El regateador espera turno
Cedido por el Barça al Osasuna bajo la atenta supervisión de Xavi, Abde aguarda a que su Marruecos, que debuta hoy ante Croacia, le pida entrar a jugar
Cada vez quedan menos regateadores. Son como el lince ibérico, ejemplares a los que salvar de la extinción. Abdessamad Ezzaizouli, conocido en el fútbol como Ez Abde (Beni Melal, Marruecos, 20 años), pertenece a esa estirpe de jugadores. Recibe el balón y desafía al marcador. Le guía su instinto. En un juego cada vez más robotizado Abde regatea una y otra vez. Por la izquierda o por la derecha, a base de trucos y de un fútbol más apegado a la calle que obediente al de los algoritmos.
Marruecos debuta hoy ante Croacia (11h) sigilosamente. Las selecciones africanas y asiáticas no son tomadas en serio hasta que muerden como hizo ayer Arabia Saudí con Argentina. La plantilla de Marruecos llama la atención. Encontramos allí a Bono en la portería y a talentos como el lateral Achraf, o a los perfiles más ofensivos de Ziyech y En-Nesry. Abde deberá esperar su turno. A día de hoy es suplente. “Si sale a jugar no se va a a cortar, hará lo que siempre hace, encarar”, aseguran fuentes cercanas al futbolista.
Abde escogió a Marruecos y Marruecos escogió a Abde. Fue un deseo recíproco. Nacido en Beni Melal, una zona situada entre el Atlas Medio y la llanura de Tadla, en el corazón del país, el extremo cuida mucho sus raíces pese a abandonarlas físicamente con siete años de edad. Su familia (sus padres y sus dos hermanos mayores, su núcleo de hoy y siempre) dejó el hogar buscando una mejor suerte y fue a parar a Elx, concretamente al Carrús, barrio con un lema extraoficial inspirador para dramas de corte dickensiano: el más pobre de España.
En sus calles se crió el Abde de fútbol callejero, en las Antípodas del crecimiento normativo que siguen los chavales de la Masia,
con los que acabaría protagonizando una fusión tardía, ya en el filial barcelonista.
Pero no nos adelantemos. Los regates llevaron al delantero marroquí a jugar primero en campos de regional, allí donde se forjan las personalidades y sobreviven los listos. Lo hacía tan bien que llamó la atención del Elche y después del Hércules, club histórico venido a menos, militando primero en sus juveniles y muy
pronto en el primer equipo. Faltaba aún el salto más vertiginoso. Los ojeadores del Barça husmearon por la zona y detectaron un talento natural de esos que apetece fichar para acometer después un pulido definitivo. Dos millones de euros pagó el club blaugrana de su cláusula el último día del mercado.
Abde, verso libre en medio de jugadores de método, brilló lo suficiente como para debutar en el primer equipo del Barça de la mano de Sergi Barjuan, que conocía su don de cerca porque fue precisamente su entrenador en el Barça B. Aterrizó en las alturas cuando el primer equipo blaugrana estaba hecho unos zorros. Y no lo hizo mal. No le pudo el estrés ni el peso de la camiseta. Fue valiente y descarado, como siempre.
Hoy Xavi Hernández sigue de cerca su evolución en el Osasuna, club en el que está cedido por una temporada tras firmar un nuevo contrato hasta el 2026. En Pamplona están encantados. Iba como un cohete hasta que sufrió una lesión que casi le cuesta el Mundial.
¿Y la temporada que viene? Xavi Hernández espera lo mejor de él. La clave estará en el aprendizaje de Abde de los aspectos del juego que también tienen su importancia más allá del regate. A Gerard Deulofeu le sucedió más o menos lo mismo con su edad. Pensó que con ser un extremo virtuoso bastaría. Hoy, ya en plena madurez, aquel jugador reconoce que le faltó algo.
Abde está a tiempo de todo. Hoy, con 20 años, inicia un Mundial. Si le dan minutos, jugará con el descaro de la calle.
Abde escogió a Marruecos y Marruecos escogió a Abde, fue un deseo recíproco