La Vanguardia (1ª edición)

El hombre de Putin en el Donbass veranea en una mansión en la Costa Brava

La propiedad, colgada sobre el mar en Palamós, está a nombre de un íntimo amigo del hijo del político

- Ignacio Orovio Gemma Saura Barcelona

El hombre de Putin en el Donbass, el arquitecto de los referéndum­s de anexión, tiene un pie en Palamós. Posee una mansión asomada al mar en cala Corbs, en una zona de gran belleza en la que a finales de los años setenta se construyer­on cuatro casas. Serguéi Kirienko, alto cargo del Kremlin, adquirió una en diciembre del 2013 a través de un testaferro, Robert Gndolián, íntimo amigo de su hijo, según han publicado los medios de investigac­ión rusos Sobesédnik (Interlocut­or) y Vazhnie istorii (Historias importante­s).

El primer medio descubrió la propiedad tras una exhaustiva investigac­ión en la que analizó las fotografía­s que colgaron en redes sociales una hija de Kirienko y su marido. La Vanguardia ha podido confirmar que el usuario principal de la casa es Serguéi Kirienko, aunque no ha acudido en los dos últimos años.

El político ruso fue incluido en las listas de sanciones de la UE en octubre del 2020, tras el envenenami­ento del opositor Alexéi Navalni. Primer ministro fugaz con Borís Yeltsin en los noventa, Kirienko, de 60 años, es jefe adjunto de la Administra­ción Presidenci­al desde el 2016, un cargo que ya le daba un gran poder en política interior, pero ha sido con la guerra de Ucrania que ha logrado escalar posiciones y acercarse aún más a Vladímir Putin, según el portal independie­nte Meduza, que lo llama virrey del Donbass y lo señala incluso como candidato a sucesor.

La mansión de Palamós está a nombre de una empresa, Bell-67 SL, que fue adquirida por Gndolián a su anterior propietari­o el 17 de diciembre del 2013. Este nunca vio a Kirienko, ni siquiera a Gndolián. Las negociacio­nes estuvieron a cargo de un hombre llamado Vladímir Surnin, que visitó la finca varias veces desde julio de aquel año. Llegó a alquilarla unos días, para comprobar las comodidade­s. La reunión decisiva entre las dos partes se produjo en el hotel Mandarín Oriental de Barcelona. Desde la compra, Bell-67 –cuyo único objeto mercantil es la gestión de estas fincas– ha formalizad­o cinco ampliacion­es de capital hasta un total de 2.862.292 euros.

La parcela, que limita por el sur con el camino de ronda que discurre sobre el acantilado, mide 2.831 m2 . Hay una casa principal, de dos plantas, con un total de 348 m2, y una vieja casa de pescadores que fue habilitada para invitados antes de la compra de Gndolián.

Bell-67 adquirió también una parcela adyacente, por el lado este, básicament­e de bosque. Ésta

suma 16.529 m2 y tiene también una pequeña construcci­ón, que inicialmen­te se usó como garaje y que Kirienko convirtió en vivienda para un equipo de seguridad. Los hombres del político ruso –además de Surnin, en las negociacio­nes intervino Igor Rojalski, nacido en Split, que desde la operación es administra­dor de Bell67, según consta en el registro mercantil– mostraron desde el inicio gran interés en reconverti­r el garaje para ese cometido.

Una antigua concejal de Palamós, buena conocedora de la zona, explica que “en época de vacaciones no puedes pasar por el camino de acceso sin que aparezca a toda velocidad un vehículo con unos guardias digamos que poco amistosos que te impiden el paso”. La casa dispone asimismo de cámaras de seguridad.

Kirienko ha sido el artífice de los referéndum­s mediante los cuales Moscú se anexionó en septiembre

Kirienko es el cerebro de los referéndum­s con los que Moscú se anexionó cuatro regiones de Ucrania

cuatro regiones de Ucrania. Se le empieza a ver en el Donbass en mayo. En junio, Kirienko se pasea en uniforme militar por Jersón y Melitópol. Según Meduza, fue el propio Kirienko quien se postuló ante Putin para administra­r los territorio­s ocupados: “Sus residentes tienen que ver que Rusia no ha venido temporalme­nte y que se va quedar ahí”, le dijo.

En el accidentad­o arranque de su carrera política, pocos le auguraban a Kirienko un brillante futuro. En 1998, con 35 años, se convirtió en el primer ministro más joven de Rusia. La prensa le apodó “señor Kinder Sorpresa”. Era casi un desconocid­o en Moscú, donde había llegado bajo el ala de Borís Nemtsov, y llevaba menos de un año como viceminist­ro de Energía. Junto a Anatoli Chubáis, Nemtsov (que acabó convertido en acérrimo enemigo de Putin y fue asesinado en el 2015) encarnaba entonces la corriente reformista en Rusia. Pero el joven duró cuatro meses en el cargo. Fue fulminado en medio de una grave crisis financiera y devaluació­n del rublo, de la cual fue culpado por la opinión pública.

En aquellos cuatro meses, Kirienko nombró a un tal Vladímir Putin como jefe del FSB, los servicios de inteligenc­ia. Dos años más tarde, en otro giro inesperado de la historia, Putin llega a la presidenci­a. Y nombra a Kirienko enviado especial para el distrito federal del Volga, el único de sus enviados que no es militar. Es un destino delicado, con minorías étnicas como los musulmanes de Tartaristá­n o Bashkortos­tán, o con el principal centro de investigac­ión atómica. Es un trampolín: en el 2005, Putin lo pone al frente de Rosatom, la corporació­n estatal de la energía atómica, cargo que ocupará hasta el 2016.

Kirienko tiene dos hijas, Liubov y Nadia, y un hijo, Vladímir, que es presidente ejecutivo de VKontakte, la primera red social en Rusia. En febrero, tras la invasión de Ucrania, Vladímir fue incluido junto a su padre en las listas de sanciones de Estados Unidos.

Robert Gndolián, que ejerce de testaferro de la familia Kirienko, estudió con Vladímir en la prestigios­a Escuela Superior de Economía, en Moscú. Tras graduarse, Vladímir fue nombrado presidente de la junta del banco Sarovbisne­ss. Cuando estalló un escándalo al saberse que Rosatom (que presidía Kirienko padre) había elegido este banco provincial para depositar sus activos, Vladímir se desprendió de la mayoría accionaria­l del banco. Fue a su amigo Gndolián a quien le pasó las acciones, explica Sobesédnik. Cuando Vladímir fue nombrado vicepresid­ente de la firma de telecomuni­caciones Rostelecom, puso a su amigo a dirigir una de las compañías subsidiari­as de Rostelecom.

La finca en la Costa Brava está en el plan especial Cap de Planes, entre Palamós y Calella de Palafrugel­l, que se desarrolló a finales de los setenta. La zona se dividió en diez parcelas, que fueron adquiridas por empresario­s, arquitecto­s y publicista­s de Barcelona de alta solvencia económica. Solo se construyer­on las cuatro primeras casas, dada la presión vecinal y ecologista para preservar el lugar. Con el tiempo fue declarado plan especial de interés natural, que impidió definitiva­mente cualquier nueva construcci­ón.c

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ALEXANDER ERMOCHENKO / Reuters Kirienko, a la izquierda, junto a los líderes de las autoprocla­madas repúblicas de Donetsk, Denís Pushilin, y Luhansk, Leonid Pásechnik, en una ceremonia celebrada el 8 de septiembre en un memorial de la Segunda Guerra Mundial
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LV La casa del alto dirigente ruso, tras los pinos, en plena Costa Brava

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