vence a drama

Arabia Saudí revienta los pronóstico­s ante una Argentina paralizada

- Joan Josep Pallàs usail (Qatar) Enviado especial

Llevaba Argentina 36 partidos sin perder y fue a hacerlo el día menos pensado. Nada menos que en el debut de un Mundial. Fingían los argentinos que habían cambiado, haciendo ver que estaban aliviados del estrés habitual gracias a su último y liberador título en la Copa América. A la hora de la verdad, reaparecie­ron todos sus miedos. Todo había resultado ser una gran actuación, tan bien llevada que hasta se lo creyeron ellos mismos. Pues no. Arabia Saudí, la selección número 51 en el ranking FIFA, fue un oponente extraordin­ario por su valentía. Se negó a aceptar el guion, el que transcurri­ó hasta la primera parte con un 1-0 en contra de manual (Messi, de penalti), y acabó firmando una de las sorpresas más memorables de la historia de las Copas del Mundo.

Agarraron por el cuello los saudíes el segundo acto y todo se transformó, voló por los aires. Fue una barbaridad, una sublevació­n descomunal, una patada a los pronóstico­s, un homenaje a la pureza del fútbol, donde el equipo débil, como nunca en otros deportes, puede tener opciones si es valiente y se cree a sí mismo. Eso sucedió en el imponente estadio de Lusail, donde la resurrecci­ón árabe se combinó con la paralizaci­ón de la selección argentina, asustada como un gato ante la llegada de un tráiler en el carril central de una autopista. Cuando se puso a atacar ya era tarde. Nerviosa, los minutos pasaron y sucedió lo imprevisib­le. Ganó Arabia y perdió Argentina. Se acabó el efecto Copa América. Bienvenido­s a la Argentina de siempre. A Scaloni le esperan días complicado­s. Dudas. A Messi, también. Hasta el próximo partido: México espera el sábado. Tensión.

Ha quedado dicho. La primera parte fue de lo más normal. Pasaron cosas, pero habituales en un partido teóricamen­te desigual. Messi, por ejemplo, tardó solo un minuto en comparecer. No marcó ya de salida porque Mohammed Alowais, un héroe más que un portero, sacó una mano prodigiosa abajo, como si hubiera estudiado a fondo ese clásico disparo del diez hacia la base del poste.

Lo único que no pudo parar Alowais en toda la mañana fue un penalti a Messi. Justificab­le.

Fue en el minuto ocho, fruto de una absurda decisión del árbitro, el esloveno Slavko Vincic, avisado por el holandés Van Boekel desde el VAR. El mismo dueto, con los mismos roles, que soliviantó al barcelonis­mo en el último Inter-Barça. Forcejearo­n en un córner Abdulhamid y Paredes, este último se dejó caer, y se señaló pena máxima. El listón de la FIFA, en temas morales y arbitrales, está muy susceptibl­e. Si

Todo parecía normal cuando Messi adelantó a Argentina gracias a un penalti dudoso, la ‘albicelest­e’ cumplía

La segunda parte fue una barbaridad, una sublevació­n saudí con dos golazos y un portero heroico

eso es penalti, habrán diez en cada partido. Le pitan eso a Argentina en contra y se arma un quilombo, como dicen ellos. Al final se armará igual, pero por otras circunstan­cias.

Messi, enchufado hasta el punto de volver a marcar otra vez en el minuto 21 un gol que le fue anulado, había vuelto a hacer historia con apenas 10 minutos de Mundial en las piernas: junto a Pelé, Uwe Seeler, Klose y Cristiano Ronaldo ha sido el quinto jugador capaz de marcar en cuatro ediciones diferentes de la Copa del Mundo. No le servirá de consuelo el dato.

Contagiado por el instinto de Messi y antes de la irrupción saudí, Lautaro anotó dos goles de bella factura, invalidado­s ambos también por fuera de juego. Uno de ellos costó apreciarlo aun revisando las imágenes de televisión. Fue por un trozo de hombro. Qué fútbol matemático nos están dejando.

Pero llegó la segunda parte y todo cambió. También ha quedado dicho. Los dos goles de Arabia fueron de una factura extraordin­aria. Primero fue Alshehri quien, después de una transición veloz de sus compañeros, conectó un disparo pegado a la base del poste en la que quizás Dibu Martínez pudo hacer más. También los centrales de la albicelest­e.

Después, casi de forma inmediata, sobresalió el dorsal diez inesperado, no Messi sino el del otro bando. Aldawsari hizo honor a su número y, lejos de portería y escorado hacia la izquierda, buscó puerta y la encontró con un chut parabólico que se coló por la escuadra larga. Será uno de los tantos del Mundial.

Dio entrada Scaloni a Lisandro Martínez, Julián Álvarez y Enzo Fernández para pellizcar a sus jugadores. Y empezó a atacar Argentina, arrepintié­ndose de no hacerlo antes, muy al estilo simeonista cuando el marcador se tuerce. Si tienes gente para atacar, ¿por qué no lo haces antes?

Lo intentó Messi de cabeza. Hubo otros ataques, pero Aloawis estuvo inconmensu­rable. Le espera una estatua en su país si sigue así. A los jugadores argentinos, un recibimien­to muy distinto si no revierten mucho la situación.c

 ?? ?? Acaba el partido y dos jugadores de Arabia Saudí se arrodillan y rezan mientras Messi abandona el campo
Acaba el partido y dos jugadores de Arabia Saudí se arrodillan y rezan mientras Messi abandona el campo
 ?? +A,-. /01,2CA # ,e34er5 ??
+A,-. /01,2CA # ,e34er5

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain