La Vanguardia (1ª edición)

“Debemos recuperar el control de lo que nos decimos”

Tengo 66 años. Nací y vivo en Granada tras vivir 15 años en un monasterio en Francia. Adoro a mi exmujer, y tengo dos hijos. Soy arquitecto técnico. En el mundo veo mucha tristeza. La política no ha resuelto males fundamenta­les como el hambre. Soy budista

- (Manuel Blanes), monje y maestro budista Eco moíchís

Cuénteme la historia de Manuel. De familia humilde, dejé la Alpujarra para estudiar en Granada. ¿Ocurrió algo significat­ivo? A los ocho años conocí a una niña y dije: “Con ella me voy a casar”, y es la madre de mis hijos. Me licencié como arquitecto técnico, monté una empresa, me casé.

¿Qué quería usted?

Solo tenía una obsesión: ganar dinero, y eso hice hasta que me separé y se hundió mi empresa... Desapareci­ó la estabilida­d, pero así es la vida, en cualquier momento puede suceder cualquier cosa y no tenemos herramient­as para gestionarl­o.

¿Lo superó?

Llevaba años meditando y estudiando a Gurdjieff, Ouspenski, Krishnamur­ti, Rumi, el taoísmo, el sintoísmo, era una vida paralela de autoconoci­miento.

¿Y?

Me dediqué a dirigir obras, un obrero se mató, aquello me golpeó, el sentido de la vida se me escapaba y decidí dedicarme exclusivam­ente a buscarlo. Me fui 15 años al monasterio budista Nalanda en Francia, donde estudié los textos fundamenta­les sobre cómo funciona nuestra mente y miré hacia dentro.

¿Qué ha descubiert­o?

Quién soy. Hay una etiqueta que es Lobsang Zopa, pero si la eliminas junto con todas las demás queda la esencia.

¿Qué preguntas hay que hacerse?

Quiénes somos y cómo funciona nuestra mente, pero si no encuentras a un maestro cualificad­o que comprenda bien la mente no lo vas a descubrir nunca, hay que ponerse.

¿Cuál es el punto de partida?

Centrarse en uno y ver cómo está tu vida. En diez años que llevo haciendo retiros he visto mucho sufrimient­o.

Parece consustanc­ial a la vida.

La felicidad está en la mente, es un conjunto de cualidades: estabilida­d y paz mental, alegría, humor, generosida­d, paciencia, ética..., cualidades que todos tenemos, hay que desarrolla­rlas.

Trabajazo.

Cuanto más busques la felicidad fuera de ti, más te alejarás de ella. Hay que desarrolla­r la atención y la conciencia.

¿La herramient­a es la meditación?

Sí. En tibetano se llama gomn y significa familiariz­arte con los estados de la mente, saber qué tipo de pensamient­os tienes, son sanos o son de crítica hacia ti o los demás.

Hay tropecient­as maneras de meditar.

No medites solo para encontrar la calma. Medita, desde la paz, para hallar el propósito que te haga levantarte a diario con el mejor de los ánimos.

Hay días y días.

Poco antes de morir Claudio Naranjo, su hijo le preguntó: “¿Tú piensas que la gente sabe que se va a morir?”. “Sí, lo saben –respondió–, pero no lo sienten. Si lo sintieran se convertirí­an en mejores personas”.

¿Nuestra mente nos engaña?

Sí, la clave es cambiar la dirección de la mirada. En mi pueblo me pasaba mucho tiempo contemplan­do la belleza de la naturaleza, que me producía alegría y silencio en mi interior, y pienso que esto nos pasa a todos.

Probableme­nte.

Con los años nuestra mirada se extravía fuera, pero el estado de paz sigue dentro de nosotros. Mira hacia dentro para poder brotar desde la autenticid­ad.

Hay preguntas incómodas.

Pero necesarias si queremos llenar nuestra vida de sentido. Vale la pena revisar cómo actuamos, qué hemos hecho hasta ahora y de qué manera nos relacionam­os con los demás.

Hacemos lo que podemos.

Podemos más, para desarrolla­r la sabiduría hay que abrir el corazón, entender que todo es causa y efecto.

Pura física.

Aplicable a nuestra mente, ser consciente­s de que podemos pensar cosas que nos lleven a decir y a hacer cosas que nos pueden causar sufrimient­o o felicidad. Debemos recuperar el control de lo que nos decimos.

Autoobserv­ación constante.

Buda dijo: con vuestros pensamient­os creáis el mundo, piensa y actúa con una mente que no sea sana y el sufrimient­o te seguirá como la carreta sigue al buey; piensa y actúa con una mente sana y la felicidad te seguirá como tu propia sombra.

Necesitamo­s paciencia.

Paciencia no es aguantar, es un estado mental: la mente permanece estable cuando el mundo te está haciendo sufrir.

Difícil.

No olvides que eres una obra en proceso, no te juzgues con severidad y haz lo posible por cultivar acciones positivas, esa es la forma de crear tu propio futuro. Soltar el lastre del egocentris­mo es liberador.

Y sonreír es un regalo para uno mismo.

Tnich Nhat Hanh decía que una sonrisa afirma nuestra determinac­ión de vivir en paz y alegría. El origen de una sonrisa auténtica es una mente despierta.

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Barce ocngel

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