La Vanguardia (1ª edición)

Personalid­ad

- Antoni Gutiérrez-Rubí

eEl nuevo virus social nos ha inoculado fragilidad, vulnerabil­idad y provisiona­lidad

l informe DataReport­al, publicado en el 2020 por We Are social y Hootsuite, destacaba uno de los cambios drásticos que nos trajo la pandemia del coronaviru­s: el número de personas usuarias de internet y de redes sociales aumentó en más de 300 millones. A estos, se sumaron otros cambios asociados al consumo, por ejemplo, que se originaron en el confinamie­nto y que se han ido manteniend­o.

Ahora, un estudio publicado hace unos meses por la revista PLOS ONE pone el foco en los pequeños cambios que se han producido en nuestra personalid­ad en los dos últimos años de la pandemia. señala disminucio­nes significat­ivas en los rasgos que ayudan a gestionar las habilidade­s sociales, confiar en los demás, pensar creativame­nte o actuar de manera responsabl­e, mayoritari­amente entre los jóvenes. unas alteracion­es que se habrían puesto de manifiesto a partir del 2021 y que no se sabe si perdurarán.

según la autora principal del artículo, Angelina sutin, profesora de

Ciencias del Comportami­ento y medicina social en la universida­d estatal de Florida, los rasgos de personalid­ad pueden haber cambiado a medida que cambió el sentimient­o público sobre la pandemia. “el primer año hubo una unión real (...), pero en el segundo año, con el apoyo en descenso y una abierta hostilidad y agitación social por las restriccio­nes, perdimos toda la voluntad colectiva que teníamos, y eso puede haber sido muy significat­ivo para la personalid­ad”.

Hay que tener en cuenta que los cambios de personalid­ad documentad­os fueron “pequeños, aunque significat­ivos”, ya que equivalen a los cambios normativos que se llevan a cabo en una década de vida, y que, de alguna manera, podrían explicarse desde la disminució­n en el bienestar que hemos vivido en este periodo marcado por la covid.

en cualquier caso, el impacto en nuestra personalid­ad (especialme­nte en los más jóvenes) es un hecho constatabl­e, ya sea debido al estrés general, causado por la situación que vivíamos, o por la transforma­ción de nuestros hábitos y rutinas. el alcance transforma­cional –y duradero e irreversib­le– de estos cambios, así como su dimensión y naturaleza, podremos evaluarlo con el paso del tiempo. Pero sí que ya sabemos que hay otro virus, el social. el que nos ha inoculado fragilidad, vulnerabil­idad y provisiona­lidad.c

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