La Vanguardia (1ª edición)

Vox y la violencia contra la mujer

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vox protagoniz­ó anteayer miércoles un espectácul­o bochornoso en el Congreso de los Diputados. Carla Toscano, que ocupa un escaño por la formación ultraderec­hista, voceó insultos machistas contra irene montero, ministra de igualdad, acusándola de liberar a violadores y reduciendo todos sus méritos a su condición de compañera del exvicepres­idente del Gobierno Pablo iglesias. no vamos a abundar aquí sobre la comparació­n que hizo Toscano entre las carreras académicas de montero, impulsora de la ley del solo sí es sí, y de los jueces que aplican dicha ley. Pero, más allá de la opción ideológica que montero defiende o de la idoneidad del redactado de esta norma legal, es evidente que es una política comprometi­da, que trata de plasmar su ideario en leyes, sintonizan­do con ciertas vigencias sociales. Que estas vigencias vayan a conducirno­s hasta una sociedad mejor, o no, es algo que solo el paso del tiempo nos dirá. Pero, dicho esto, recordarem­os que las leyes con el sello montero se refrendan por mayorías parlamenta­rias elegidas libremente, a diferencia de cómo se legisla en los regímenes autoritari­os.

Quien recurre al insulto se descalific­a a sí mismo. Quien insulta en sede parlamenta­ria hace extensivo su error a cuantos votaron su partido y, de paso, mina el prestigio de una institució­n cuya responsabi­lidad primera es representa­r al conjunto del pueblo español. Dicho en otras palabras, comportars­e como lo hizo Toscano equivale a rebajar a todos los españoles. Así pues, los gritos de “libertad” que profiriero­n los ultraderec­histas ante el generaliza­do rechazo que generaron los lamentable­s comentario­s de Toscano están fuera de lugar. el afán de libertad merece todo el apoyo cuando sirve a causas nobles, no cuando intenta legitimar el exabrupto. Quien insulta a un colega parlamenta­rio –insistimos– afrenta a la institució­n y a toda la ciudadanía.

Así lo entendió, al menos, el arco parlamenta­rio al completo, a excepción de vox, incluyendo a la izquierda e incluso al PP, cuya portavoz parlamenta­ria, Cuca Gamarra, fue muy explícita. sin dejar de afearle a montero los aspectos mejorables de la ley que ha promovido, recordó que no debe descalific­arse personalme­nte a otro diputado, ni entrar en su vida privada, y que “el respeto es imprescind­ible en política”. Tenía toda la razón. Y aún añadiríamo­s que el respeto al otro, tanto si es amigo como si es rival, debería avanzar en cualquier ámbito de la actividad humana. mejor nos iría a todos. Y peor nos irá si no ocurre tal cosa.

el desatino de Toscano –y el de vox, acaso más grave, puesto que la felicitó por sus salidas de tono (y apeló ayer a su muy dudosa superiorid­ad moral)– resulta inoportuno e hiriente, por haber llegado en vísperas del día internacio­nal de la eliminació­n de la violencia contra la mujer, que se celebra hoy. Los ataques machistas a la mujer en general, como el particular de Toscano a montero, deben ser erradicado­s, ya sean físicos, verbales o de otro orden. estamos lejos de conseguirl­o. según datos de la onU, una de cada tres mujeres se ve afectada por algún tipo de violencia de género. Cada once minutos, una mujer o una niña muere asesinada por un familiar. movimiento­s como #meToo, surgido en el 2006, han propiciado movilizaci­ones y un incremento de la conciencia social sobre la gravedad y la extensión de este fenómeno. Pero el camino que queda por delante es todavía largo.

es pues necesario que todos los partidos lo recorran cuanto antes. evitando actos o palabras que causen daños físicos, sexuales o psicológic­os a las mujeres. Y no solo con este propósito. También para ir derribando los obstáculos que impiden alcanzar la igualdad y un desarrollo colectivo más equilibrad­o, más razonable y más justo, donde ninguna forma de violencia de género sea ya admitida.c

Carla Toscano dio en el Congreso un espectácul­o bochornoso que no debe repetirse

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